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Maria Dolores Tortosa
Domingo, 12 de marzo 2017, 10:02
La paz sellada este pasado día 7 de marzo entre PSOE y PSC ha tenido un protagonista andaluz: Mario Jiménez, portavoz de la Gestora. El también portavoz de los socialistas en el Parlamento llevó junto a Elena Valenciano, eurodiputada y exnúmero dos con Alfredo Pérez Rubalcaba, el peso de las negociaciones con los socialistas catalanes. Es previsible que a Mario Jiménez se le empiece a ver de otra manera en el panorama político desde este acuerdo.
Sin duda constituye un éxito en su carrera política que avalará su continuidad en primera línea del PSOE, sea en Andalucía, donde a él le gustaría seguir, o en Madrid. Aún es pronto para vaticinar nada. El reto de la paz con los catalanes era difícil y ha salido bien, pero faltan las primarias y el congreso del PSOE. Entonces, si Díaz logra el liderazgo y hay unidad en el partido, podrá decir 'misión cumplida'. Solo entonces llegará su hora y la recompensa, un momento para el que ha esperado largo tiempo.
Mario Jesús Jiménez Díaz (Moguer, 1971) formó parte en 2010, cuando José Antonio Griñán se hizo con la secretaría general del PSOE andaluz, de la llamada 'guardia pretoriana' del expresidente de la Junta: Él, Susana Díaz y Rafa Velasco. Griñán los señalaba como la savia nueva de la que iba a depender el futuro del partido en Andalucía tras la etapa Chaves y la suya propia, que intuía breve aunque sin contar con el huracán ERE que le desalojó antes de tiempo de la Junta. Velasco, su ojito derecho, salió mucho antes por la escandalera de los cursos de formación. Mario Jiménez y Susana Díaz se quedaron solos en el banquillo de suplentes con un panorama bastante desolador. En la pugna ganó Susana Díaz, por aguerrida. Mario Jiménez, con tanta ambición como ella, se echó a un lado. El entorno de Griñán siempre dijo que fue «generoso». De vicesecretario general pasó a portavoz de nuevo en el Parlamento andaluz y allí puso a prueba sus cualidades máximas en política: resistencia y fidelidad.
Se convirtió en el 'dóberman' de Susana Díaz contra el PP y le demostró que no era su rival, sino su aliado, para ganársela poco a poco. Como Díaz, conoce muy bien los entresijos y cañerías del PSOE. Es un hombre de partido con un referente: Huelva, que controla pueblo a pueblo. No ha ejercido otro cometido que la política, desde concejal en Moguer, senador y diputado andaluz. Diplomado en Economía y Master en Derecho Tributario y Asesoría Fiscal, es padre de cuatro hijos.
Ese es su currículum, pero como muchos otros políticos que han echado los dientes en las juventudes de sus partidos, el de Mario Jiménez es mucho más intenso que denso. Consta de muchas horas de pasillos y mesas de negociaciones. Cuando Susana Díaz decidió que fuera su hombre en la Gestora estaba convencida de su capacidad y lealtad a su proyecto, el de llevar al PSOE a un congreso de unidad en el que ella podría ser la secretaria general. Jiménez había demostrado su capacidad de negociación en los 80 días que la oposición en Andalucía la tuvo sin poder investirse presidenta de la Junta. Fajó el acuerdo con Ciudadanos junto a Juan Cornejo y luego ha seguido con este y Chiqui Jiménez Barrios en el día a día de las negociaciones con los naranjas para sacar adelante dos presupuestos y numerosas iniciativas legislativas, o frenar otras de la oposición.
Correoso pero con mucha paciencia en las negociaciones y también sentido del humor, de Mario Jiménez era más visible su tono hosco y la estopa que daba cada pleno del Parlamento al PP. Plantones por su lenguaje duro le han dado en la Cámara Javier Arenas y Juanma Moreno. Con la Gestora ha desembalado otro registro, el de moderado. «Es un político completo, con muchos registros», asevera un miembro de la ejecutiva regional del PSOE. Pertenece al club de los herméticos, de los que no sueltan prenda. El día de noviembre que se constituyó la Gestora y fue designado, a instancias de Susana Díaz, número dos de la misma, estaba convaleciente de una operación de estómago, pero no faltó al comité federal.
Jiménez y Valenciano han echado muchas horas de conversación con los catalanes Salvador Illa y Antonio Balmón para la paz que han firmado ante las cámaras Javier Fernández y Miquel Iceta. La principal consecuencia es que los socialistas catalanes votarán en las primarias, aún inscribiéndose en un censo.
Este acuerdo, más que las ponencias económicas y políticas, era esencial en el tiempo marcado por Susana Díaz para lanzar su candidatura. Quien conoce el PSOE sabe de la trascendencia de este reencuentro y sobre todo del papel que la tradicional entente cordial entre Andalucía y Cataluña ha jugado en su historia: Una pinza para decidir congresos y elecciones. Cierto que la militancia de Cataluña no es mucho mayor que la de la provincia de Sevilla (sobre diez mil personas) y que Díaz podría ganar incluso sin los votos catalanes, pero el respaldo de parte de estos es fundamental para el gran proyecto de la andaluza: ser la líder que una al PSOE y le haga volver a ganar elecciones.
Para Díaz, Cataluña siempre ha ocupado una parte esencial de su mensaje político nada más asomarse al panorama nacional. Fue quien paró en noviembre de 2013 la deriva de Pere Navarro, partidario del derecho a decidir (ahora apoya a Pedro Sánchez). De gran repercusión fue su viaje a Cataluña en febrero de 2014 para dejarle claro a Navarro y a Artur Mas: Sí a la diversidad, sí al diálogo, no a la secesión y no al referéndum. Esta seguirá siendo su posición para ganar las primarias. Díaz era entonces muy bien vista por muchos de los socialistas catalanes.
Estaba en 2014 llamada a ser la lideresa del PSOE tras Pérez Rubalcaba, pero cometió el error de dejar que se subiera al tren Pedro Sánchez de forma provisional. Ahora, quemada por el golpe de mano que lo apeó de ese tren, intenta recuperar el terreno perdido. Y el pacto PSOE-PSC es trascendental por el protagonismo andaluz.
Miquel Iceta, expedrista, lo vio claro y se plantó en Sevilla para buscar el respaldo de Susana Díaz para reconducir la ruptura del PSOE con el PSC. «Susana Díaz tiene una gran voluntad de unir», manifestó en noviembre de 2016 tras prometer neutralidad en las primarias.
Díaz confió en el buen hacer de Elena Valenciano, una de sus aliadas para liderar el PSOE. Y situó a Mario Jiménez en el corazón de la negociación para que se oyera bien el acento andaluz de la paz firmada por Iceta y el asturiano Fernández. Un acento andaluz de «igualdad y tolerancia», dijo este lunes. Una frase para sacar punta a varios lápices. Los catalanes fueron los primeros en diseñarle el traje despectivo de andaluza folclórica que el edil pedrista de Madrid le colgó con poco tino esta semana.
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