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¿Encuestas o apuestas?

La rotonda ·

Sábado, 2 de marzo 2019, 00:05

La carrera electoral ha comenzado para nervios de muchos, miedo de no pocos e incertidumbre para casi todos. Nunca antes salvo en una ocasión se habían celebrado tantos comicios tan cercanos en el tiempo: en apena un mes vamos a tener en este bendito país elecciones generales, europeas, autonómicas no históricas (todas menos cuatro) y municipales. O sea, que de una tacada nos jugamos el futuro político y el devenir del continente, del país, de no pocas regiones y de nuestras ciudades. Tela, mucha tela que cortar.

Nunca antes tampoco se había llegado a las urnas con un descrédito mayor del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) gracias a la 'cocina' del señor Tezanos, que se ha creído que el otrora serio y creíble instituto es como un juguete que tiene que favorecer a los que lo nombraron; igualmente, posiblemente llevados también por lo dicho anteriormente, pocas veces la gente le ha hecho menos caso a las encuestas como ahora. Ya se vio en Andalucía, donde el fracaso demoscópico fue de los que se estudiarán en Sociología y Política en breve, y previsiblemente volverá a suceder en esta próxima convocatoria a las urnas. Ocurre, no todo va ser culpa de las empresas que hacen los sondeos, que los que las encargan se quieren gastar muy poco dinero, y hacer una encuesta seria vale mucha pasta, por lo que los márgenes de error son tremendamente grandes, tanto que pueden determinar 10 diputados aquí y 10 diputados allá, muchos para esta fiesta. Sucede igualmente que la gente cada vez tiene más reparos a decir lo que va a votar. Hay como una especie de resquemor (por no decir miedo) a publicar lo que vas a elegir en las urnas, curioso en estos tiempos de tanta (y falsa) 'transparencia tuitera'. Como decía un buen amigo, otrora gran prohombre de la polìtica y experto en estos menesteres de prever lo que 'prirían' las urnas, vamos a pasar «de las encuestas a las apuestas», lo cual no deja de tener tanta gracia como desazón por lo que significa.

De todas formas, eso de que las encuestas fallen más que una escopeta de feria (dicho muy peculiar y de perfecta utilización en este tema) no ocurre sólo en estos lares hispanos, ni mucho menos, y si no ahí está Trump y el Brexit para demostrar lo que decimos. Sea lo que fuere, lo cierto es que llegar a las urnas con tanta intriga, sin saber qué va a pasar, también gusta, no como antes, cuando a un mes de la cita electoral ya sabías quién iba a ganar y con qué margen apenas sin errores notorios. La pena es que cada vez que el CIS publica sus encuestas, tres cuartas parte de este país se parten de la risa, en fin...

Nunca, pues, nos pusimos delante de una urna con tanto por decidir y sin saber a priori lo que va a pasar. A mí, personalmente, me gusta, aunque comprendo que no todos quieran ese estado de ánimo que produce la incógnita. Lo que es seguro es que nos la jugamos, porque nunca antes habíamos tenido tantos extremos y tan peligrosos, hasta el punto de que hay incluso quienes quieren romper España y derrocar al Rey. Mucha tela. Esperemos que no sea demasiada.

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