Caminando en Esperanza

Estamos inmersos de lleno en el Año Jubilar 2025, al que nos ha convocado el papa Francisco para vivir y profundizar en la Esperanza que se nos ha regalado de gozar en la vida eterna la presencia amorosa de Dios, junto con los ángeles y santos que ya disfrutan de ella.

El Jubileo de la Esperanza pretende ayudar a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento, tan necesario en nuestra sociedad y que busca recuperar el sentido perdido de la fraternidad universal. La Esperanza, enraizada en Cristo resucitado, no es un mero optimismo humano o una seguridad terrena; es, más bien, la obra ya realizada en Jesús de Nazaret, que se nos ofrece cada día.

La preparación larga y penitencial de la Cuaresma nos ha conducido a la celebración alegre y festiva de la Pascua, misterio de la muerte y resurrección del Señor Jesús, que entregó su vida por todos los hombres. Ha sido un camino de conversión, de penitencia, de renuncia y de misericordia.

Ahora la Iglesia nos invita a seguir caminando con ánimo alegre y esperanzado, con la mirada puesta en la salvación recibida y en la invitación del Señor a participar del banquete de Bodas del Cordero inmolado por toda la humanidad. Celebremos, pues, la Pascua con alegría, ya que es una gran fiesta de luz, de amor, de entrega esponsal y de fraternidad.

Jesús, una vez resucitado, caminó con los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35), acompañándoles, escuchándoles y explicándoles las Escrituras sagradas referidas a su persona y a su obra redentora. Al partir el pan, los discípulos se percataron de la identidad del Maestro.

Nosotros, discípulos de Jesús de Nazaret en este siglo XXI, queremos escuchar su palabra, caminar en su compañía, vivir como él, itinerantes por el mundo, anunciando la Buena Nueva de salvación.

Somos caminantes hacia la Patria del cielo, nuestro verdadero hogar. Nuestro paso debe ser ligero, sin cargas innecesarias que entorpezcan nuestra marcha. Disponemos de cincuenta días de Pascua para alegrarnos de haber sido salvados y resucitados en Cristo y para profundizar mejor en la vida eterna, que nos espera tras la muerte temporal.

Caminar con Esperanza implica tener el corazón lleno de la alegría pascual, seguir a Cristo resucitado correspondiendo a su amor, acoger y meditar su palabra, dejar aquello que entorpece nuestra marcha en el camino de la vida, renunciar a lo mundano y poner la mirada en las cosas del cielo.

Mis mejores deseos para vosotros en este tiempo pascual, lleno de luz, alegría y esperanza. ¡Feliz Pascua de Resurrección!