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Se les reconoce con facilidad. Sus gestos suelen delatarles. Unos se esconden tras sus padres en cuanto les habla un desconocido. Otros bajan la mirada y se quedan inmóviles, incómodos al ser requeridos por personas ajenas a su círculo más cercano. Rehúyen participar en actividades grupales y en general suelen mostrarse asustados o retraídos ante situaciones nuevas. Entonces llega el aviso del padre o madre: «Es que el niño es muy tímido». Ahora bien, ¿cómo se debe manejar dicha timidez desde casa? ¿Qué fallos suelen cometer los adultos ante este comportamiento?
Según la doctora en Psicología Inés Monjas, autora del libro '¿Mi hijo es tímido?' la timidez es un rasgo de la personalidad que está presente en el 15% de los menores de seis años. Un porcentaje que se dispara durante la adolescencia, cuando el 46% de los jóvenes de entre 13 y 18 años se reconocen como tímidos a tenor de una investigación publicada en 'Pediatrics'. Una percepción más frecuente en las chicas que en los chicos.
¿Cómo detectarlo? Según los expertos, la timidez infantil puede aparecer a partir del primer año del bebé, justo cuando inician sus miedos a la separación de sus padres. Alrededor de los tres años, cuando se tienen que enfrentar a un nuevo contexto social como es el inicio de la etapa escolar, dicha conducta retraída hacia situaciones nuevas suele acenturse. Los padres deben estar alerta ante estas señales, con el fin de intentar evitar que estos primeros signos de timidez puedan ir a más y derivar más adelante en una dificultad para establecer relaciones sociales. Pero sin dramatizar. Y es que como recuerdan los psicólogos, la timidez no tiene que ser necesariamente algo negativo, siempre y cuando se sepa controlar y no se convierta en una fobia social.
Los expertos apuntan que el niño tímido nace, pero también se hace. El psicólogo estadounidense Jerome Kagan llevó a cabo una serie de estudios para determinar el origen genético de la timidez. Y una de sus principales conclusiones, tras analizar a un grupo de 400 bebés de cuatro meses, es que el 20% de los niños nacen con una predisposición para ser tímidos. Son bebés que se muestran más callados, vigilantes e inquietos ante situaciones nuevas. Sin embargo, gracias a la intervención positiva de sus padres y su entorno, más de la mitad de estos pequeños superan esta cualidad genética y no son tímidos cuando crecen. El factor genético, por tanto, no es determinante. De hecho, Kagan y su equipo también concluyen que uno de cada cinco niños que no muestran signos de timidez en la infancia pueden después desarrollarla a raíz de experiencias sociales negativas o de unas condiciones familiares inadecuadas.
Teorías aparte, lo que es innegable es que los niños introvertidos requieren de una comprensión y delicadeza especial por parte de sus padres. Sin embargo, como explica Álvaro Bilbao -autor de 'El cerebro del niño explicado a los padres'- la falta de conocimientos sobre los rasgos típicos de los introvertidos o su potencialidad hacen que muchos padres no sepan manejar situaciones muy frecuentes adecuadamente.
Dispuesto a ayudarles, este doctor en Psicología y neuropsicólogo ha publicado en su blog 'Educar con el cerebro en mente' un listado con los siete errores cometidos por los familiares de este tipo de niños introvertidos. Aquí va a modo de resumen:
"El niño introvertido disfruta su tiempo libre sin obligaciones o compromisos. Necesitan estar en su propio terreno dejándose llevar por sus tiempos, pensamiento y propios entretenimientos. "Por lo tanto si quieres que tu hijo introvertido se sienta relajado y confiado, limita la cantidad de extraescolares y actividades programadas y dale todas las semanas suficiente tiempo para estar en su casa jugando a su aire", recomienda Bilbao.
"Cualquiera que lo piense debería darse cuenta de que hacer pasar vergüenza al niño no va a ayudarlo y, sin embargo ocurre con cierta frecuencia porque los padres todavía piensan que la vergüenza hará salir al niño de su caparazón. 'Venga!, di algo!', 'No te hemos escuchado….Nadie te escucha….¿puedes hablar más alto?' Por favor, no hagáis esto…nunca, nunca, nunca", subraya este experto en su post.
"Sólo hay una cosa que puede ser peor para un niño introvertido que hacerle pasar vergüenza y es ser delatado por su propio padre o madre. Una frase como 'Rodrigo es muy tímido' puede echar por tierra toda la invisibilidad que el niño tímido o introvertido utiliza para sentirse seguro. El resultado puede ser que el niño evite con más fuerza el contacto social", alerta Bilbao.
Otro de los errores más repetidos, según cuenta este neuropsicólogo, es el obligarlos o forzarlos a interactuar. Eso sí, conviene ir ayudándoles haciéndoles las cosas más fáciles. "El objetivo nunca debe ser que el niño sea el más sociable del planeta, pero sí que pueda conversar con niños que conoce, saludar a familiares, poder entablar una relación con niños nuevos o participar moderadamente en grupos reducidos".
Muchos de estos pequeños con pocas habilidades para comunicarse se sienten incómodos cuando sus intimidades se airean por ahí, "dado que se pueden sentir desprotegidos si nos ponemos a contar a sus amiguitos cosas como 'Lucía tiene un disfraz precioso en casa' o 'A Marcos le gusta mucho tocar a los perros'. El introvertido prefiere esperar a sentir que la otra persona merece su confianza", recuerda el autor de 'El cerebro del niño'.
"Hablar por un niño introvertido sólo hará que se meta más en su propia madriguera y no realice el pequeño esfuerzo que puede suponer hablar con desconocidos. Si tu hijo es introvertido y no quiere hablar puedes animarlo en privado (por ejemplo antes de una reunión familiar o después para que hable). Si llegado el momento no quiere hablar puede ser bueno que ante la insistencia de otras personas tu respetes su silencio o que le ayudes demostando como se interacciona; simplemente conversa con otros padres y con otros niños de una manera abierta y tranquila y no pongas toda tu atención sobre el pequeño", indica.
Que un niño tímido se acerque a otro ya es por sí un logro. Por ello, cuando ocurre, los padres no deben presionarle si no es capaz de hablarle. "En ese momento el padre o la madre le dicen '¿No le vas a decir nada?' 'Venga..pregúntale cómo se llama!' y así echan por tierra sus pequeños progresos", advierte Bilbao. "Lo suyo sería reconocérselo por ejemplo, pasando la mano sobre su cabeza sin decir nada para darle un poco de aprobación y confianza", propone.
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