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María Albarral
Marbella
Lunes, 12 de febrero 2024, 00:29
Abrir el grifo y que salga agua es un auténtico lujo, y no solo por la sequía que atravesamos, sino por las infraestructuras que tenemos que nos abastecen. No siempre fue así, de hecho, hasta el siglo XX nuestras familias tenían que acercarse a las fuentes públicas a rellenar cántaros y cubos para llevar a las casas. ¿Cómo era el día a día en Marbella cuando no existían las tuberías? La historia es cíclica y, por lo tanto, las etapas de sequía también. ¿Cómo se solucionaban estos problemas? Para contestar a estas y otras preguntas así como para conocer mejor la historia del agua en la ciudad y su medio natural, la asociación Marbella Activa realizó ayer 'el Camino del Agua', una ruta enmarcada en su ciclo de 'Caminos Históricos' que irá llevando a cabo en diferentes domingos. En esta primera salida, se dieron cita medio centenar de personas que, a pesar de las alertas de lluvia, salieron a la calle a recorrer estos senderos acompañados por el historiador, Francisco Moreno además de especialistas en medioambiente, botánica y ornitología. «La jornada ha servido para conocer mejor el paraje de Puerto Rico que es quizá la joya medioambiental de Marbella que ha suministrado agua a lo largo de la historia», apunta Moreno quien añade que «supone la clave de toda la existencia de la ciudad, sin este manantial Marbella no existiría pues los primeros asentamientos se produjeron en torno a este recurso natural».
El agua es un elemento esencial para la subsistencia del ser humano. Así pues, desde la Prehistoria adquirió especial importancia este punto que más tarde fue aprovechado por los romanos en instalaciones que surtían el conocido como 'Castellum Aquae' de la ciudad, es decir, un depósito de agua situado en la parte alta de la localidad que recibía el agua a través de un acueducto. Más tarde serían los musulmanes quienes mejorarían el sistema con la creación de acequias.
«De pueblos árabes nos llega lo que se conoce como la 'acequia vieja' que recorría la calle Portada hasta la rotonda de la comisaría nacional. Surtió a la ciudad durante siglos. Después desde el mismo manantial de Puerto Rico se hizo otra conducción en el siglo XIX que es la más conocida ahora que discurre por el Camino del Trapiche, y llevaba el agua a las fuentes de Marbella tanto públicas como privadas», relata el historiador.
Fuentes
A partir del siglo XX comenzaron a instalarse las tuberías que abastecen las casas pero, debido a la Guerra Civil, no sería hasta pasados los años 50 y 60 que, de manera lenta y paulatina, fue llegando el agua a las viviendas de Marbella. Hasta aquel entonces, desde el siglo XIX los marbelleros tenían que acudir a las fuentes públicas a por el agua a excepción de algunos pocos vecinos que contaban con fuente propia. Entre las más populares que servían como punto de encuentro de los vecinos destacan la del Santo Cristo, del Chorrón, plaza de Los Naranjos o la plaza de África. «Yo recuerdo con cariño cuando mi madre me mandaba a la fuente a por agua para llenar un cántaro. Siempre había gente y se echaban ratitos de charla. Si queríamos agua no había otra», comenta con nostalgia el marbellero Francisco Cerván que en aquellos años era un niño.
De esta manera, los vecinos acudían con cañas huecas que ponían en el 'pitorrillo' de la fuente para llenar sus recipientes mientras los más pequeños correteaban por las inmediaciones y los adultos se ponían al día de sus vidas. No eran pocos los problemas que este abastecimiento acarreaba pues los animales también bebían de las mismas y, el agua en sí, no tenía tratamiento previo sino que venía directa del manantial por lo que era un foco de infecciones y epidemias.
Asimismo, las sequías tampoco se vivían igual. Existían conflictos constantes que están documentados. «Había pleitos porque se quitaban el agua los unos a los otros. El agua por la acequia iba bajando por gravedad y a los de arriba les llegaba primero y muchos de ellos abusaban porque provocaban desvíos y regaban mientras que los de abajo se quedaba sin nada», comenta Moreno. «Antes no era como ahora que si te quedas sin agua vas a la tienda y compras una botella, en aquellos años no había forma de suplirlo y si no había agua no podías regar los huertos ni beber por lo que se trataba de auténticas crisis de subsistencia que generaba constantes conflictos», señala. El historiador ha hecho referencia también que «en épocas de sequía los marbelleros tenían a sus santos protectores para hacer las rogativas como, por ejemplo, en la iglesia del Santo Cristo y se sacaban también en procesión». Moreno explica que «incluso en abril de 1897, la sequía fue tan fuerte que una noche salieron todos los santos».
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