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José Alberto posa en los campos de Mareo cuando estaba en el Sporting. ARNALDO GARCÍA

José Alberto, un peleón del fútbol

Perfil del nuevo entrenador del Málaga ·

Curtido en las categorías de cantera, el asturiano es otro ejemplo de técnico que llega a la élite sin haber sido jugador profesional

Miércoles, 2 de junio 2021, 00:15

Hablar de la figura de José Alberto López (Oviedo, 1982) significa reabrir el manido debate sobre si para ser un buen entrenador hace falta también haber sido futbolista profesional. Sólo hay que echar un vistazo a los banquillos de la élite para descubrir que la respuesta generalizada es que sí. Pero luego existen ejemplos como el del nuevo entrenador del Málaga, que sirven de contrapeso.

José Alberto es uno de los pocos que han roto el particular techo de cristal que sufren perfiles como el suyo, que en su mayoría terminan abocados a desarrollar su carrera en las categorías de nivel formativo sin mayores opciones de promocionar. No es el caso del asturiano, que aterriza con tres temporadas de experiencia en Segunda, un corto periodo de tiempo que es sólo la punta del iceberg de una trayectoria consolidada por casi dos décadas de trabajo en el fútbol base.

Su historia como entrenador comenzó con la mayoría de edad. Un problema de salud «de índole reumático» le impidió desarrollarse como futbolista y tuvo que retirarse en su primer año sénior tras alcanzar la Tercera División con el San Lázaro. Jugaba de central, el típico '4', y le encantaba organizar a sus compañeros durante los partidos. Su pasión por el fútbol lo llevó a lanzarse a la formación en la primera propuesta que recibió: un equipo benjamín de fútbol sala, el Astur. La idea de dirigir a un grupo de niños justo cuando iniciaba estudios de Magisterio le parecía un regalo.

Estudioso del fútbol

Y así fue como se enamoró de la profesión de entrenador. Tanto que se ha convertido en un estudioso de ello y no es extraño verlo en cada curso o conferencia que se le pone a tiro. Incluso suele impulsarlos. Los que le conocen destacan su profundo conocimiento sobre la ciencia de entrenar. Y no sólo en cuestión de nociones técnicas (uno de sus hobbies es mantenerse al día de las propuestas más innovadoras), sino también en lo relativo a la gestión de futbolistas, una de las asignaturas pendientes para aquellos que no han interiorizado el día a día en un vestuario profesional.

Esto lo compensó José Alberto desde el principio, cuando acompañaba a su hermano, Dani López (quien sí pudo hacer carrera como futbolista y estuvo cinco años en Segunda y siete en Segunda B), a sus entrenamientos con el Salamanca, donde bebió del trabajo de José Ignacio Martínez (más conocido como JIM, ahora en el Zaragoza), que siempre se ha caracterizado por ser un gran motivador.

Un problema de salud «de índole reumático» le impidió desarrollarse como futbolista y tuvo que retirarse en su primer año sénior tras alcanzar la Tercera División con el San Lázaro

Su historia es un ejemplo de sacrificio y capacidad de trabajo. Compatibilizó su carrera en el fútbol base como empleado de Ikea, un empleo que mantuvo hasta poco antes de rozar el profesionalismo

Lo que no le tuvo que enseñar nadie a José Alberto es su capacidad de sacrificio, «sobre todo acerca de algo que te apasiona, y a lo que podrás dedicar veinticinco horas al día sin que eso suponga esfuerzo alguno», como él mismo afirma en una breve autobiografía que ha publicado recientemente y que ha titulado 'El triunfo de un peleón del fútbol'.

Desde su juventud ha demostrado una alta capacidad de trabajo y ha ido compatibilizando múltiples actividades que le han curtido para aguantar jornadas de trabajo maratonianas. Logró licenciarse en Magisterio mientras iba ascendiendo temporada a temporada. Pronto decidió que iba a apostar todo por su sueño de ser entrenador y se dedicó en cuerpo y alma, aunque eso no le daba para pagar las facturas y crear una familia (está casado y tiene dos hijos). Por eso encontró trabajo en el departamento de Logística de Ikea Asturias. Aquel empleo le permitía compatibilizarlo, y lo mantuvo hasta poco antes de rozar el profesionalismo.

Trece años en Mareo

Se labró una buena imagen dentro del fútbol base asturiano y tras destacar con el C. D. Vallobín recibió la oportunidad de incorporarse a la prestigiosa escuela de Mareo, la cantera del Sporting, el equipo de su vida, algo de lo que no se esconde. Declara sin apuros su «sentimiento rojiblanco», y no es para menos. Allí estuvo durante 13 años y pasó por todas las categorías. Empezó como monitor de los campus y llegó a dirigir al primer equipo. Fue en noviembre de 2018, en Granada, donde tuvo un debut glorioso al ganar aquel partido en el último minuto y pudo cortar la mala racha que llevaba el equipo con Rubén Baraja.

Aunque en un principio ese objetivo era ciencia ficción. Antes tuvo que salir un año de Mareo para hacerse valer a los mandos de un equipo sénior, el Covadonga (en Tercera), y ni un año tardaron en volver a llamarlo del Sporting para comandar a un juvenil que causó sensación. Lo siguiente era el filial, y con ese equipo, en Segunda B, logró jugar la fase de ascenso a Segunda. Ya sabía que tarde o temprano iba a tener una oportunidad en la élite, y por suerte la encontró en casa.

En el Sporting dirigió 52 encuentros (19 victorias, 15 empates y 18 derrotas) entre las temporadas 18-19 y 19-20, pero una mala dinámica generó una presión en el ambiente que no pudo resistir. La campaña que acaba de concluir el Mirandés confió en él y ha confirmado su potencial logrando los objetivos con una amplia holgura y dejando un fútbol vistoso y estudiado por el resto. En Málaga seguirá explorando su límite como entrenador.

José Alberto posa para una sesión de fotos de El Comercio cuando era entrenador del Sporting. ARNALDO GARCÍA

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