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Sergio Cuberos, en SALVADOR SALAS

«Estaba en el hospital cuando mi madre murió; no me pude despedir»

Sergio Cuberos, presidente de Maskom Supermercados ·

Llamadas, reuniones, planes de expansión, cuentas de resultados... el 23 de marzo, todo lo que era urgente para este conocido empresario malagueño desapareció tras la puerta de la habitación donde le aislaron

Nuria Triguero

MÁLAGA

Domingo, 31 de enero 2021, 02:45

Le ha dado muchas vueltas, pero no sabe cómo se infectó. Sergio Cuberos estuvo en muchos sitios y con muchas personas la semana previa a la declaración del estado de alarma. Por ejemplo, en la asamblea de la CEA en Sevilla junto a representantes de las patronales de todas las provincias andaluzas. Unos días después, el dueño de Supermercados Maskom empezó a encontrarse mal. Aguantó el tipo todo lo que pudo: eran momentos muy complicados para su negocio, con un confinamiento que se adivinaba inminente y la gente arrasando los supermercados por miedo al desabastecimiento.

El 23 de marzo, Cuberos acudió a urgencias del Hospital Clínico Universitario. PCR, placas y el diagnóstico temido: neumonía bilateral por Covid-19. Todo lo que era urgente en la vida de este conocido empresario, que es además presidente de la Cámara de Comercio de Málaga, desapareció tras la puerta de la habitación de la sexta planta donde le aislaron. Dentro, con él, se quedó lo importante. «Pensé mucho, mucho, en mi vida durante los ocho días que estuve ingresado. Recordaba todos los momentos importantes y me preguntaba si eso era todo; si había disfrutado lo suficiente de la vida; si había dejado las cosas bien atadas para mi familia...«, confiesa.

Él no llegó a necesitar respiración asistida y estuvo relativamente poco tiempo en el hospital, pero hubo días que pensó que se moría. «La fiebre tan alta, el cuerpo machacado, diarrea, lo vomitaba todo... Perdí 7 kilos en esos ocho días«, relata. Peor que el sufrimiento físico era el miedo; un temor a lo desconocido que se masticaba en aquellos días en los hospitales. »Los sanitarios y las limpiadoras intentaban pasar el menor tiempo posible a mi habitación, y era lógico: no había mascarillas ni EPI, se protegían con bolsas de basura con cinta de embalar y pedían a sus responsables que les hicieran PCR y no se las hacían...«, relata.

Y cuando estaba ensimismado en su dolor y su miedo, llegó el verdadero mazazo. «El 25 de marzo por la mañana me llamó mi mujer al móvil. Mi madre, que tenía alzhéimer y vivía con nosotros, se había muerto en sus brazos». De todos los sentimientos que inundaron a Sergio en aquel momento, la impotencia fue el dominante: «No pude hacer nada. Mi mujer tuvo que afrontarlo todo sola porque mis hermanos tampoco pudieron ir porque estábamos en pleno confinamiento. Tuvo que ser tan difícil, con nuestros hijos en casa... Fue una jabata, estoy muy orgulloso de ella«, declara.

Vídeo.

Sergio no pudo despedirse de su madre, no sólo por estar en el hospital, sino porque por esas fechas no se hacían velatorios ni funerales. «Ella era una mujer muy religiosa y nos dolió no poder hacerle ni una misa. Hasta tres meses después no nos permitieron ir a recoger sus cenizas. Cuando murió mi padre fue diferente: le lloramos todos los hermanos juntos«, explica el empresario, que nunca sabrá de qué murió su madre. »¿Quizá fue Covid? ¿Se lo pegué yo? Son preguntas sin respuesta que seguiré haciéndome. Me queda el consuelo de saber que no sufrió«, afirma.

El empresario salió del hospital y volvió a casa, donde permaneció aislado en una habitación durante quince días más. Poco a poco fue encontrándose mejor, pero las secuelas continúan hoy, diez meses después. «Mi capacidad pulmonar no es la misma y ya no puedo salir a correr, pero no me quejo: puedo hacer vida normal», advierte. Cuando volvió a su empresa, comprobó que su equipo había cogido el toro por los cuernos y todo estaba bajo control. «Tengo un equipazo», afirma.

¿Qué cambia?

¿Qué ha cambiado tras el Covid? «Yo no soy el mismo. He sido enfermero y he visto gente morir. Pero cuando lo vives de manera directa; cuando ves que te puedes ir de este mundo mañana, cuando te ves solo 24 horas en una habitación, cuando te enfrentas a un virus tan desconocido... Es algo que te hace pensar mucho sobre el sentido de tu vida y cómo vas a vivir los años que te quedan si sales de ésta», reflexiona el dueño de Supermercados Maskom, que cumplió 63 en noviembre.

En el caso de Cuberos, no es que el trance vivido le haya empujado a vender su empresa e irse a una isla desierta. Más bien es un cambio de actitud ante la misma vida que llevaba antes. «Me gusta mi trabajo, no voy a dejarlo, pero ahora me tomo las cosas de otra manera; relativizo más los problemas. Intento disfrutar más de todo: de mi familia, de la vida y del trabajo también«, explica. A ello están contribuyendo sus nietas, Marina y Alba, que nació hace sólo dos meses. »Por fin empiezo a sentirme cómodo con la palabra abuelo«, confiesa. Y hay algo que se ha prometido hacer en cuanto se pueda: volver a viajar.

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