LA ESPIRAL: Placeres para quienes se cuidan
Este pequeño obrador malagueño ofrece repostería y dulces artesanos con productos ecológicos, harinas especiales y solo azúcares naturales
A priori, se diría que ‘repostería macrobiótica es un oxímoron’, pero Susana y Eva Gómez, las dos hermanas malagueñas que están detrás de La Espiral, un pequeño obrador de dulces en la calle Dos Aceras, han hecho posible que dos conceptos a priori opuestos armonicen de maravilla. Tanto, que la tienda lleva también sus productos a herbolarios y tiendas de dietética de toda la provincia.
Tartas, galletas, postres en vaso, bizcochos, pastas, incluso brownies salen de las manos de estas dos particulares reposteras, que vienen de otros mundos profesionales (Eva es ceramista y Susana, economista) y que decidieron cambiar su dieta y endulzar la de otros a raíz de experiencias personales que las llevaron a abrazar el veganismo y la macrobiótica. «Macrobiótica significa en griego vida larga», explica Susana, y añade: «Durante años tuve problemas de salud relacionados con la digestión, y el cambio en la forma de alimentarme los resolvió todos. A partir de ahí empecé a interesarme por la macrobiótica, y me formé en centros especializados en Madrid, Sevilla y Valencia». Eva, que dejó de consumir carne al empezar a practicar yoga, encontró en la repostería muchas similitudes con la cerámica. «Tienen el común el juego de alquimia, la importancia del fuego en la cocción y el proceso artesanal y creativo», dice.



Sus dulces son 100% veganos. Y se elaboran con ingredientes ecológicos y, la mayoría, de cercanía y de temporada. Recientemente se han acogido a Sabor a Málaga. Como base para los dulces emplean harinas integrales de espelta, de kamut o de centeno, además de algunas harinas sin gluten como la de trigo sarraceno o la de maíz, y semillas, frutos secos, leches vegetales, agua mineral, aceites de primera presión en frío, espesantes y endulzantes naturales. Es decir, que prescinden de los azúcares refinados y aprovechan los que de forma natural están en las materias primas. El resultado convence incluso a escépticos. Brownies, tartas de zanahoria o de calabaza, de frutas (manzana, limón), tarta de queso vegana, tarta de tres chocolates, magdalenas tradicionales y de harina de algarroba (sustituto antiguo del cacao que utilizan en algunos postres, aunque no renuncian a los cacaos puros ecológicos), galletas y hasta turrones de chocolate con almendras o tipo Jijona, aunque, eso sí, menos dulces que los tradicionales, componen su extenso catálogo.
Por encargo, elaboran incluso mesas dulces y meriendas para cumpleaños, y tartas personalizadas. Y también surten a otros comercios, donde sus dulces se agotan nada más llegar. Una incursión muy artesana en un tipo de repostería con futuro, pensada para disfrutar sin excesos ni culpas.
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