Sólo uno de cada cinco matrimonios en Málaga se celebran por la Iglesia
En 2022, del total de bodas de la provincia el 18,4% fueron católicas, lo que supone una caída de 54 puntos respecto a 1995; una disminución en las últimas tres décadas que también se deja notar en los bautizos
Hace apenas unas décadas, el casarse por lo civil era una 'rareza' y en determinados sectores sociales estaba mal visto. La evolución social y cultural experimentada por la sociedad española ha provocado que a día de hoy la excepcionalidad la representen las bodas por la iglesia. En un contexto general de descenso de los matrimonios que anualmente se celebran en el país, el desplome de los enlaces católicos es llamativo. Una realidad a la que no es ajena Málaga, donde a día de hoy apenas uno de cada cinco matrimonios tiene lugar delante de un altar y con la bendición de un sacerdote.
En 1995, siete de cada diez matrimonios malagueños (el 72,70%) eran católicos, mientras que en 2022, último dato oficial, se situó en el 18,42% del total de bodas celebradas en la provincia, lo que supone una caída de 54 puntos. En estas tres décadas, según la comparativa de las cifras oficiales consultadas por este periódico del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre el número total de enlaces y las de la Diócesis de Málaga sobre los matrimonios en su seno, la caída ha sido constante.
En la década de los noventa y los primeros años del nuevo siglo, el porcentaje de bodas católicas respecto al número total de matrimonios en Málaga se situó siempre por encima del 50%. El punto de inflexión se produjo en 2004, cuando cayó al 38,8% y aunque remontó algo al año siguiente (53,2%), desde entonces el número de enlaces por la iglesia siempre ha estado por debajo de la mitad de los que anualmente se celebraban en la provincia.
Si se deja al margen 2020, cuando a consecuencia de la pandemia se hundió el número de matrimonios en general y de católicos (hubo 282) en particular, y 2021, año donde aún se dejaron notar los efectos provocados por la crisis sanitaria de la Covid-19, 2022 fue el ejercicio con menor porcentaje de bodas por la iglesia en la provincia respecto al número total de matrimonios celebrados. De los 6.708 enlaces que tuvieron lugar, sólo 1.236 fueron católicos.
Luis Ayuso, catedrático de Sociología, explica que los datos evidencian «el importante cambio de valores» de la sociedad
Una crisis del sacramento del matrimonio a la que se une también la del bautismo. Y es que en las tres últimas décadas se han desplomado los niños que reciben el agua bendita. Así, en 1995, ocho de cada diez bebés nacidos (84,11%) en la provincia eran llevados a 'cristianar' ante la pila bautismal, mientras que en 2022 fueron el 46,31%, aunque no ha sido la peor cifra en el periodo analizado ya que en 2017 –dejando al margen el 2020– se quedó en el 34,43%, según los datos oficiales.
La secularización
¿Cuáles son las causas que explican este fenómeno? En este sentido, desde el punto de vista académico y religioso, los expertos consultados coinciden en apuntar como principal factor a la secularización de la sociedad. «La observación clara, y es lo que seguramente está detrás de este fenómeno de la disminución de los matrimonios católicos es el marcado proceso de secularización de la sociedad española que empezó a experimentarse desde finales de los años setenta, que a finales de la década de los noventa ya era importante y que ha ido 'in crescendo' en el nuevo siglo», según sostiene Luis Ayuso, catedrático de Sociología de la Universidad de Málaga (UMA) y especialista en sociología de la familia.
«La sociedad occidental ya no vive en un sistema de cristiandad sociológica. Ya no es consustancial a la persona en España el ser católico», afirma Francisco Javier Guerrero García, vicario episcopal para la Evangelización de la Diócesis de Málaga. Este sacerdote añade otras razones que explican la disminución en la recepción de los sacramentos: «El envejecimiento de la población; la pérdida de la transmisión de la fe en el contexto familiar: sigue habiendo fe, pero no hay compromiso con la religión; la desconfianza que provoca la Iglesia debido a los escándalos de algunos de sus miembros; el uso de un lenguaje que no conecta con el lenguaje cultural actual: la sensación de que la institución se ha alejado de los debates que interesan a la sociedad, especialmente a las generaciones más jóvenes; y, sin querer echar balones fuera, asistimos a una hegemonía de corrientes ideológicas que consideran el cristianismo un enemigo a superar y que han logrado, en muchas ocasiones, copar el discurso social».
