Jurisperito
ANTONIO GARRIDO
Domingo, 14 de junio 2015, 12:44
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ANTONIO GARRIDO
Domingo, 14 de junio 2015, 12:44
Estoy viendo una de tantas tertulias de televisión como corresponde al analista. No negaré que muchas veces me llevo unos disgustos de campeonato por lo que escucho. Aparecen unas imágenes en las que una política afirma que alguien es 'jurisperito'. Entre todos los tertulianos se produce un murmullo de estupefacción. ¿Qué es eso? Uno de los miembros de la mesa se atreve a afirmar que es un palabro; es decir, «palabra mal dicha o estrambótica». Y no pasa nada y estos caballeros y damas siguen inflados en su prepotencia y en su oceánica ignorancia. La palabra existe y procede directamente del latín; se trata de un compuesto de 'iuris' y 'peritus' y es lo mismo que 'jurista', que es persona experta en derecho. Por citar un caso, Núñez de Pineda de 1673, se refiere a «este licenciado jurisperito». No se fíe demasiado el lector de las tertulias y del nivel cultural de los participantes.
A lo largo y ancho del mundo se celebran reuniones de los poderosos de la tierra o de los poderosos y los pobres; en estas, siempre pierden los segundos. Son «reuniones políticas» pero leo «reuniones de tipo político», lo «de tipo» es absolutamente prescindible.
En tiempos convulsos y de pactos las frases son muy importantes. Son titulares de los periódicos y llegan a escandalizar. Pues prepárese el lector, ¿qué piensa de la que sigue?
El emisor afirma que su partido aspira a acabar con los antagonismos sociales y lo hará con: «La supresión de la magistratura, la supresión de la iglesia, la supresión del ejército». No, no es de hoy, se pronunciaron el 5 de mayo de 1910 en el Parlamento y así aparecen en el Diario de Sesiones. No nos asombremos de nada. Comparadas con las que escuchamos son pura dinamita.
En estos días se está empleando con mayor frecuencia de su uso normal las palabras «apañar» y «apaño» para referirse a los pactos. Además de ser la acción y efecto de apañar, encuentro cinco acepciones que resumo: «Compostura, reparo o remiendo hecho en alguna cosa». «Disposición, maña o habilidad para hacer algo». «Acomodo, avío, conveniencia». La designación léxica de los hablantes es extraordinaria. Un tufo de componenda, de acuerdo no santo, de oportunismo, de te doy para que me des son los matices con el que se está usando. La duda de la probidad de los políticos es muy difícil de erradicar en la opinión general.
Con todo, la palabra 'corrupción' es la más empleada en el contexto político. La razón fundamental es que todos los días aparecen nuevos casos o se amplían los existentes. Son muchísimos los ejemplos que podría citar y no solo desde la llegada de la democracia sino desde siglos muy anteriores. Como curiosidad me referiré a una mujer muy joven y muy bella, con cierta propensión a engordar. Era casi una niña cuando la casaron con un claudicante Fernando VII, que ya estaba hecho una ruina. Le dio dos hijas y no el ansiado varón. El Rey Felón se murió para descanso de los españoles pero dejó la puerta abierta a la guerra carlista.
María Cristina, la joven y ardiente viuda, como se verá, ocupó el cargo de regente del reino en nombre de la que sería Isabel II, la de los Tristes Destinos, en palabras de Pérez Galdós. Desde tan alta posición se dedicó a robar sin reparo, su corrupción fue inmensa. Se afirmó que no se emprendió ningún negocio en España sin pagar peaje a la Regente; hasta de trata de esclavos se la acusó; desde luego, mucho obtuvo con las concesiones de ferrocarriles. La he calificado de ardiente y lo era la napolitana. Se enamoró locamente de un apuestísimo miembro de la guardia real, Muñoz por nombre, con el que se casó en secreto y del que tuvo muchos hijos, los muñoces. La palabra corrupción se les puede aplicar con toda propiedad.
Para terminar me referiré a otros términos que están de moda por la situación; así, la 'centralidad' es el objetivo deseado por la mayoría de los partidos porque, según los estudios sociológicos, la tendencia de los españoles es el centro y el que lo consigue triunfa en las elecciones. Frente a este término aparece el opuesto 'radicalismo' y su sinónimo 'extremismo'.
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