La aldea de la Axarquía que mira al mar y rinde un homenaje a Gaudí en sus calles

Desde hace casi dos décadas, en este coqueto y tranquilo núcleo rural de Moclinejo, la blancura tradicional de las fachadas de las casas se ha ido viendo salpicada con la variedad de colores de un reconocible estilo que no copia sino que homenajea al arquitecto catalán Antonio Gaudí.

Todo empezó cuando a mediados de la década de los años noventa Antonio Montañez, un vecino de esta apacible aldea, decidió construir su propia casa, en la parte alta del pueblo, con ese inconfundible estilo. Hoy esta vivienda se puede visitar como Casa Museo de la Axarquía en algunas ocasiones especiales. El interior acoge una impresionante colección etnográfica, pero el exterior es un auténtico tributo a la forma de entender el arte que tenía el artista de Reus.

A partir de ahí, los guiños al autor del Parque Güell se fueron expandiendo por las calles y rincones de El Valdés. Junto a la Casa Museo de la Axarquía, están las primeras muestras. Por un lado, en el parque infantil, que está contiguo al colegio diocesano Nuestra Señora de Lourdes, hay una locomotora y otras pequeñas construcciones recubiertas con los mosaicos con azulejos coloridos con los que se identifica parte del estilo gaudiano más vistoso.

Junto a este espacio, se encuentra también el monumento que homenajea a los picapedreros, una profesión hoy desaparecida, pero que, en su día, fue muy importante en esta zona de la provincia de Málaga. En concreto, el propio Montañez diseñó aquí una figura de un picapedrero, oficio que era conocido por trabajar en duras condiciones. Junto a esta imagen, también hay un árbol plasmado en un mosaico también de estilo gaudiano. Junto a sus ramas, se pueden leer los nombres de los últimos picapedreros que hubo en la zona.

Desde esta zona alta del casco urbano, conviene bajar andando para buscar en el otro espacio emblemático de la villa otro diseño de Montañez. En este caso se trata de una colorida fuente, en la plaza que hoy lleva el nombre de Axarquía. Allí además de llenar de coloridos azulejos este fontanal, se pueden leer los nombres de los núcleos rurales de la zona, como son el propio El Valdés, pero también otros menos conocidos para los foráneos como Los Palma, El Villar, Los Patrones o Río Granadilla.

Este arte que homenajea a Gaudí es una buena excusa para adentrarse en esta pequeña aldea de Moclinejo. Conviene dejar el vehículo aparcado en la parte alta del casco urbano no sólo para evitar meterse en algún callejón de difícil salida sino también disfrutar de un paseo tranquilo por sus empinadas calles.

La vista con el fondo azul del Mediterráneo se disfruta especialmente en la parte alta, en el entorno de la antes mencionada Casa Museo. Desde allí se puede caminar en descenso hacia la plaza de la Axarquía o incluso hasta la entrada del casco urbano, que da la bienvenida a los viajeros también con mucho colorido.

Allí, las casas remodeladas en las últimas décadas son las predominantes, ya que este núcleo de población, situado apenas a 15 minutos de Rincón de la Victoria se ha convertido en un buen lugar para una segunda residencia o incluso para vivir todo el año.

El Valdés no se puede visitar si entender su contexto, que es el de la Ruta de la Pasa. Desde muchas de sus calles se puede ver el entorno de viñedos, pero también de olivos y almendros que componen el entorno abrupto de esta zona de la Axarquía.

Desde allí también se tiene una bonita perspectiva del casco urbano de Moclinejo, que puede complementar una bonita excursión en coche o incluso a pie, ya que desde El Valdés se puede llegar hasta allí por la conocida como Ruta de Sandoval, de unos cinco kilómetros de longitud. Merece la pena hacer el recorrido para descubrir a pie o en bicicleta los paisajes que ofrece el camino.