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Una imagen reciente de la Mansión Playboy, en Los Ángeles. :: FREDERIC J. BROWN/afp
El nuevo dueño de  la Mansión Playboy

El nuevo dueño de la Mansión Playboy

El millonario Daren Metropoulos, de 32 años y amante de la fiesta, se ha comprometido a dejar que Hugh Hefner siga viviendo en la casa

C. BENITO

Jueves, 9 de junio 2016, 00:39

Ya va camino de convertirse en una costumbre: es la segunda vez que Daren Metropoulos, de 32 años y heredero de una mareante fortuna, le compra una casa a Hugh Hefner. En 2009 pagó doce millones de euros por una vivienda más modesta y adyacente a la Mansión Playboy, la propiedad de Los Ángeles que el fundador de la revista comparte con un número variable de mujeres casi idénticas. Metropoulos, que reside desde entonces en ese domicilio con tan buenas vistas, ha apoquinado ahora más de noventa millones por el premio gordo, el mítico complejo de veintinueve habitaciones con su gruta artificial, su zona de juegos, su sala de cine y sus licencias para zoo y cementerio de animales. Eso sí, se ha comprometido a dejar que Hefner, de 90 años, se quede allí el resto de su vida. De las conejitas, parece que el contrato no dice nada.

Daren es hijo de C. Dean Metropoulos, potentado de origen griego cuya fortuna se estima en 2.100 millones de euros. Entre las numerosas propiedades de la familia destaca la empresa de alimentación Hostess, que fabrica los pastelitos rellenos de crema Twinkies. En 2010, el atento padre compró una cervecera de más de 200 millones y se la regaló a Daren y su hermano Evan, que parecen inseparables. Ambos se muestran formales y encorbatados en los retratos oficiales de su firma de inversiones, pero su fama de juerguistas ha llegado hasta el 'New York Times': hace doce años, una columna de cotilleo del diario describía a los hermanos como «dos jóvenes que parecían haber estado todo el día tirados en un sofá inhalando sustancias ilegales». También recogía una cita muy notable de Evan: «He estado con más chicas que ningún otro gordo que conozcas, excepto Pavarotti».

Daren, propietario de una valiosa colección de coches, no se ha limitado hasta ahora a contemplar a hurtadillas la Mansión Playboy por encima de la valla: también ha asistido a alguna de las míticas fiestas de Hefner, esas noches en las que la casa se reanima y recupera su aire de fantasía libertina. Porque el resto del tiempo, según describió una vez la conejita Cathi O'Malley, vivir allí no tiene nada que ver con la leyenda de sexo loco y travieso y es más bien «como estar en casa de tu abuela».

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