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Maribel Yébenes, Begoña Trapote y Mariam Yébenes
Cena con diamantes

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La exposición de joyas de Chopard, uno de los saraos del verano marbellí, reunió a rostros asiduos de estas fiestas

rosa villacastín

Miércoles, 6 de agosto 2014, 01:14

En Marbella cualquier disculpa es buena para organizar un festejo de aquellos que, como decía Joan Manuel Serrat, hablaban sus abuelos. Saraos en los que la mayoría de los invitados ejercen de figurantes: nadie les conoce, no se sabe si estudian o trabajan, de donde vienen o adonde van. Lo que hacen muy bien es lucir palmito, sonreír a cámara, saludar como si te conocieran de toda la vida, aunque después nadie sepa darte razón de quiénes son. Digamos que así es el grueso del pelotón porque después sí, después están los asiduos, esos que dan relumbrón a cualquier fiesta, que no son los anfitriones pero merecerían serlo por su simpatía, por su don de gentes, por su conocimiento de la vida. Me estoy refiriendo a gente como Pedro Trapote, el propietario del Joy Eslava de Madrid, que igual te comenta los últimos movimientos de la bolsa de Nueva York, que en un abrir y cerrar de ojos te hace una radiografía del espectáculo en el que hemos coincidido. Una radiografía tan certera que parece que hubiera estado días preparándose la información, cuando la realidad es que hacía cinco minutos que había aterrizado en la discoteca de Olivia Valère, con Begoña, su mujer.

Otro personaje digno de mención es Iñigo Urbaneja, catalán de nacimiento, afincado en Marbella desde hace mucho tiempo. Tanto, que ha vivido en propia carne todos los movimientos políticos y sociales de los últimos 50 años, lo que le permite hablar con conocimiento de causa de cualquier tema que afecte a una ciudad en la que nadie se siente forastero. Iñigo, que acaba de regresar de Menorca donde ha estado viviendo un par de años, acudió a la fiesta de Chopard para reencontrarse con algunos de sus viejos conocidos: Hubertus de Hohenloe, Manuel Segura, Maribel Yébenes y Miriam, su hija; Carmen Lomana, la hija del jeque Asmawy, y un sinfín de gente más.

El alma de la fiesta es siempre en cualquier tipo de evento mi querido Pepito. Sevillano de pro, Pepe García de Tejada, un personaje entrañable, divertido, ingenioso, que si no existiera habría que inventarlo, que se define así mismo como muy buena gente. Un título que le viene como anillo al dedo. Fue él quién me presentó a la más extravagante de la noche, una rusa millonaria llamada Natasha Benillouche, que para llamar la atención, se había puesto una capa de plumas que quitaba el sentío, y que era lo menos indicado para lucir en un evento una exposición de joyas de Chopard, donde el ambiente estaba ya bien caldeadito.

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