Amivel, bandera de la integración
Baloncesto y vida ·
Convertido en una torre de babel y cada vez más profesional en su trabajo, el equipo veleño reúne numerosas historias de superaciónEs un día cualquiera en el Pabellón Fernando Hierro de Vélez-Málaga. Se entrena un equipo de baloncesto, pero no se oye el rechinar de las suelas con el pulido parqué. Es una sesión libre de tiro y hay casi una decena de jugadores empleándose a fondo y esprintando sobre sus sillas. En la bancada lateral se ven dos piernas ortopédicas apoyadas contra la pared, y una gran caja de herramientas para poner a punto las 'carrocerías' de esos 'fórmula 1' que permiten la movilidad de sus jugadores.
El Amivel (de Asociación de Minusválidos de Vélez) de baloncesto en silla de ruedas apenas acapara la atención de los medios. Es la historia de un proyecto surgido en 1979 y que, más de cuatro décadas después, no ha parado de crecer y profesionalizarse por más que a su alma máter, Paco Aguilar, suele decir que «nos cuesta superar la barrera de Rincón de la Victoria y llegar más allá...». Tantos años entrenador y ahora director deportivo, su empeño ha sido clave en el progreso. Otros como Antonio Gonzalez o el ya fallecido Curro Jiménez también pusieron los ladrillos para que Amivel sea lo que es actualmente.
«En tantos años hemos derribado los estereotipos de la competición, el de 'pobrecito, no te muevas, que te vas a poner peor' o ver el deporte como algo arriesgado»
paco aguilar (director deportivo y alma máter del club)
«En tantos años hemos derribado los estereotipos de la competición, el de 'pobrecito, no te muevas, que te vas a poner peor', o ver el deporte como algo arriesgado», se sincera Aguilar. «Esto empezó como algo recreativo, de diversión, pero después llegó la vía de la profesionalización y hace tres años se creó la escuela deportiva con chicos de 14 a 18 años y también con mayores«, añade. Es la cantera de un primer equipo que cuenta en sus filas con dos británicos, cuatro mexicanos, un puertorriqueño, un estadounidense y un sueco, y tres malagueños, los únicos españoles de esta torre de babel en que se ha convertido esta fábrica de sueños que es ya uno de los ocho mejores clubes españoles. El reconocimiento a la labor encomiable de Paco Aguilar es tal que el Ayuntamiento local ya ha aprobado darle su nombre al pabellón de juego.
El Amivel atraviesa su mejor estado de salud. Más que sus nueve Copas de Andalucía, que ratifican que al sur de la Península apenas hay rivales que le planten cara, destacan más esas once temporadas en la élite, las últimas nueve consecutivas. El club se maneja con unos 100.000 euros de presupuesto, con Reyes Gutiérrez como espónsor principal, el apoyo clave de la Fundacion Rincón desde hace 16 años, y el de la Junta de Andalucía, la Diputación y el Ayuntamientode Vélez-Málaga. El milagro de los panes y los peces da para mucho. Sus jugadores se entrenan dos veces a diario todos los días de la semana y ya no trabajan para la asociación de discapacitados, que da empleo en aparcamentos públicos de la localidad, talleres (de carpintería, silleria de anea, muebles a medida) y transporte adaptado. Tampoco es ya la poliomelitis (la 'polio', popularmente, ya erradicada) la principal 'fábrica' de jugadores de baloncesto en silla de ruedas. Amputaciones por accidentes, espina bífida o malformaciones genéticas suelen ser los principales males que llevan a buena parte de la población a la discapacidad física.
Es la historia, por ejemplo, de Michell Navarro, una dicharachera mexicana que luce un gran tatuaje en uno de sus brazos. «Yo vine a España de esposa florero», se sincera. Es la pareja de su compatriota Luis Alfonso Cristen. Sucede lo que no se da en ningún otro equipo malagueño de élite. Ya no sólo su condición de conjunto mixto, sino el hecho de que haya una pareja en la plantilla de competición. «Yo en México hacía lanzamiento de peso», cuenta, y quizás esa gran fuerza de brazos la emplea ahora para moverse en la silla de ruedas con una coordinación que asombra. La plataforma Tupuedestv transmite en 'streaming' todos los partidos de la División de Honor y merece la pena echar un vistazo para comprobar cómo son capaces de recuperar el equilibrio tras el vuelco de la silla o de precisar en el tiro a baja altura.
«Yo vine a España de esposa florero...En México hacía lanzamiento de peso»
michell navarro (jugadora mexicana)
«El seleccionador nacional de baloncesto (Abraham Carrión) me vio y me invitó a jugar. He estado en el Albacete y el UCAM Murcia y, ahora en Vélez«, explica esta jugadora de clase 4 (2,5 con la reduccción de 1,5 de las féminas), lo que alude a la puntuación con la que compiten, porque los equipos no pueden sumar en su quinteto en pista más que 14,5. A mayor discapacidad, más puntos. Michelle, en concreto, sufre una malformación genética por la que perdió el pie derecho. Termina de entrenarse o de jugar y se coloca la prótesis. Estudia Economía y Finanzas y, ya nacionalizada y si la pandemia no lo impide, irá a los Juegos Paralímpicos con España.
