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PPLL
Viernes, 11 de noviembre 2016, 00:40
Es un cítrico, aunque no lo parezca. A pesar de su aspecto extraño. Está fragmentado en secciones parecidas a dedos y su nombre es Mano de Buda (Citrus medica var. Sarcodactylis). Lo más curioso de todo es que no tiene zumo, ni jugo ni pulpa y apenas semillas. Casi todo el fruto parece una corteza, cáscara. Sin embargo, ahí es donde esconde su sabor, su fragancia y su aroma. Su piel, rallada, se utiliza en repostería y para reforzar algunos platos en gastronomía, por lo que son los restaurantes sus principales clientes. Maduran de verde a amarillo. La fruta tiene una piel gruesa y apenas una mínima cantidad de pulpa ácida -en muchos casos no tiene-. En la gastronomía resulta un complemento ideal para las ensaladas cortando los tentáculos en rodajas. También es ideal para elaborar confituras. Asimismo, su corteza se usa para dar sabor a algunos licores.
El origen de estos limoneros con frutos de extraña fisionomía se encuentra en el Noroeste de la India. Sin embargo, la Mano de Buda se puede cultivar también en el sur de Europa, en zonas libres de heladas. Al igual que la mayoría de los cítricos, no requiere cuidados especiales en su cultivo. En España, Levante y Andalucía son los lugares ideales para plantar esta especie. En Málaga son muy pocos los agricultores que se han atrevido, y quienes lo han hecho ha sido más con fines ornamentales en jardines que con fines comerciales, y ello a pesar de los precios que alcanzan, debido a que son poco frecuentes. Los producidos en Málaga se venden a 10 euros cada pieza. Los de importación se cotizan a 25 euros cada fruto.
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