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De izquierda a derecha, Diana, Enrique Moya y Cristina, en una sala del centro Yoga Yantra. Germán Pozo
«Vamos detrás de objetos nuevos como si fuesen becerritos de oro»

«Vamos detrás de objetos nuevos como si fuesen becerritos de oro»

Pionero de la enseñanza del yoga en Málaga, Enrique Moya cumple cuarenta años al frente de su escuela en La Malagueta

Domingo, 21 de abril 2019, 00:10

Estudiaba Económicas en la Universidad Complutense de Madrid cuando el yoga se cruzó inesperadamente en su camino. Fue una llamada, un descubrimiento que cambió los planes de su vida, dedicada desde entonces y durante 40 años a enseñar que la apertura y la atención son herramientas mágicas que permiten despertar la esencia del ser humano. Pionero de la enseñanza del yoga en Málaga, varias generaciones de malagueños han pasado por su escuela Centro Yoga Yantra, conocida como la escuela de yoga de La Malagueta. Al aniversario redondo se suma una nueva responsabilidad, la presidencia de honor del Instituto Andaluz del Yoga, una entidad que se ha creado para formar futuros y buenos profesores de esta disciplina y «evitar que a la gente le den gato por liebre» porque «no es yoga todo lo que reluce».

Hace 17 años me explicaba en una entrevista que yoga significa unión. Vivimos en una sociedad, en un planeta cada vez más desunido. ¿Le queda mucho al yoga por hacer?

–El yoga es un sistema, un conjunto reunido de principios, de prácticas y de actitudes. El primer principio es que el yogui debe ser una persona ética, empática y solidaria. Ya en los fundamentos del yoga se habla de la ética, de sentir al otro, de colaborar con el otro. En ese sentido, es muy amplio lo que el yoga puede ofrecer al ser humano. En estos momentos que estamos viviendo, un momento acelerado, pues el yoga dice que, dentro de esa velocidad, no pierdas tu ética, tu empatía, no pierdas tu solidaridad. Esta es una vida relacional. Muchas veces nos olvidamos de que sin el contacto de la respiración, de la luz, de la gravedad, no podríamos vivir. Todo el universo está relacionado. El yoga, sobre todo a nivel de principios y de actitudes, no solamente de práctica, tiene muchísimo que aportar todavía al ser humano.

«El problema no es lo que nos aporta la tecnología, sino cómo se utiliza»

mundo digital

«Si no accedes a lo que se llama tu interior, lo normal es que tu pasado condicione tu vida»

el poder de la mente

Vivimos también un tiempo en el que nos han enseñado que lo importante es tener. Y luego mucha gente no es feliz

–El tener, decimos en el yoga, no te lleva al ser. Y no te lleva al ser incluso el saber o el experimentar. El ser es que tú te reconozcas en ti. Entonces no hace falta que acumules tantas cosas ni tantas experiencias ni tanta erudición. Acercarnos a uno mismo, uno mismo está, no tiene que ser nada complejo.

–¿Es muy difícil conseguir que nuestra mente sea más importante que nuestro coche?

–Muchas veces el dar tanta importancia al coche, a la ropa o a las marcas es producto de nuestra actividad mental. La mente se excita buscando el objeto que de alguna manera te va a traer algo de felicidad o de paz. Entonces busca. Igual piensas que es un viaje o un coche. Nunca puedes pensar que hay una felicidad mayor muy cerca de ti mismo, descansando en ti mismo más que yendo detrás del nuevo objeto. Vamos detrás de nuevos objetos como si fuesen becerritos de oro.

Vivimos en un mundo digital. La amistad, las compras, la pareja... todo está en una web. ¿Nos estamos separando cada vez más de nuestro cuerpo y de nuestro espíritu?

–Ese mundo digital es un mundo virtual, un mundo que sustituye al mundo tal y como lo hemos conocido. Las nuevas tecnologías, en teoría, tendrían que venir siempre a ayudar. Soy de los que piensan que el problema no es lo que nos aporta la tecnología, sino cómo se utiliza. A veces una persona confunde estar informado con estar acompañado. O tener un grupo grandísimo en redes sociales con tener un grupo de verdaderos amigos que te saben sostener en los momentos buenos, regulares o malos.

El yoga está de moda, lo que «es un arma de doble filo, porque también se desvirtúa la esencia»

De todos los mandamientos, enseñanzas y principios que nos han inculcado en esta sociedad de consumo, ¿cuál es que nos hace más daño?

–La falta de solidaridad. El ser tan insolidarios. El creer que la vida solamente te ocurre a ti. A veces, cuando a alguien le duele la cabeza o tiene problemas de amores o tiene problemas económicos se olvida de que eso, por desgracia, le está ocurriendo a todo el mundo. Lo que es perder el sentido de que formamos parte de la humanidad es lo que más daño le está haciendo al ser humano. El individualismo excesivo o el egocentrismo.

Equilibrio e información

–¿Sabemos demasiado de tecnología y muy poco de nosotros mismos?

–Sí. La información está tremendamente acelerada. Todo el mundo tiene acceso a la información. Pero, ¿cómo manejar esa información? Eso ya tiene que ver con la inteligencia emocional que la persona tiene. Hay personas que reciben la información y la vuelven a pasar, a veces sin haber leído la información. Una persona con más equilibrio emocional pasa la información por su paladar, la paladea intelectual o emocionalmente, y luego, si la quiere compartir con alguien, lo hace.

Roosevelt defendía que los hombres no son prisioneros de su destino, sino de su propia mente. ¿Lo comparte?