A este respecto, Ayuso argumenta que el fenómeno es «mucho mayor» ya que en un contexto general donde ha habido «un hundimiento» de las bodas y de los nacimientos, paralelamente se ha producido una secularización. «Lo que esto sugiere es que hay un importante cambio de valores en la sociedad española, que siguen el camino de un proceso intenso de secularización. El tema religioso sigue estando muy presente porque tenemos mucha religiosidad popular, pero no es importante para este tipo de rituales de vida, de rituales de paso como dicen los antropólogos, que antes estaban todos bajo una lógica religiosa y que ahora se han secularizado», añade respecto a los matrimonios y bautizos.
En este sentido, el catedrático de Sociología considera que esta disminución de los matrimonios católicos no se puede achacar a fenómenos como el aumento de la inmigración o las bodas homosexuales. Respecto a los primeros, sostiene que si se analiza el fenómeno migratorio «las personas que vienen de otros países son mucho más religiosas que las de aquí», aludiendo especialmente a las procedentes de Latinoamérica, que mayoritariamente son católicos. Mientras que respecto a las bodas entre personas del mismo sexo su porcentaje es «muy bajo»; en 2022 los matrimonios homosexuales en Málaga fueron 264 –un 4% del total–. En este punto, Luis Ayuso incide en que existe una «altísima tolerancia social» hacia las parejas del mismo sexo, «un síntoma más de ese proceso de secularización», que, a su juicio, es generacional.
Desde la iglesia reconocen que hay «preocupación» por este descenso, que les obliga a afrontarlo «como un reto»
Esta situación provoca preocupación a la iglesia católica y, a su vez, supone un desafío. «La preocupación existe, al mismo tiempo que nos obliga a vivirlo como un reto y a buscar nuevos métodos para que las personas conozcan a Jesucristo», argumenta Guerrero García, quien destaca que la pérdida de fieles y la caída de los sacramentos se traduce en que «ahora sólo lo hacen lo que quieren hacerlo libremente, sin ningún tipo de presión social». «Los últimos papas ya han predicho que la iglesia del futuro van a ser pequeñas comunidades de gente. Habrá que salir de esa iglesia mastodóntica, aunque eso a veces nos tiente a la nostalgia, y apostar por una donde quede gente conectada con Jesucristo y con el Evangelio. Pero mantenemos la calma: la iglesia lleva viva más de 2000 años. Ha salido de todas las crisis, algunas muchísimo más graves que en la actualidad, y, tanto fuera de Europa como en la religiosidad popular, la iglesia sigue muy viva. Y en nuestra diócesis de Málaga aún quedan muchas brasas de fe, de religiosidad popular y de compromiso con los demás, especialmente con los más pobres», remarca.
Para intentar recuperar parte de ese terreno perdido, desde la iglesia se está actuando en un nuevo proceso de evangelización que pasa, en palabras de Francisco Javier Guerrero García por potenciar el papel de los laicos porque hoy se necesitan cristianos «con fe personalizada, personas que hayan hecho una personal opción de fe cristiana»; por cuidar «mucho a las familias cristianas para que sean transmisoras de la fe en casa»; por recuperar «el primer anuncio y la primera evangelización en cuyo centro está el proyecto de Jesús de un mundo fraterno»; y por tener claro que «no es momento de muchas palabras, sino de un testimonio auténtico; se llega mucho antes por los gestos que por los dichos».
Menos número de comuniones y fidelidad a los funerales religiosos
El número de niños que reciben la comunión en Málaga también ha bajado significativamente en las últimas tres décadas, en un fenómeno donde al efecto de la secularización se une también el que haya menos nacimientos y, por ende, baje el número de menores en edad de recibir este sacramento. Mientras que se mantiene la fidelidad por los funerales religiosos.
En 1995, según los datos oficiales del Obispado de Málaga, recibieron la comunión en la provincia un total de 11.339 niños, mientras que en 2022 lo hicieron 5.500 marcando la segunda peor cifra desde 1993 –la anterior fue en 2021 con 5.437–. En este periodo de casi treinta años analizado, el número de comuniones va experimentando dientes de sierra, al sucederse años con incrementos en el número de menores que recibieron el sacramento, seguido de caídas.
Así, por ejemplo, en 2013 hubo 9.472 comuniones en la provincia, lo que supuso 3.437 más que el año anterior; sin embargo al año siguiente cayó a las 7.849 (1.623 menos), y en los siguientes años se sucedieron las subidas con las bajadas hasta que en 2019 se situaron en las 5.740 manteniéndose desde entonces alrededor de esa cifra.
En lo que respecta a los funerales y aunque no hay datos por provincias, los datos publicados el pasado octubre por Interfunerarias revelan que los funerales religiosos son la opción mayoritaria en España (88%) para despedir a los difuntos, mientras que sólo un 12% son laicos.
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