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«Si tú haces un diagnóstico más allá del Índice de Masa Corporal (IMC), que era lo que hacíamos hasta ahora, es decir, peso y talla, nos estamos quedando muy pobres». Esta frase tan reveladora es de Gabriel Olveira, jefe de Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Regional de Málaga, presidente, además, del cuadragésimo Congreso de la Sociedad Española de Nutrición Clínica y Metabolismo (SENPE), que se celebra desde ayer y hasta el viernes en el Palacio de Congresos de la capital. A su lado, asiente el prestigioso endocrino José Manuel García Almeida, jefe de Servicio de Endocrinología y Nutrición en Quirónsalud Málaga, quien refuerza la idea de su colega: «Lo que teníamos antes para valorar a un paciente en nutrición, tanto en obesidad como en desnutrición, eran kilos para arriba y para abajo. Eso se quedaba muy corto. No teníamos capacidad de ver cuánto músculo había perdido, cuántas células». Y esa carencia es lo que ha llevado a la revolución en nutrición clínica: el establecimiento de lo que se conoce como valoración morfofuncional, que no sólo mide el peso del paciente, sino que cuantifica el músculo, la distribución de la grasa (más peligrosa en unas zonas que en otras), la fuerza y la movilidad, sobre todo en personas que ingresan en el hospital para operarse o que van a enfrentarse al cáncer, la enfermedad de cron o de riñón, entre una amplia tipología de males agudos o crónicos. Y, aunque se trata de un gran paso en la nutrición clínica, también lo es en la nutrición en general, como confirman los especialistas consultados.
«Son técnicas que podemos hacer todos los médicos en todos los ambientes, no estamos hablando de una medicina no accesible», señala García Almeida, mientras que su compañero indica: «Se podría hacer en Atención Primaria».
Esas técnicas pioneras que conforman la valoración morfofuncional han nacido en Málaga, o comenzaron a aplicarse aquí. «Son una serie de técnicas que podemos tener el orgullo que han nacido en Málaga, en el entorno de la actividad clínica y científica, que ya están a nivel internacional, y que miden más allá del IMC», dice el doctor García Almeida.
«El músculo es el órgano metabólico más potente», dice, para añadir después: «Cuando vas perdiendo ese músculo, te mueres». «Lo morfofuncional son técnicas para medir, dentro de esa combinación de músculo y grasa cómo es tu composición y para qué te sirve. Para nosotros es fundamental, porque son técnicas que se pueden aplicar en la oncología y en la cirugía», relata. Olveira refuerza la idea de su compañero en el sentido de que, hoy en día, es impensable atender a una persona sin tener una medida de su composición corporal.
«Cambiaron los criterios de diagnóstico a nivel mundial: se dijo que, aparte de eso, teníamos que medir el músculo como criterio de desnutrición», subraya García Almeida. Ya existía el concepto de sarcopenia y se asociaba a los ancianos, es decir, poco músculo y escasa función muscular. «Y ahora ha entrado en la nutrición, ¿por qué? Porque tenemos lo de los kilos que no nos valía. La medición del músculo bajo, aunque tu peso sea normal, significa desnutrición si hay un componente también de inflamación y de enfermedad», aclara.
El congreso y la llamada Declaración de Málaga, que se va a realizar en su seno este jueves, van a suponer un «punto de inflexión», dice el doctor Olveira, ya que esta valoración se aplica a quienes ingresen en el hospital y se busca optimizar el cribado de esta población en Atención Primaria. «Esto sería para todo el mundo, pero como mínimo para los que ingresen en el hospital, porque el proceso es todo: hacer un cribado adecuado, una valoración en la que entra el aspecto morfofuncional, y un tratamiento», indica. En algunos casos un enfermo de gluten sólo deberá evitarlo, pero en otros «van a necesitar una terapia médica nutricional que son suplementos orales, nutrición enteral por sonda o parenteral (por vena)», recalca.
Esta declaración permitirá establecer una hoja de ruta, construir líneas de investigación que apoyen «que este es el camino correcto, entrenamiento, los profesionales tienen que aprender a hacer estas técnicas». Lo que comen y qué tratamiento médico nutricional se les pone antes de una intervención a estos enfermos es fundamental, porque hasta el 30% de los pacientes que ingresan en un hospital sufren de desnutrición relacionada con su enfermedad.
No se trata sólo de medir peso y altura, lo que hay es que «cambiar la cultura de los kilos», como indica García Almeida. Estas técnicas van desde la bioimpedancia, que, «como si fuera un electrocardiograma, mide la salud celular, no los kilos ni la grasa, sino la masa celular, de nuevo ese músculo y cómo está de salud», relata. Es decir, «tener pocas células o tenerlas enfermas, eso es lo que se mide». También se practica la ecografía nutricional «para ver cómo es el músculo y la grasa, lo vemos en la pierna y el abdomen». Se detecta así la grasa externa y la interna.
«Muchos pacientes que tienen una tomografía del abdomen, y hay un software de inteligencia artificial que, directamente, con esa imagen del paciente, te dice cuánto es músculo y cuánto es grasa», explica García Almeida, quien cita a otra eminencia en la materia: «Todo el mundo sabía que el músculo bajo era malo, porque se habían hecho estudios, pero realmente nadie lo había llevado al terreno de ponerte delante de los pacientes y hacerlo».
Asimismo, existen los llamados test funcionales: medir la fuerza de la mano o «cómo te levantas durante 30 segundos de la silla, son cosas que podemos hacer los médicos en todos los ambientes», recalca el doctor García Almeida. El interés de todo es saber dónde aplicar esta valoración: «Los comités de tumores, de oncología, la preparación a la cirugía, cuando va a haber un tratamiento en el que se sabe que el índice de desnutrición es alto». Olveira señala: «Esos no se pueden escapar». Y pone algunos ejemplos: «En oncología, en cirugía y en roturas de cadera. Peor masa y fuerza se asocian a una mayor mortalidad, pero de forma clara».
La enfermedad es un periodo muy estresante en la vida de la persona, «no te llegan las proteínas suficientes, tienes menos apetito, todo eso condiciona que, aunque tengas alimentos delante de la mesa, no te los comes, y, si no te lo comes, baja tu función», subraya el doctor García Almeida, mientras que su compañero insiste: «A día de hoy, la mayoría de la gente que ingresa tiene sobrepeso y obesidad y, sin embargo, están desnutridos».
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