
El colegio vuelve a oler a puchero
135 centros escolares de la provincia abandonan la línea fría y recuperan la cocina 'in situ', para tranquilidad de las familias y alegría de los pequeños
El colegio Carmen de Burgos huele a comida. Faltan aún unas horas para el almuerzo, pero el aroma de las especias con las que Mamen ... condimenta los muslos de pollo y las patatas panaderas sale de la cocina, circula por los pasillos y llega a las aulas para alegría de los niños y niñas: es una de sus comidas favoritas y seguro que hoy no va nada a la basura.
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La actividad es intensa en el comedor de este colegio de Teatinos: la cocinera, Mamen Martín Ruiz, llega a las 9 de la mañana para preparar lo que va a necesitar en la jornada de trabajo. Después se incorpora Conchi Pavón Hidalgo y posteriormente otra ayudante. A la hora del almuerzo, el comedor necesita de 16 monitoras y una coordinadora. No es fácil organizar la comida para 409 niños, de 3 años en adelante, algunos con necesidades especiales.
La directora, Nieves García, explica que los problemas con la empresa de cátering a comienzos del curso pasado aceleraron la transformación de la cocina, una vieja reivindicación de las familias, muy descontentas con la línea fría de comidas que se implantó hace unos años para los colegios públicos andaluces. «Las familias están muy satisfechas, y los alumnos aún más, es raro que dejen comida en el plato y muchos repiten», señala.
De los casi 700 alumnos que tiene matriculados el colegio, utilizan el servicio de comedor 409. Aunque tiene 397 plazas, han tenido que admitir a algunos estudiantes más porque los dos cónyuges están trabajando, por lo que legalmente tienen derecho a este servicio.
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Dos turnos
El comedor se organiza en dos turnos, aunque tendría capacidad para todos los usuarios. Pero las medidas de distancia y el objetivo de mantener los grupos de convivencia han aconsejado dividir a los alumnos. Los más pequeños, los de 3 años, comen en el salón de actos, junto con los niños con necesidades educativas especiales. En el comedor entran en primer lugar los niños y niñas de 4 y 5 años y de primero y segundo de Primaria. Después, sobre las 14.40 horas, el resto.
En los 14 años que tiene este colegio, siempre habían tenido un servicio de comidas de los denominados de línea fría: en una cocina central se prepara la comida y se conserva refrigerada durante varios días hasta que llega al colegio, donde solo tiene que calentarse. Su implantación, entre 2009 y 2010, fue muy polémica, pues desde un primer momento las familias rechazaron este tipo de menús. Los responsables de Educación de entonces señalaban las garantías de seguridad y calidad que ofrecía este tipo de comida frente a la que se hacía a diario en las cocinas de los colegios. El actual consejero de Educación, Javier Imbroda, señaló como uno de sus objetivos en la legislatura recuperar el mayor número posible de cocinas 'in situ'.
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Las cocineras Mamen Martín y Conchi Pavón también son partidarias de cocinar en el centro. «No tiene nada que ver con la comida de la línea fría; los niños comen mejor, lo que acabamos de preparar en el mismo día. Y comen mucho más. Es raro que se tire comida, al contrario, nos piden repetir», explica Mamen, que recuerda con cariño cuando un niño le dijo que «merecía una estrella Michelin».
Mamen prepara una crema de calabacín de primer plato, que se cocina a fuego lento. Han pelado y picado la verdura unos minutos antes. Las frutas y verduras les llegan de muy cerca, de Alhaurín de la Torre. Mientras, su compañera Conchi hace algo ya muy poco habitual en los restaurantes: pela y corta a mano las patatas que acompañarán a los muslos de pollo, el segundo plato del día. Cocineras y directora coinciden en que lo que menos gusta a los niños es el yogur, porque no llevan azúcar: es la nueva normativa que limita los productos azucarados y los niños no terminan de acostumbrarse.
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El colegio Carmen de Burgos es uno de los centros malagueños que han cambiado la línea fría por la comida 'in situ'. Fueron necesarias algunas reformas, como cambiar a un suelo antideslizante y se han instalado un nuevo horno y hornilla, que no había. También se ha colocado una salida de humos y un cuarto para las bombonas de gas.
El plan puesto en marcha por los nuevos responsables de la Consejería de Educación ya ha implantado las cocinas 'in situ' en 85 centros de la provincia, con servicio para 20.750 usuarios. En otros 10 se están realizando las obras de adaptación de las cocinas y cuando entren en servicio tendrán capacidad para atender a 2.138 alumnos.
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Los diez colegios públicos en fase de transformación son Indira Ghandi (Las Lagunas), Josefina Aldecoa (Torre de Benagalbón), Isdabe del Mar (Cancelada), Valeriano López (Estepona), José Calderón (Campanillas), Giner de los Ríos (Málaga), Jardín Botánico (Mijas-El Chaparral), Los Jarales (Torre de Benagalbón), Manuel Laza Palacio (Rincón de la Victoria) y San Miguel (Torremolinos).
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