
Aunque en 'Congelados González' de Estepona el producto siempre está helado, la simpatía y energía de los hermanos Marisa y Gabi inundan de calidez el establecimiento. Todo el que entra en este comercio se lleva, además de la compra, una sonrisa y alguna anécdota. «Los días iniciales de la cuarentena la tienda parecía una feria» explica Marisa. «La gente creía que se iba a acabar el mundo, no dábamos abasto y vendimos más que en Navidad«, señala, y eso que ahora el marisco está más barato.
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Pasados unos días, las ventas ya se han estabilizado y la facturación es parecida a antes de la epidemia, comenta Marisa, y eso que ahora no sirven a los restaurantes. En las cámaras interiores tienen algunos pedidos que los chiringuitos habían hecho para la Semana Santa. No saben qué pasara con ellos.
Los dos hermanos y la tercera trabajadora, María, están separados en los mostradores por la distancia de seguridad y siempre utilizan guantes y mascarillas. Marisa se queja de que le han cobrado por una mascarilla en la farmacia hasta cinco euros.
Aunque la tienda tiene dos puertas de acceso, sólo se ha habilitado una para tener un control de los clientes, que entran de uno en uno. Nunca hay más de tres compradores en el interior. «Además la gente ya no se pega al mostrador, guarda la distancias y cumple las normas», comenta Gabi.
La mujer de Gabi es médico en urgencias del Hospital Costa del Sol. Esta mañana se ha despido de ella y no sabe cuándo volverá a verla porque ha decidido quedarse a dormir en una de las zonas habilitadas para acoger a los sanitarios durante la cuarentena, y evitar así que pongan en peligro a sus familias. «Es muy duro, tengo miedo, pero es lo que nos ha tocado vivir«, dice Gabi que además reconoce que es bastante hipocondríaco. Tanto es así que está todo el tiempo limpiando la tienda. »Vamos a caer malos pero por culpa de tanta lejía« se queja.
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Y su obsesión por la desinfección la lleva también a casa. Por las noches limpia el rellano de su piso, el ascensor y hasta las puertas de los vecinos.
Estos días el producto estrella en 'Congelados González' es la rosada, aunque también se venden otros pescados como la merluza o el abadejo. Y ha subido mucho la venta de precocinados, «que no son tan sanos, pero que hacen mucho avío», señala Marisa.
Los propietarios explican que no hay problemas con el suministro de mercancía. Es cierto que los proveedores han reducido sus visitas. Algunos traían productos a diario y ahora los visitan una vez a la semana.
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Este rincón de Estepona, en la prolongación de la avenida San Lorenzo, se ha convertido en una de las zonas más transitadas de la ciudad. Al lado del Congelado hay una carnicería, dos ultramarinos, una veterinaria y una papelería que vende la prensa del día. Todos ellos con autorización para estar abiertos.
La tienda funciona ahora exclusivamente con la gente del barrio. Los clientes de otras zonas más alejadas y del extrarradio ya no pueden desplazarse. Los hermanos González están muy pendientes de su clientela y han llevado pedidos a algunos mayores que no salen de casa.
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Marisa y Gabi han decidido abrir de 09.00 a 14.30 horas y creen que todos los comercios deberían cerrar por la tarde para hacer más efectiva la cuarentena. Además ellos también necesitan estar con sus familias y darles ese calor que desprenden después de un día de trabajo entre el frío.
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