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El Obispado de Málaga está desarrollando varias operaciones para desprenderse de algunos de sus edificios y obtener con ello ingresos que le permitan afianzar su situación económica. Al calor del dinamismo inmobilario por el que atraviesa el Centro Histórico de la ciudad, el año pasado cerró la venta de un edificio de la calle Fresca que sirvió años atrás como sede de Cáritas Diocesana, y hace pocas semanas ha hecho lo mismo con un inmueble de la calle Pozos Dulces que albergó las instalaciones de la Casa del Niño Jesús. Como en el caso de la calle Fresca, la compradora de esta antigua edificación ha sido la sociedad White Málaga, un grupo de inversores de origen judío que ha desembarcado en la capital para desarrollar proyectos inmobiliarios animados por la recuperación del mercado.
Según la información recabada por este periódico, la venta ha podido cerrarse por un importe cercano a los dos millones de euros –algunas fuentes señalaron la cantidad de 1,7 millones– y la intención inicial de los nuevos propietarios es destinar las construcciones a la realización de apartamentos turísticos. No obstante, el proyecto deberá respetar la protección arquitectónica que pesa sobre los edificios que componen la antigua sede de la Casa del Niño Jesús, entidad benéfica que cerró sus puertas en el año 2008 y que optó por donar su patrimonio inmueble a Cáritas.
En el caso del edificio del número 25 de la calle Pozos Dulces, se trata de una construcción barroca del siglo XVIII y que cuenta con protección arquitectónica de grado 1. Por su parte, el número 21 de la calle, principal acceso a lo que fueron las instalaciones de la Casa del Niño Jesús, está datada entre los siglos XIX y XX y tiene una protección inferior, de grado 2. Ambos suman una superficie de unos 1.300 metros cuadrados.
Fundada por el padre jesuita José Manuel Aicardo a principios del siglo XX, la conocida como Casa del Niño Jesús surgió para prestar ayuda a personas sumidas en la pobreza pero se especializó en cuidar a niños huérfanos o con problemas, a los que se prestaba una especial atención alejada de los rigores de los reformatorios.
Debido a las trabas legales y financieras para poder seguir prestado auxilio a personas en riesgo de exclusión social, la institución optó por disolverse finalmente en 2014 y donar su patrimonio a la Iglesia diocesana.
Por otro lado, el Obispado también está en negociaciones para vender uno de los inmuebles que, con acceso por la calle Postigo de San Juan, forma parte del complejo anexo a la iglesia de San Juan y que recientemente ha sido desalojado con ese fin. En él se encontraban, entre otras, las oficinas de los departamentos de enseñanza, medios de comunicación, misiones, causa de los santos y también despachos de cofradías. Las delegaciones diocesanas han sido trasladadas a un edificio situado a espaldas de la parroquia de Santiago, con fachada a la calle Alcazabilla; a lo que fue el convento del Císter, en manos de la diócesis; y a la sede del Obispado, en la calle Santa María. Este edificio junto a San Juan también podría tener un destino turístico para apartamentos, sumándose a otro con fachada a la calle Especería.
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