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Lápida de María López Escaño de Cabrera en el interior de la Iglesia de San Jacinto de Macharaviaya. En el círculo, el retrato de la novia poco antes de su muerte. F. G.

La novia fantasma de la Axarquía cumple 100 años

María López Escaño cayó fulminada durante su boda en la iglesia de Macharaviaya el 5 de diciembre de hace un siglo y nacía su trágica leyenda gracias a un poema de Salvador Rueda. Muchos dicen verla vagando por el templo, pero ni murió en el altar, ni está claro el origen de los versos

Sábado, 5 de diciembre 2020, 00:57

Cuenta la leyenda que la novia iba blanca y radiante. Y que su inminente marido le esperaba en el altar. Pero el velo blanco se tiñó de negro cuando la joven cayó fulminada y muerta antes de que pudiera dar el «sí, quiero». Desde entonces, muchos vecinos aseguran haberla visto con su traje de boda vagando, triste y sola, por la iglesia de San Jacinto de Macharaviaya. Con sus matices, esa es la historia que se repite de boca en boca en este pueblo de la Axarquía sobre María López Escaño, la joven de 19 años cuya tragedia quedó inmortalizada para siempre en un poema atribuido a Salvador Rueda que preside su lápida en el templo. Muy cerca del lugar en el que se desplomó para siempre y cuyo espectro muchos aseguran haber visto vagando. Tras su rastro eterno se han lanzado programas televisivos de misterio y buscadores de psicofonías, que han cobrado incluso interés en las últimas semanas al cumplirse este mes de diciembre un siglo de la injusta, traidora e inesperada muerte de la joven. Documentos oficiales de la época descubren para SUR el rostro de la novia fantasma en este centenario, además de poner en duda algunas 'verdades' de su mito sobrenatural y poético.

«Hace apenas unas semanas estuvo aquí un equipo de televisión y se quedó toda la noche a la búsqueda de señales de la novia», explica Alfonso Aurioles, funcionario del Ayuntamiento de Macharaviaya, que nos lleva hasta la estela negra que se encuentra en una de las esquinas de la nave central del templo mayor de la localidad, donde se recuerda con letras mayúsculas a María López Escaño de Cabrera, que nació con el recién estrenado siglo XX, el 20 de octubre de 1901, y de cuyo fallecimiento se cumple estos días el centenario, el 5 de diciembre de 1920. «La lápida estaba en el cementerio pero fue trasladada aquí, a la iglesia», explica Aurioles, que a continuación lee el poema de un lugareño, Salvador Rueda -vecino del núcleo de Benaque-, que está tallado sobre la piedra y que cimentó la leyenda de la novia fantasma:

«Ya entreabierta la luz sobre su frente /

la divina corona de azahar /

y el prometido de su amor presente /

de improviso la virgen inocente /

rodó muerta ante el ara del altar /

y el sonoro reír del campanario /

se convirtió en un doble de dolor /

se ensombreció la luz del incensario /

del velo virginal se hizo el sudario /

y el sepulcro fue el tálamo de amor».

Escrito con letras blancas que tiran ya a grises por el siglo de vida, estos versos de amor trágico y destino desleal han alimentado durante un siglo la maldición de esta novia que se resiste a descansar en paz, aunque los documentos oficiales, con su aséptico lenguaje y su fría crónica de hechos, contradice algunos detalles del relato poético de esta historia. Así, el Ayuntamiento de Macharaviaya conserva el acta de defunción de María López Escaño, que da fe de que la novia no falleció el domingo 5 de diciembre -día de la boda, probablemente-, sino tres jornadas después, el 8, como lo certifica el juez Patricio Claros Ramírez ante Salvador Escaño Villalba, tío de la fallecida que residía en la calle Barrio de la Luz, número 10.

Arriba, lápida de María López Escaño que relata su muerte en la iglesia el día de su boda. Abajo, retrato de la fallecida vestida de novia y, a la derecha, iglesia de San Jacinto de Macharaviaya. Fotos: F. G. y Ayuntamiento de Macharaviaya.
Imagen principal - Arriba, lápida de María López Escaño que relata su muerte en la iglesia el día de su boda. Abajo, retrato de la fallecida vestida de novia y, a la derecha, iglesia de San Jacinto de Macharaviaya. Fotos: F. G. y Ayuntamiento de Macharaviaya.
Imagen secundaria 1 - Arriba, lápida de María López Escaño que relata su muerte en la iglesia el día de su boda. Abajo, retrato de la fallecida vestida de novia y, a la derecha, iglesia de San Jacinto de Macharaviaya. Fotos: F. G. y Ayuntamiento de Macharaviaya.
Imagen secundaria 2 - Arriba, lápida de María López Escaño que relata su muerte en la iglesia el día de su boda. Abajo, retrato de la fallecida vestida de novia y, a la derecha, iglesia de San Jacinto de Macharaviaya. Fotos: F. G. y Ayuntamiento de Macharaviaya.

