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«Pido el voto a todos los andaluces de izquierda para ser el dique de contención de la derecha y la extrema derecha que quieren llevarnos a la involución, a etapas superadas de la historia», clamó Susana Díaz en el cierre de la campaña anoche en Sevilla. La candidata socialista pidió que se acuda a las urnas este domingo y se vote de forma masiva al PSOE, para lo que se dirigió en especial a jóvenes, mujeres y trabajadores, como artífices de que el día 3 haya una mayoría clara socialista que impida los acuerdos de los líderes del PP, Pablo Casado,y Cs, Albert Rivera, para desalojarla de la Junta. «Que el domingo se demuestre que Andalucía vota lo que quiere, lo que le da la gana y en libertad. Votad para que sean los andaluces los que decidan su destino y no Casado y Rivera en despachos de Madrid», arengó ante tres mil personas. También reclamó el voto para no depender de Adelante Andalucía, aunque a esta formación no la mencionó. «Quiero que me votéis el domingo, no quiero que me votéis el lunes en los despachos», enfatizó volviendo a presentarse como la candidata de una «izquierda útil y responsable».
Susana Díaz cerró la campaña de las andaluzas en su ciudad, en el polideportivo de Pino Montano, un barrio de tradicional voto socialista. El lugar permitió que la candidata socialista se viera arropada por más de tres mil personas –varias decenas no pudieron entrar al recinto– en el último mitin de una «campaña dura», como dijo Juan Espadas, alcalde de Sevilla, de unas elecciones en la que Díaz se juega la Presidencia de la Junta, pero también la continuidad en el poder de un PSOE que ha gobernado desde las primeras elecciones de 1982.
Para tamaño reto y responsabilidad, Díaz se vio de algún modo sola, al no acompañarla como es tradicional en las elecciones autonómicas el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, a su vez presidente del Gobierno. La reunión de mandatarios del G20 en Argentina impidió a Sánchez, que ha estado con Díaz en dos mítines esta campaña, acudir a Sevilla. Fue el único líder nacional que no participó en el cierre de campaña de unas elecciones que serán antesala de un ciclo electoral largo en 2019, con municipales, otras autonómicas y europeas.
Díaz tuvo una intervención de 45 minutos, donde desgranó las medidas estrella de su programa, como las ayudas y bajada de impuestos a jóvenes y mujeres del campo para evitar el despoblamiento de las zonas rurales, la gratuidad de libros de texto en educación infantil de 3 a 6 años, los parches diabéticos a mayores de 18 años o bonos de transporte para estudiantes en las grandes urbes. Fue un discurso en el que por momentos se le vio más emocionada de lo que se le ha visto esta campaña. Con la voz ya ronca de dos semanas de mítines diarios mañana y tarde, Díaz reclamó varias veces acudir a las urnas de forma masiva para que el PSOE gane «con mucho» y «claridad» en Andalucía y «nadie frene el avance» de esta comunidad en derechos sociales, autonomía, estabilidad y crecimiento económico.
La alusión a que la posible irrupción de Vox en el Parlamento pueda completar la suma para un gobierno de minorías de derechas que no daba en las encuestas estuvo presente de forma desgarrada en el discurso de la presidenta, como en los últimos cinco días. Ese temor ha traspasado Despeñaperros y ha inquietado a los socialistas de todo el país. En el mitin arropándola estaban los ministros de Agricultura, Luis Planas, y de Hacienda, María Jesús Montero, además de varios de sus consejeros. La presencia de Planas es significativa, ya que fue su gran adversario en las primarias de 2013 para sustituir a José Antonio Griñán al mando de la Junta y del PSOE andaluz. Como en otros momentos cruciales, los socialistas hacen piña. También llenó de emoción a la candidata socialista que asistiera al cierre de campaña la madre de Carme Chacón, Esther Piqueras.
Díaz concluyó en el mitin de Sevilla una jornada dedicada sobre todo a conceder entrevistas a televisiones y radios en una campaña en la que todos los candidatos han cuidado mucho estos medios y las redes sociales. En todas subrayó haberse visto quince días en la diana no solo de los candidatos adversarios, lo que es lógico, sino de los líderes nacionales. «Tengo la sensación de que me enfrento a Casado y a Rivera, porque a sus candidatos (Juanma Moreno y Juan Marín) los he visto poco y los han tapado mucho», respondió en la Ser a Pepa Bueno.
Susana Díaz culminaba anoche una campaña maratoniana, en la que su caravana ha pasado por 30 municipios, a los que habría que sumarle otros tantos del mes y medio antes tras la convocatoria de las elecciones. La presidenta de la Junta, que a partir de este domingo entra en funciones, ha calificado la campaña de «intensa» y en el resumen que hizo ayer en distintas entrevistas volvió a repetir su frase muletilla: «Estoy feliz y contenta». Díaz se ha esforzado en darse a conocer con un rostro amable, risueño casi siempre y sin que se le viera crispada por la presión a la que le han sometido los dirigentes de la oposición, sobre todo los líderes nacionales de PP y Cs, Pablo Casado y Albert Rivera. O por los descalificativos recibidos, desde «rata» por las Nuevas Generaciones del PP hasta el «no tiene vergüenza» de Antonio Maíllo de Adelante Andalucía. En todos los casos se ha mordido la lengua y no ha respondido. Tampoco perdió la compostura cuando días antes de la campaña el PP la asaeteó en el Senado a preguntas sobre casos judiciales como el de los ERE. Ni cuando una protesta de taxistas reventó uno de sus mítines en San Juan de Aznalfarache, que tuvo que suspender.
Díaz inició la campaña con cierta tranquilidad porque las encuestas le daban bien, aunque en la recta final ha elevado el tono por la posibilidad de que PP y Cs sumen con Vox mayoría de gobierno. En sus cálculos no está perder, pero está preparada para esa posibilidad. Así lo dejó entrever cuando le preguntaron si también sería responsabilidad de Pedro Sánchez una derrota. «Si el resultado de las elecciones es malo, lo asumiré yo. Las victorias tienen muchos padres y las derrotas suelen ser huérfanas, pero percibo que la gente tiene ganas de volver a confiar en el PSOE-A porque somos el dique de contención de la derecha que se suma a la extrema derecha», dijo.
La jornada de reflexión hoy la pasará con su familia, en especial su hijo de tres años, al que ha subido a la caravana electoral cada fin de semana para poder abrazarle y darle el biberón, según ha podido verse en fotos colgadas por ella en las redes sociales.
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