El Rico: De San Luis a Santiago
La Cofradía del Rico hunde sus raíces en el desaparecido convento franciscano que albergó otras muchas hermandades en los Siglos XVII y XVIII
ANDRÉS CAMINO
MÁLAGA
Miércoles, 13 de abril 2022, 20:16
Aunque esta hermandad por tradición y estética se ha encuadrado siempre en el ámbito dieciochesco, sus raíces se hunden por lo menos en la mitad del siglo XVII –1658– en el marco del convento de San Luis El Real, donde otra fraternidad que rendía culto a Jesús El Pobre, le servía de particular contrapunto advocacional.
No obstante por esa centuria, a tenor de la documentación conservada, no aparece jamás la denominación de El Rico, sino simplemente la de Jesús Nazareno. Pese a ello los investigadores dan por hecho de que se trata de la misma corporación, por lo que cabe suponer que la denominación de esta imagen del Señor se iría fraguando paulatinamente, quizás como un apodo popular y finalmente ratificada y asumida por la misma hermandad, que dicho sea de paso, en origen fue sufragánea de la Santa Vera+Cruz.
Sea como fuere, en los escritos del XVIII ya aparece la cofradía identificada con este título que fue asociado a los conocidos versículos de la Biblia que ponderan la magnificencia de Dios.
De 1756 datan unas constituciones en cuyos preliminares se explica que el antiguo archivo que poseía la cofradía desapareció «en las inundaciones de esta dicha ciudad», algo que corrobora la historia del convento franciscano cuyas lindes rozaban los límites del Guadalmedina.
En las mencionadas reglas se habla ya de la estación penitencial en tiempo de Semana Santa, previéndose que en caso de no poder efectuarla por la inclemencia del tiempo, quedaban obligados a «colocar a Nuestro Padre Jesús Nazareno fuera de su camarín y en el pavimento de su capilla».
Esta hermandad debió alcanzar un alto nivel de prestigio, como demuestra que el 1775 el conde de Villalcázar de Sirga le otorgase la bóveda de su mayorazgo para que pudiese efectuar en ella el sepelio de sus deudos.
La historia del Rico dio un severo vuelco con el obligado abandono de su sede matriz, teniendo que cobijarse en la parroquia de Santiago Apóstol, a causa de la exclaustración de San Francisco, motivada por las leyes desamortizadoras. A este cambio de rumbo, se unió el anhelo de seguir contando con un lugar de enterramiento propio, algo que consiguió del consistorio en el cementerio municipal, primero con una serie de nichos, y después con la construcción de un panteón inaugurado en 1868.
Por esa época, y como se acostumbraba en Málaga, efectuaba su procesión en compañía de otras hermandades, tales como la del Cristo de la Sangre, de la vecina iglesia de la Merced. Fue por entonces cuando ya existe mención de la participación en las estaciones de una Virgen de los Dolores, posible antecedente de la actual cotitular de la hermandad.
En el infortunado saqueo en mayo de 1931 de la histórica parroquia de Santiago, fue despedazado el venerado simulacro del Nazareno, sustituyéndose posteriormente por otra talla de la que desconocemos procedencia y pormenores. Destruida también ésta en 1936, la hermandad reprodujo en una pintura la estampa de su titular, siendo colocada en la embocadura del camarín de la capilla, hasta que la actual efigie gubiada por Navas-Parejo se convirtió en una realidad. Este lienzo, hoy conservado en la casa hermandad, estuvo largos años colgado junto al altar de San Sebastián de la Iglesia Catedral.
Esta Cofradía del Rico fue de las pocas de nuestra ciudad que, en la posguerra, decidió reproducir lo más fielmente posible los rasgos de la imagen originaria, así como la conservación del atuendo que lo hace tan peculiar y que comprende la peluca de largos tirabuzones, pecherín y chorreras, túnica de cola, cruz repujada, y los inefables angelitos que conducen los pasos del Señor asidos a las borlas de su cíngulo.
Aunque con antecedentes desde el siglo XIX, fue a partir de la centuria siguiente cuando quedó regularizada la ceremonia que contempla la liberación de un preso por Jesús El Rico, en el transcurso de la procesión del Miércoles Santo. Este acto, que ha venido desarrollándose en distintos lugares, como la antigua cárcel de mujeres, los juzgados de calle Duquesa de Parcent, la Aduana y actualmente en la plaza del Obispo, constituye uno de los momentos más esperados de la Semana Santa malagueña, acrecentado por la bendición que el divino Nazareno imparte con su brazo articulado al penado.
Virgen del Amor
A tenor de la tendencia generalizada en la primera mitad del siglo XX, la antigua Cofradía de Jesús El Rico, vino a adoptar como cotitular a una imagen de la Virgen corriendo el año de 1914. Se trataba, a juzgar por las fotografías conservadas, de una Dolorosa de manos abiertas, semblante adusto y de modelado un tanto duro, a la que se le impuso el título de Nuestra Señora de los Dolores. No pudo ser procesionada hasta dos años más tarde cuando lo hizo sobre un sencillo trono, sin palio, construido por un taller local. Regía los destinos de la hermandad Alberto Torres de Navarra Jiménez.
En 1924, la Virgen cambió de advocación pasando a denominarse como del Amor. La razón del cambio fue debido a la proliferación de imágenes de este nombre. Pocos años después, con el estreno del nuevo trono realizado por el granadino Luis de Vicente, que también era el autor de las magníficas andas del Señor, adquiriría una de las señas de identidad que se ha perpetuado entre nosotros. Nos referimos al singular palio ochavado que, en la actualidad, lucen también las Dolorosas veneradas por la Congregación de Mena y la Archicofradía de la Pasión. El 11 de mayo de 1931, la iglesia de Santiago Apóstol, como tantas otras, fue pasto de las hordas anticlericales como anteriormente se indicó y los titulares de la cofradía fueron salvajemente destruidos, rescatándose tan sólo algunos fragmentos de la efigie del Se ñor, hoy conservados como auténticas reliquias en la casa hermandad.
En 1935, en la primera Semana Santa celebrada en Málaga tras esas profanaciones, la Hermandad de Jesús El Rico pudo procesionar al haber repuesto sus imágenes con una anónima talla del Se ñor, de la que desconocemos todos los pormenores, y una Virgen procedente de la donación del hermano, Miguel Ojeda Torrecilla. Además, ambos tronos habían salido indemnes de esta primera acometida sacrílega de la época de la República, por guardarse en locales ajenos a los parroquiales. Lamentablemente, al año siguiente todo este patrimonio fue objeto nuevamente de las iras iconoclastas, y no sería hasta a partir de 1939 cuando la cofradía pudo normalizar su andadura.
Ese mismo año fue bendecida la nueva imagen de María Santísima del Amor, que había sido confiada al entonces joven escultor granadino Nicolás Prados López.
Esta imagen, de factura sin estridencias, procesionó hasta 1980, cuando en el transcurso de un cabildo de hermanos quedó aprobada la sustitución por una nueva que fue encargada al artista sevillano, Antonio Dubé de Luque.
Procesiona la Señora en un trono de gran volumen realizado, igualmente, por el citado maestro Prados López, y actualmente recién dorado en el taller de Ruiz Liébana, contando con una capilla central que alberga una representación sedente de la Comendadora de la Merced, trabajada por Raúl Trillo.
Los bordados de palio y manto, entonados en terciopelo azul, corresponden al taller de Leopoldo Padilla, siendo la orfebrería de los relieves de Seco Velasco. La candelería, completada hace pocos años, se debe al orfebre sevillano Santos Campanario.
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