–Totalmente. Si no accedes a lo que se llama tu interior, lo normal es que tu pasado condicione tu vida. Si no eres capaz de poner luz en tu pasado o de acceder a tu interior –las dos vías, una sería más terapéutica y otra, más espiritual– lo normal es que estés condicionado por los impulsos aprendidos en los primeros tiempos.

Para todas las personas perdidas en esta sociedad acelerada, el yoga ¿es la mejor medicina?

–No me gusta decir la mejor, pero el yoga siempre es una ayuda. Todo el mundo que entra en un centro de yoga –insisto, en un centro de yoga abierto, porque por desgracia hoy la palabra yoga está demasiado manoseada– y se propone sentir el cuerpo, conocerlo mejor, sentir cómo se alimenta, sentir sus emociones, sentir cómo es la relación que las emociones tienen con la respiración, aprende a relajarse y a estar atento. Todo eso lo que hace es favorecer que la persona pueda sentirse mejor. No es el único lugar, hay más vías por las que las personas pueden empezar a caminar, como una buena psicoterapia profunda o el contacto con la naturaleza. El yoga, como una vía amplia del ser humano, siempre va a ayudar.

Cuarenta años enseñando yoga. En ese tiempo, el yoga ha dejado de ser cosa de unos pocos para ser cosa de muchos.

–Claro. Cuando empecé a dar clase de yoga, tenía que explicarle a la gente qué era el yoga, porque igual pensaban que era un nuevo arte marcial o cualquier otra cosa. Hoy, se asocia mucho a prácticas que te permiten desarrollarte mejor en tu vida. En las mejores universidades hay clases de yoga. Los mejores hospitales y hoteles ofrecen clases de yoga. ¿Qué ocurre? Que hoy la oferta es inmensa, porque la demanda se ha multiplicado no a nivel aritmético sino geométrico. Hoy hay una oferta no reglada, que no pasa una serie de filtros.

–¿Qué es lo primero que le enseña a sus alumnos?

–A pararse. Cada uno viene con una identificación, con su actividad mental. Unos vienen con prisas porque no han terminado unas cosas. Otros vienen preocupados por algo que les ocurrió. Otros están pendientes de lo que les ocurrirá. Yo les digo: vamos a mirar al cuerpo, vamos a sentir el cuerpo, vamos a verlo. Y a través del cuerpo, el yogui entra en un estado de atención consciente y de presencia. No está tan metido en la actividad mental, no se siente tanto un personaje de la actividad mental.

–¿Tenemos muchas asignaturas pendientes?

–Una principal: los seres humanos tenemos que dejar de mirarnos el ombligo y hacer un mundo en el que te preocupe el otro.

Savia nueva «para ayudar a la gente»

El Centro Yoga Yantra ha sumado activos con savia nueva. Cristina y Diana Moya, hijas del veterano Enrique, se han incorporado a un equipo humano que combina la psicología y el yoga «para ayudar a la gente, porque son complementarios». Diana acaba de regresar de la India. Practicante de yoga desde hace muchos años y licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, está especializada en niños y adolescentes por la Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y el Adolescente (SEPYPNA). «Mi papel ahora es seguir con lo que mi padre empezó hace 40 años. Estudié psicología y en mis planes, en principio, no estaba dedicarme al yoga», asegura. Y añade que «el yoga siempre ha estado presente en mi vida, en el día a día, me acerqué a una práctica más constante y me cautivó como ha cautivado a muchísima gente. Me di cuenta de lo potente que es el yoga y de todo el bien que hacía a mi padre. Quiero seguir con eso».

Cristina Moya es psicóloga de orientación psicoanalítica. Es profesora del método Feldenkrais acreditada (IF y ATM) por la Euro-TAB, graduada en Florencia por Ruthy Alon (discípula directa de Moshe Feldenkrais) e instructora de yoga formada en los últimos años con Enrique Moya y Danilo Hernández.

Conciencia del cuerpo

Sobre el método Feldenkrais, Cristina explica que «es un método de reeducación corporal, de creación de conciencia del cuerpo a través del movimiento. Se exploran movimientos, desde muy simples a más complejos, que van ganando en coordinación y en más fluidez. Siempre buscando crear una conciencia del cuerpo y trabajar a favor del bienestar». «Si una persona viene y tiene dolor lumbar –añade–, nunca va a trabajar forzando esa zona. Es un método que está al alcance de cualquiera».

Las personas que se acercan al método suelen haber tenido una experiencia de dolor en el cuerpo y les ha servido como complemento a otros ejercicios que hacen. «Pero también ha venido gente a la que le gusta la danza o el teatro, para trabajar la fluidez corporal y la conciencia. No está creado solo para personas que tienen problemas», apunta Cristina.

Sin duda, el yoga está de moda. «En la tele ponen un anuncio de un móvil y –explica Cristina– sale una persona haciendo un asana. Te venden una tostadora o un viaje y utilizan el yoga. Está muy relacionado con la salud y el bienestar. Muchas modelos, actrices, actores lo tienen en su día a día y todo el mundo lo quiere». Pero advierte que esta moda «es un arma de doble filo, porque también se desvirtúa la esencia». «Lo que me parece fascinante del yoga es la actitud y la forma de vida que fomenta, algo que va más allá de lo físico», añade. Diana y Cristina insisten en la importancia de una buena formación para impartir yoga. «Hay gente que dice: he hecho un curso de yoga on line. Y eso es algo totalmente imposible porque el yoga es pura experiencia».

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