Michelle será entonces la sexta paralímpica del equipo. Ya lo ha sido el veleño Jesús Romero. El ídolo local es conserje en la oficina de mantenimiento de las instalaciones deportivas municipales. Su palmarés abruma: quinto en Londres 2012, plata en Río 2016, un quinto puesto en un Mundial y dos bronces entre sus tres Europeos jugados, pero en 2020 decidió aparcar la selección. «Era difícil de compaginar», asume este alma inquieta, que ha jugado en clubes de Rusia o Australia. «Cuando empecé el Amivel era un grupo de amigos y ahora estamos entre los mejores de España. He crecido con el equipo. Ascendí con él y hace tres temporadas jugamos la Final Four por el título –se enorgullece–. El baloncesto y el Amivel me han dado la vida, lo han sido todo. La oportunidad de madurar muy rápido y ver que se puede llegar lejos si te lo planteas, aunque a mí me gustaba más el fútbol». En todos estos años, lógicamente, ha visto una evolución. «Antes cuando hacías deporte era algo más terapéutico; ahora el deportista paralímpico es un atleta. Se esta consiguiendo la igualdad. Se nos reconoce más».
«Me gustó el proyecto. Estamos intentando ser un equipo muy profesional, llegar a ser uno de los mejores»
ademola orogbemi (entrenador-jugador)
Entre los mexicanos, a Ezequiel Jaime Esparza le conocen en el vestuario como 'Mule'. La suya es toda una historia de superación. A sus 23 años, lleva cuatro en España. «Empecé con el baloncesto a raíz de un accidente que sufrí a los 16. Trabajaba en una carnicería y deshuesando una pierna de res me piqué en la vena femoral y me desangré. Me tuvieron que amputar la pierna. Todo lo que sé, todo lo que he hecho, se lo debo al deporte, que me abrió muchas puertas, como venir a España«, reconoce. Soltero, no le pide mucho más a la vida. »Me encuentro feliz. Siempre con la ilusión de regresar a México, a León«, añade este clase 4 que tras jugar un Panamericano con la sub-21 de su país en Brasil, le contactaron para jugar en el Mideba pacense.
Canterano
El baloncesto también lo es todo para Víctor Bueno, a sus 17 años el benjamín del equipo. Es una enciclopedia. Se conoce todos los nombres de los que juegan en la División de Honor, pero también sin silla. El Amivel le ha cambiado la vida hasta a su padre, Miguel Ángel, enfermero en la sanidad privada y que ejerce de delegado del equipo. Viaja con él, así que es uno más de la familia. Hay que aclarar que el Amivel no se desplaza con un fisioterapeuta o médico, sino con un mecánico, por razones obvias, para cuidar esas máquinas que cuestan en torno a 7.000-8.000 euros. «Esto me ha ayudado mucho. Quería hacer algo benéfico desde que Víctor (su hijo) nació. En el Amivel he encontrado mucho apoyo», se sincera Miguel Ángel, una de cuyas misiones es pelear por gestionar alojamientos con suficientemente número de habitaciones adaptadas, con baños preparados para el uso de discapacitados, que permitan hacer sin problemas la transferencia desde la silla. «Víctor está muy ilusionado con el equipo, y los estudios le van muy bien. Lo han convocado con la selección española sub-22 y también estuvo en la andaluza sub-21», comenta orgulloso sobre su vástago con espina bífida (un problema de nacimiento que conlleva defectos en la médula espinal y en los huesos de la columna).
«Sé que me falta un poco para llegar al nivel, pero ya he tenido mis primeros minutos»
antonio ripoll (jugador canterano)
Es uno de los dos canteranos del Amivel, como Antonio Ripoll, que sufre el mismo problema. «Había jugado al baloncesto de pie, con mis limitaciones, pero me encontré a un compañero en el Parque del Oeste que me habló de este equipo y me vine a la escuela deportiva. Sé que me falta un poco para llegar al nivel, pero ya he tenido mis primeros minutos«, comenta henchido de orgullo. «Además, nos divertimos mucho en los viajes, y hay compañeros que cantan», añade sobre la aventura de las expediciones. La última en Vigo fue para contarla. Una avería en el autobús adaptado en el que viaja el equipo les hizo llegar de madrugada. «Le viene bien todo lo que sea moverse y hacer ejercicio, lo único es que ahora está más liado», corrobora su madre, Mari Carmen.Y es que el Amivel ya no es lo que era. La dedicación es plena. Baloncesto y vida.
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