
A la rutina de la toga, el perdón y la vida austera le sucedió la de la guitarra, los escándalos y el exceso. De cánticos y oraciones a quejidos tan llenos de pasión que rajan la garganta. El Café de Chinitas, el café cantante más famoso de España, y su pasaje son de esos lugares que transpiran historia en cada piedra. Este callejón, desde el arco de su entrada hasta sus esquinas más profundas, se ha ganado a pulso y tesón un hueco en el imaginario popular español. Sus historias corren por las venas de Andalucía con un latir tan famoso que resuena en el resto de la península.
Publicidad
El pasaje de Chinitas se erige sobre la Antigua Iglesia de las Agustinas Descalzas, de la orden de San Agustín, una orden que llegó a nuestra ciudad en 1628 y que, tras la desamortización de Mendizábal en 1836 pasó a manos del Estado, quien lo sacó a subasta. El complejo fue adquirido por el acaudalado Antonio María Álvarez de Quindós y Gutiérrez de Aragón, quien tiempo atrás fue gobernador civil y militar de Málaga.
Las intenciones de Álvarez eran las de crear un pequeño pasaje donde se asentarían algunos negocios, llamándose por aquel momento 'Pasaje Álvarez'. Entre las ideas de Álvarez de Quindós se despertó el deseo de crear en su pasaje un pequeño teatrillo para su uso particular, sin saber que ese establecimiento adquiriría tal fama que cambiaría de nombre a su pasaje. Lo construyó, a conciencia, en un bajo al que apenas llegaba luz, con el fin de poder formar jaleo y dar rienda suelta al jolgorio sin llamar en exceso la atención de las autoridades. La experiencia le dictó que aquel era el mejor lugar, pues muchos de los cafés cantantes de la época habían tenido serios problemas con las autoridades debido a los escándalos que se formaban en sus interiores y el revuelo que esto generaba entre los vecinos.
Dependiendo de la fuente consultada, el origen del nombre de Café de Chinitas varía. La primera teoría tiene que ver con la piedra que decoraba el suelo del patio del local malagueño. El pavimento estaba cubierto de piedrecillas de canto rodado, o como comúnmente se les llama, chinitas. Así de sencillo, el local terminó por absorber esta peculiaridad para incluirla en su nombre de manera popular, dando origen al Café de Chinitas.
La otra teoría se debe a Gabriel López, más conocido como 'El Chinitas'. El actor era un asiduo del Chinitas, actuando con frecuencia en las fiestas que se caldeaban en el interior del local. Tal era el nivel de sus actuaciones, que los visitantes comenzaron a llamar al establecimiento el 'Café de Chinitas'.
Publicidad
Las fiestas que se celebraban en su interior pronto empezaron a llamar la atención. Artistas de talla internacional y fenómenos locales comenzaron a frecuentar el Café de Chinitas, alimentando la leyenda. Su larga barra circular repartiendo bebidas espirituosas, un piano que no dejaba de sonar, decenas de cantaores y farándula de toda clase hicieron del Chinitas el sitio favorito en la época. Juan Breva, Antonio Chacón, La Macarena, La Juana, La Trini, El Petrolo, El Porrilla, las hermanas Navarro, Estrellita Castro, Lucrecia Torralba, Manuel Torres, Pastora y Tomás Pavón, Manolo Caracol, Cojo de Málaga, Palanca o Juanito Valderrama dejaron su huella en el Chinitas. Tal fue el prestigio que adquirió el local, que personalidades como La Argentinita, Picasso, Salvador Dalí, Vicente Aleixandre o Federico García Lorca (quien le dedicó un verso), frecuentaron el local, avivando aún más si cabe la llama eterna de la leyenda que se cocía en las noches del Chinitas.
Pero este teatrillo de Álvarez de Quindós, con el paso de los años, comenzó a granjearse otra clase de fama. Los excesos y las riñas llevaron a varios cierres del local por parte de las autoridades. Tanto es así que algunas publicaciones de la época contaron que el Café de Chinitas era un burdel encubierto. Para aliviar esa fama, cambiaron el nombre del local a 'Salón Royal'. Un cambio que, desafortunadamente, no mermó las trifulcas cada vez más habituales en sus entrañas. El arte latía cada vez más lento y apagado y la cara oscura del Chinitas terminó apoderándose por completo de sus muros hasta que, en 1937, se ordenó el cierre definitivo.
Publicidad
Durante décadas el Café de Chinitas permaneció sepultado en las sombras, aunque tal fue la fuerza de su leyenda, que ha sobrevivido hasta nuestros días. Ahora, 87 años después de su última fiesta, el Chinitas vuelve a servir tinto, cerveza y pitanzas. Karim Allan Bandack y Alicia Paz son los responsables de su reapertura, dos empresarios que apuestan por levantar la persiana tras una ardua reforma que, lejos de crear un nuevo concepto, pretende mantener viva la llama y esencia que en su día tuvo el local. Con una escultura de Federico apoyada en la enorme barra circular mientras sostiene su bolígrafo y libreta, el Chinitas volverá a suministrar historias a la ciudad.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.