Leo Santander, en su negocio. Félix Palacios

La nueva joya de calle Beatas: una peluquería anticuario del siglo XVIII

El brasileño Leo Santander regenta este negocio en pleno centro de Málaga desde hace tres meses

Claudia San Martín

Martes, 28 de mayo 2019, 00:28

¿Puede convertirse una peluquería en una máquina del tiempo? Caminando por calle Beatas, en su mayoría chispeante de bares corrientes, pubs nocturnos y residencias por las que pasar de largo, es inverosímil llegar al número 35 y toparse con un lugar onírico, repleto de detalles y que transporta mágicamente a un salón cualquiera de un palacete francés del siglo XVIII.

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'Antikhaidressing' es el lugar de culto de Leo Santander, dueño y peluquero del establecimiento, quien lleva una mochila de sueños a cuestas que poco a poco continúa vaciando para hacerlos realidad. Leo viajó hace 20 años desde su país natal, Brasil, a Europa para descubrir una nueva forma de vida, indagando en las costumbres, el estilo y la tendencia de corte y peinado, en este caso, de las españolas.

Poco tiempo después y ya instalado en Madrid, tocó todas las puertas de los salones más reconocidos de la capital. La suerte le mostró su mejor sonrisa cuando consiguió su trabajo soñado en una de las multinacionales con más prestigio: primero como estilista, y más tarde como director de los salones de todas las peluquerías que había en la ciudad madrileña. Hace tres años de visita vacacional, este brasileño conoció Málaga y vio en ella una explosión de felicidad, magia y luz que estaba buscando desde hacía tiempo para darle un vuelco a su vida.

Pronto Leo tomó su residencia en Benalmádena, y se le encendió una bombilla en su cabeza que ha sido el gérmen de 'Antikhairdressing': ¿Por qué no abrir una peluquería especial y con encanto en el centro de Málaga? Tras dejar su trabajo en Madrid y hacer una búsqueda exhaustiva, encontró el local perfecto; un antiguo convento con un patio andaluz y capilla, ahora convertido en residencia.

Lo curioso de este lugar, aparte de su particular decoración, es que también es anticuario. Leo invita a todo aquel que pasa frente a su establecimiento a entrar para echar un vistazo al mobiliario, todo en venta. Desde una lámpara de araña original de la granja de San Idelfonso, valorada en 3.000 euros, pero que él vende por 2.000, hasta una escultura de bronce francesa, espejos del siglo XIX de más de dos metros de altura, o un armario holandés del siglo XVIII, todo con su correspondiente certificado de autenticidad. «Hay algunas cosas de decoración que yo tenía guardadas en casa, y aquí he encontrado su sitio idóneo. Es como si todo encajara», comenta Leo con la mirada chispeante e ilusionada, haciendo ahora tres meses de la inauguración.

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Abrir una peluquería -que a simple vista no lo parece- en pleno centro de Málaga ha sido para este brasileño una auténtica aventura, pero cuenta que se ha sentido tan arropado por la ciudad y su gente que no le está costando arrancar cuesta arriba. «Para mí Málaga capital es como un pueblo, pero no a modo de ofensa. Me parece una ciudad muy cercana, la gente me sonríe y me desea buenos días, y Madrid, para eso, es una selva de piedras por la rapidez con la que se mueve la gente», aclara. Además, tiene en mente darle un tercer uso a este espacio: un lugar para la exposición de obras de toda índole de artistas malagueños.

El tiempo dentro de su peluquería, que desea convertir en un viaje de relajación y «un momento parara vivirlo», es una oportunidad para arrancar el mítico Delorean del doctor Doc y Marty y volver al siglo XVIII para, por ejemplo, echarse unas mechas.

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