José Pérez, en su taller, fabricando mascarillas que regala a policías, residencias y todo el que las necesite. SUR

José Pérez: «La gente se emociona cuando le das una mascarilla y le dices que es gratis»

Este tapicero del barrio de la Victoria, junto a su vecina costurera Carmen Triguero, ha transformado su taller en una improvisada fábrica de protectores para la cara y ha regalado ya más de 850 unidades

Miércoles, 1 de abril 2020, 01:00

Lo que más se ve por allí son sofás que, después de una ITV, salen como nuevos. Pero aunque tiene pedidos acumulados, José Pérez, tapicero ... del barrio de la Victoria, no los puede entregar, así que se fue a casa para pasar la cuarentena. Como tantos otros ciudadanos, se preguntó si podía ayudar en esta crisis del coronavirus y, junto a la costurera de un local cercano, Carmen Triguero, no tardó en hilar fino y retomar la actividad para fabricar mascarillas. «Yo tenía mucha tela sobrante y ella elástico, así que nos pusimos manos a la obra», explica este profesional, cuya labor se difundió rápido por el barrio. «La gente se emociona cuando le das una o las que necesite, y les dices que es gratis. ¡Si solo ponemos nuestro trabajo, cómo les vamos a cobrar!», exclama.

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La idea de reconvertir este taller de calle Isabel la Católica surgió cuando amigos policías y sanitarios le comentaron que les faltaban elementos de protección personal. Así que, junto a Carmen, sacó el patrón de una mascarilla y se pusieron a producir unidades con telas de todo tipo. «Llevamos ya más de 850 y se las hemos regalado a todo el que las necesitas, desde agentes de policía que se han llevado para muchos compañeros, a una clínica dental, hasta los vecinos que se han ido enterando y vienen a pedirlas», relata José Pérez, que recuerda incluso una sanitaria que se llevó una decena y que les quería pagar a toda costa. «Le dijimos que esto lo hacíamos por ayudar, pero estaba tan agradecida que nos encontramos después diez euros en una ventana», cuenta.

Cualquier tela es buena para hacer una mascarilla, como lo demuestra Carmen Triguero y Dolores López. SUR

En esta crisis, el uso de las mascarillas se ha puesto en entredicho por algunas fuentes sanitarias, mientras que otras defienden su uso. Y ante este debate, Pérez también tiene su opinión y sus fuentes en primera línea de combate contra el coronavirus. «Lo que fabricamos no está homologado y no se puede usar en un quirófano, pero tengo un amigo cirujano al que le pregunté si era efectivo fabricar mascarillas y me lo dejó claro: 'Ante la falta, si pones una barrera es mejor que nada'», recuerda este tapicero que, además de Carmen Triguero, también tiene la colaboración de su mujer, Dolores López, para aumentar la producción.

«Mantenemos las distancias en el taller y trabajamos con medidas de seguridad», aclara José Pérez, que también ha creado unas mascarilla lavable y reutilizable, que además tiene un diseño ambicioso. Así, dispone de una doble capa y cuenta con un bolsillo interior por si el que la usa quiere introducir una tela o papel impregnado de alcohol o antiséptico que también sirva de mayor protección.

Taparle la boca

El tapicero afirma que seguirán fabricando mascarillas mientras sean necesarias y existan problemas de abastecimiento. «Tenemos telas para fabricar miles y taparle la boca a mucha gente», bromea Pérez que, no obstante, ha encontrando problemas de existencias con el elástico para sostener las protecciones a la cara. Y para solucionarlo le han pagado con la misma moneda de la solidaridad. «La Mercería Reyes de calle Cristo de la Epidemia nos donó lo que tenía y ahora nos han llegado 100 metros más una tienda de Campanillas», afirma feliz este profesional, que también recuerda que una vecina le ha traído unas sábanas blancas «limpias, desinfectadas y olorosas para que hagamos mascarillas con ellas».

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José Pérez está admirado de la ola de solidaridad que ha encontrado con su iniciativa y, por ello, no concibe que se especule con el material sanitario. «La gente que está cobrando una barbaridad y se quiere hacer rico con esto, solo demuestra falta de civismo», afirma rotundo este profesional, que ahora está diversificando su actividad. «Me acaban de pedir veinte gorros de quirófano y en cuanto saque el patrón, me pongo a ello».

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