«Nos atormenta no habernos despedido de mi padre»

Antonio Góngora

Domingo, 31 de enero 2021, 02:39 | Actualizado 15:15h.

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«Es que no se puede explicar, no sé cómo asimilar lo que ocurrió». Fernando Sanz perdió a su padre en el momento más incierto de la pandemia, cuando comenzaba el gran confinamiento de marzo. «A los ocho o diez días de su muerte apareció una furgoneta en la casa de mi madre (Mariluz), como un mensajero, y se bajó un señor con un paquete. Tocó a la puerta y le entregó las cenizas de mi padre. Así de frío, doloroso, inhumano...». Esta es la angustiosa historia del que fuera jugador del Málaga durante siete temporadas, más otras cuatro en las que se convirtió en propietario y presidente de la entidad de Martiricos. Un malaguista más. «Lo que nos atormenta a la familia es no haber podido despedirnos de mi padre», insiste con tristeza y una gran emoción.

Lorenzo Sanz, el padre de Fernando, fue presidente cinco años del Real Madrid, club en el que también militó el exmalaguista (cuatro años en el primer equipo tras subir de la cantera). Se convirtió en una de las víctimas del Covid cuando la enfermedad estaba presentando su peor cara. «Cuando nos tocó a nosotros y a muchas más familias, el desconocimiento era absoluto. Recuerdo que las recomendaciones entonces eran no ir a los hospitales, mientras que ahora es al contrario. Se actuó como se actuó, y no me quiero martirizar con eso, y para mi padre fue demasiado tarde, porque llegó al hospital en un estado muy malo. Cada día era peor hasta que falleció», recuerda.

«Mi madre lo acompañó -relata Fernando- y se quedó con su libro en la sala de espera, porque él entró al hospital andando. Y lo que a ella le atormenta, como es normal, es que lo dejó allí y no lo volvió a ver nunca más. Salió un médico, con un traje que impresiona, y le dijo que se quedaría ingresado, pero... Para ella fue tremendo. No pudo estar con él en ningún momento, ni verlo, ni cogerlo de la mano, ni darle un beso... Nada. No poder verlo es lo que más nos atormenta a todos, porque ni siquiera me dejaron en ese momento irme con mi madre. Ninguno de los hermanos podía verla a ella tampoco. Fue doloroso y hasta inhumano. Era el periodo del confinamiento total».

Fernando, que ahora preside la Fundación de LaLiga, rememora la inquietud y la desesperación con la que vivieron los familiares estas hospitalizaciones de los enfermos que ingresaban. «Esperabas una llamada que te hacían al día, cuando te la hacían. No teníamos ninguna información. Entiendo que estaban desbordados, pero hay que ponerse en la piel de la familia que no puede ver a su ser querido, cuando esa visita podría animarlo para que luchara un poco más. Lo que no soportamos es no haber podido despedirnos de mi padre, que era una persona muy familiar, que le gustaba estar con gente, y tuvo que irse solo», lamenta.

Diez meses después del fatal desenlace, el Covid ha seguido muy cerca de Fernando y su gente, pero nunca se atrevió con uno de ellos, con Mariluz. «Casi todos de la familia hemos pasado ya el virus, menos mi madre, que estuvo compartiendo con mi padre a veces el vaso, el tenedor... Dormían juntos... Pero no lo ha cogido. Nadie lo entiende. La verdad es que son de otra pasta. Ese dolor no le va a desaparecer tras cincuenta años casados y cuatro de novios, pero ella no quiere que la veamos mal para que nosotros no suframos. Ahora va de un sitio para otro...».

Fernando siente el dolor por la pérdida de su padre y también sigue sorprendido por lo que está ocurriendo con la pandemia cuando se cumple ya un año desde que apareciera en nuestro país. «Dejaron ya el proceso en manos de la población, de nuestra responsabilidad, para que no siga adelante la pandemia. Pero no hemos sido capaces. No sé por qué. No lo sé. Hemos cometido muchos errores. Estamos mal tanto en España como en el resto de Europa. Hay países que quieren enviar enfermos al extranjero. Están pasando cosas que ni en el mejor de los 'best seller' las hubiéramos leído. Tal cual. Pero es lo que nos ha tocado vivir. Hay que ser positivos y pensar que las vacunas que están ya en el mercado nos sacarán de la pesadilla», explica con resignación.