Diálogo y consenso
Rafael J. Pérez
Lunes, 6 de febrero 2017, 09:05
La nueva legislatura lleva ya dados sus pasos. Sus primeros e interesantes pasos. Atrás quedaron los meses tensos, intensos y tediosos que vivimos en los ... que como se diera un paso en falso parecía que íbamos a terceras elecciones. Sorprende y alivia la manera de conducirse esta legislatura, más allá de las legítimas diferencias y pareceres de cada cual. Parece que el diálogo y el consenso caminan de la mano. Acuerdos para contener el déficit para las comunidades autónomas, la legislación para gestionar el escándalo de las cláusulas suelo o los acuerdos en la conferencia de presidentes son algunos ejemplos que apuntan maneras. Alivia ver cómo la clase política se pone de acuerdo. Laus Deo. Aunque sean difíciles los equilibrios o los acuerdos se dibujen demasiado complejos. O estos sean inicialmente fruto de la debilidad política del adversario. Todo se andará y el tiempo dará la razón a quienes auguraban una legislatura extensa o a quienes advertían de su brevedad. A quienes alertaban de que vienen curvas o a quienes convencidos de su estrategia política y consecuencias para la estabilidad han emprendido el camino del consenso y el pacto. El Papa Francisco ha pedido diálogo en España para el proceso de laicidad. Pero este consejo es perfectamente extensivo a cualquier otro proceso o situación sociopolítica. Afirma que el diálogo es el consejo que da a cualquier país. Pide que no haya insultos, que no se condene antes de dialogar. Lo primero: el diálogo. No se puede concebir una política sin diálogo, recordaba Francisco. Y lo cierto es que la tradición parlamentaria en España debe mucho a la búsqueda de moderación y al deseo de alcanzar un equilibrio entre las legítimas reivindicaciones del arco parlamentario y el pueblo. Pero ¿dónde se encuentra la fundamentación ética de las deliberaciones políticas? Las normas objetivas para una acción justa de gobierno son accesibles a la razón. No necesariamente a la razón de Estado. Sino a la razón. En este sentido el papel de la razón en el debate político consiste en ayudar a purificar e iluminar la aplicación de ésta en el descubrimiento de principios morales objetivos. Sobre todo a la hora de legislar en lo referente a temas que atañen a la dignidad humana. Pero, cuidado, sin la ayuda de la verdad, la razón puede ser presa fácil de distorsiones: puede llegar a ser manipulada por ideologías o aplicarse de forma parcial.
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