El trabajo silencioso del adiós
Una jornada en el cementerio de Málaga en plena pandemia ·
Los profesionales de Parcemasa conviven a diario con la muerte y con el drama de las familias por no poder despedirse de sus seres queridos por culpa del coronavirus. «Estamos aquí para echar una mano»El llanto del chico es desgarrador. La pérdida duele y el consuelo que intentan darle sus allegados no basta para cubrir ese vacío que queda cuando un ser querido se va. Igual no deberían, pero se abrazan. Mientras las escenas de dolor se palpan fuera, el silencio en el pasillo interno que comunica todas las tanatosalas es de esos que provocan un escalofrío que cala hasta los huesos. Dos mundos radicalmente opuestos separados únicamente por una pared y dos formas distintas de convivir con la muerte en el cementerio de Málaga. A un lado, el drama personal. Al otro, el día a día de unos profesionales cuyo trabajo consiste precisamente en hacer que este trance sea lo más llevadero posible a base de calidez, empatía y respeto.
«Estamos aquí para echar una mano en estos momentos tan duros», comenta Luis Ciriaco mientras muestra el punto de entrada donde se recepcionan los cuerpos que llegan bajo su coordinación. Lleva 15 años en Parcemasa, pero ni esa experiencia acumulada le sirve de escudo para hacerse inmune ante lo cruel que resulta decirle a una mujer que no podrá despedirse de su marido por mucho que la última vez que se tocaron fuera hace un mes, antes de que entrara por las urgencias del hospital. O explicarle a una hija que no se le pondrá a su padre el traje con el que hubiera querido marcharse porque los féretros de fallecidos por coronavirus están sellados y se pueden abrir. «Son momentos muy dolorosos para las familias», explica Luis. En ese instante llega un furgón de una funeraria. Otro más. Un empleado municipal les recibe y enfila el corredor empujando el ataúd. De nuevo, el silencio.
Es un simple pasillo, pero impresiona. Detrás de cada puerta lateral espera un féretro. En varias de ellas destaca una pegatina amarilla con la señal de riesgo biológico. Escrito a mano se resalta la palabra Covid. Hoy son siete las víctimas de la pandemia en las instalaciones, pero hace unos días llegaron a ser 19. Con los contagios en pleno descenso, esperan que el de fallecidos también lo haga al igual que cuando suben los positivos ya saben lo que les viene unas semanas después.
Medidas de prevención
Con casi un año de bagaje, las medidas de prevención se han convertido en algo cotidiano y se ha constatado que el doble sellado de los cuerpos y los equipos de protección son suficientes para mantener el virus a raya, pero el temor al contagio de las primeras semanas no se olvida. «Estamos en primera línea, así que toda precaución es poca tanto en el trabajo como al llegar a casa por el miedo a contagiar a la familia», reconoce Javier García enfundado en uno de esos trajes herméticos mientras introduce un féretro en el vehículo camino al cementerio.
«Estamos aquí para echar una mano porque son momentos muy dolorosos para las familias»
luis ciriaco, coordinador de servicios funerarios
«Nos hemos encontrado con niveles de frustración muy altos que acaban siendo traumáticos»
celia gómez, psicóloga
«Estamos en primera línea, así que toda precaución es poca en el trabajo y al llegar a casa por el miedo a contagiar a la familia»
javier garcía, operados de servicios funerarios
En el otro ala del edificio principal, dos de los tres hornos crematorios siguen encendidos a una temperatura de 785 grados. El tercero está apagado, pero no porque no haga falta, sino porque es necesario que cada uno permanezca parado unas 6 horas al día para darle un respiro y realizar labores de mantenimiento. «Una avería es un lujo que no nos podemos permitir en estos momentos», advierten en la sala, donde hay un espacio reservado para un horno más ante el cada vez mayor número de personas que eligen la incineración para dar reposo a sus restos mortales. En el caso de Parcemasa, las cremaciones cuadruplican a los entierros y representan ya el 80% de los servicios funerarios. El proceso dura aproximadamente una hora y media.
«Hemos tenido días muy complicados, pero en ningún momento hemos llegado a estar sobrepasados gracias a la implicación y predisposición que desde el minuto 1 ha mostrado todo el personal para echar las horas que hagan falta para prestar el mejor servicio», resalta con orgullo el jefe de Servicio, Juan García, quien reivindica el papel desempeñado por los trabajadores de los servicios funerarios durante la pandemia como «el último eslabón de la cadena sanitaria».
Compromiso y sensibilidad, porque en los días más duros del confinamiento eran ellos los que llevaban las cenizas del difunto a las casas de sus familiares. Y también quienes cuando estaban prohibidos los velatorios se encargaban de poner flores a cada fallecido. «Nuestro trabajo es muy cercano y humano. Esos gestos reconfortan», apunta Luis.
«Hemos tenido días muy complicados, pero en ningún momento nos hemos visto sobrepasados gracias a la implicación de todo el personal»
juan garcía, jefe de servicio de Parcemasa
«La pandemia ha provocado situaciones muy complicadas. Aún no se ha superado y sigue quedando mucho trauma»
josé luis cortés, coordinador del gabinete psicológico
Algo de consuelo para unas almas rotas. «Aún sigue quedando mucho trauma», advierte José Luis Cortés, coordinador del gabinete psicológico de Parcemasa, que es gratuito y está a disposición de toda persona que lo necesite. Su equipo, que completan tres especialistas en la gestión del duelo, también ha tenido que adaptarse para ayudar a las familias a la hora de afrontar este tipo de pérdidas en una situación tan excepcional.
«Nos hemos encontrado con niveles de frustración muy altos que acaban siendo traumáticos. Personas que han estado un mes sin ver a su padre hospitalizado. O familias que por estar aisladas ni siquiera han podido venir al cementerio. Eso se queda grabado y genera mucho estrés y ansiedad», señala Celia Gómez. A su juicio, lo más duro es no poder despedirse, pero también «no disponer de apoyo social, de ese abrazo de un familiar o de un amigo». «La privación de ese apoyo es un factor de riesgo importante en duelos complicados, así que es bueno promover al menos el contacto telefónico o mediante videollamadas», recomienda esta psicóloga que, junto a Araceli Moreno y Cristina Fernández, han ayudado a cientos de personas en estos últimos meses.
Una crudeza que también afecta en lo personal. «Para nosotros también es muy importante hablar de lo que sentimos y desahogarnos. Esa descarga emocional es crucial», reconoce. Mientras se despide para poder atender telefónicamente a una persona, pasa por delante otro coche fúnebre. Otro más.
Cómo afrontar los duelos en soledad
Los ritos funerarios son una parte importante del proceso de duelo porque ayudan a aceptar la realidad de la pérdida, compartir el dolor y homenajear al ser querido. Pero la pandemia lo ha cambiado todo. La imposibilidad de una despedida cercana y la limitación en el apoyo social debido a las restricciones suponen unos factores de riesgo añadidos que pueden empujar a la persona doliente hacia un duelo patológico.
Para intentar ayudar a las familias a afrontar estas situaciones, el Grupo de Apoyo Psicológico de Parcemasa editó una guía específica (está disponible en la web de Parcemasa) en la que se ofrecen consejos y pautas a seguir para encarar este duelo en soledad y despedirse de una forma alternativa como puede ser escribiéndole una carta, destinar un lugar de la cada para el recuerdo de esa persona o planificar una ceremonia más adelante.
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