De hecho, el relato judicial también contradice el verso de que María «rodó muerta ante al altar», ya que atestigua que no cayó fulminada en el momento de su boda, sino que sobrevivió al colapso y acabó falleciendo «en su domicilio». Además, el acta también desentraña el misterio de lo que le pasó a esta chica de 19 años ya que, según el diagnóstico médico, la causa del óbito fue una «hemorragia intestinal». Y, además, aclara el estado civil de la joven que no llegó a dar el 'sí quiero', ya que, como verifica el juez con su desapasionada narrativa, «la referida finada estaba soltera en el acto de su fallecimiento». Ni se nombra al otro protagonista de la historia, el «prometido de su amor» que decía el poema, aunque sí se cita a los padres de María, Antonio López y Emilia Escaño, que prefirieron quedarse con el cadáver de su hija y enviar al tío a completar el papeleo para dar sepultura a la novia.

El poema afirma que la enterraron con el propio vestido de novia y muchos de los que han visto su fantasma por la iglesia aseguran que continúa vistiendo de riguroso blanco espectral. Y así va también en la última foto que se sacó poco antes de morir. Una imagen recortada de la joven, que mira con ojos profundos y sin sonrisa a la cámara que la inmortalizaría para siempre sin ella saberlo. La instantánea estuvo mucho tiempo recordando su pena y desgracia en el propio altar de la iglesia de San Jacinto hasta que pasó al Archivo del Ayuntamiento de Macharaviaya. Una imagen postrera que nos permite ponerle rostro a la maldición de este drama nupcial.

¿Quién escribió el poema?

Y si la historia de la novia fantasma está llena de sombras, lo mismo podría decirse de los versos que certificaron su mito por los siglos de los siglos. Si le preguntas a cualquiera del pueblo, no hay duda. Aquellos versos los escribió el poeta más insigne de la localidad: Salvador Rueda. Pero lo cierto es que no hay constancia documental de ello. En la lápida no aparece la firma del poeta de Benaque, ni esta décima viene recogida en las obras completas del autor, como certifica la profesora titular de Literatura Española de la Universidad de Málaga, Amparo Quiles, que además ha publicado y estudiado, junto a la investigadora María Isabel Jiménez, el epistolario de Rueda, y no ha encontrado «referencia alguna ni carta en la que mencione este poema y es extraño porque al autor le gustaba hablar de sí mismo».

Acta de defunción de la novia María López Escaño que sitúa la muerte tres días después de la boda. ARCHIVO MUNICIPAL DE MACHARAVIAYA

Por contra, el escritor era muy dado a «escribir poemas en papeles o servilletas, y regalarlos», a lo que se une el hecho de que en diciembre de 1920 Salvador Rueda, que residía en Málaga, se encontraba en Benaque por lo que conoció de primera mano la tragedia de su vecina de Macharaviaya. «Además, un análisis estilístico del poema muestra elementos muy propios de Rueda, como es el uso de 'luz del incensario', 'tálamo de amor' o «la divina corona de azahar», por lo que no se puede descartar que fuera su autor», explica la experta Amparo Quiles, cuya tesis también formuló un buen amigo del escritor, el también poeta y novelista malagueño José María Souvirón, que en los años 60 visitó la iglesia de San Jacinto y al ver la lápida de María se preguntó en sus memorias: «¿No serán suyos, del poetilla joven del pueblo vecino que quiso inmortalizar el drama de aquella boda de muerte?». Una cuestión que sigue sin respuesta ya que el aludido, Salvador Rueda, falleció en la década de los 30.

Otro misterio más para esta trágica leyenda que sigue viva después de un siglo por esas apariciones de la desdichada María López Escaño deambulando por la iglesia en busca de la paz eterna que nunca encuentra. El propio funcionario Alfonso Aurioles confiesa que, tras una operación, «durante la recuperación de la anestesia tuve una pesadilla con esta señora y me cogió de la mano, pero pude despertarme», cuenta. «Por eso hay gente que no se atreve a quedarse sola en esta iglesia», apostilla con conocimiento de causa.

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