Olivier Schrauwen, referencia del cómic de vanguardia europeo: «No voy contra las tendencias, pero he intentado ignorarlas»

El autor belga inaugura en Málaga las actividades del Instituto Andaluz de las Artes Plásticas

Miércoles, 23 de octubre 2024, 17:40

Es uno de los autores europeos de cómic de vanguardia más influyentes del momento, una afirmación que a lo largo de la mañana ha escuchado ... varias veces en boca de periodistas, representantes institucionales e incluso colegas. «Me siento como si estuviera en mi funeral por tantas palabras agradables», bromea con su toque de humor negro. El belga Olivier Schrauwen visita por primera vez Málaga de la mano del recién creado Instituto Andaluz de las Artes Plásticas y Visuales, dependiente de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales de la Consejería de Cultura. «Vivo en Berlín, que es bastante industrial y muy gris, así que imagínate», responde al preguntarle por sus impresiones de la ciudad.

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Schrauwen inauguró las actividades del centro que dirige Lorena Codes con una charla junto al dibujante malagueño Pepo Pérez y un encuentro con los tres creadores seleccionados en la convocatoria de residencias de artes plásticas y visuales (Eva Fernández Díaz, Ana Isabel Jiménez González y Sara Marín Velázquez). Una propuesta que se ajusta a los tres objetivos del nuevo instituto: internacionalizar el talento andaluz, generar industria cultural y fomentar el conocimiento. Pero antes de todo eso, en el Museo de Málaga, Schrauwen atendió a la prensa con el gancho de su aclamado último libro bajo el brazo, 'Domingo flamenco', una oda gráfica al aburrimiento y el tedio con su inconfundible estilo.

–Dicen de usted que es el autor de cómics europeo más influyente y que su último trabajo es el cómic del año. ¿Cómo lidia con los halagos?

–Me encanta el halago, claro. Pero cuando estoy en casa, no tengo que hacer frente a ese tipo de comentarios, para nada. Intento no pensar mucho en ello. No los creo de todas maneras (ríe).

Lorena Codes, Olivier Schrauwen, Javier Rivera y Pepo Pérez. Ñito Salas

–A Málaga viene en calidad de mentor, de tutor. ¿Se siente cómodo en ese papel de maestro?

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–Durante un tiempo sí que enseñé, pero me he dado cuenta de que ponerme en el rol del mentor se me da muy mal. Yo lo entiendo más como alguien que hace lo mismo que otra persona más joven, ambos compartimos la misma pasión solo que esa otra persona tiene todavía que encontrar su camino. Yo prefiero sugerir más que decir esto se hace así o de esta otra forma.

–¿Y qué sugiere?

–Recuerdo que cuando yo estudiaba y nos visitaba alguien, yo tenía curiosidad por cómo lo hacía, aunque lo que hiciera no fuera de mi orientación o mi gusto exactamente, solo para tener una referencia para mí mismo.

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Autor influyente

«Me encanta el halago, pero intento no pensar mucho en ello. No lo creo de todas formas»

–Usted nunca ha seguido ninguna tendencia o moda. ¿La clave es ser fiel a uno mismo?

–Sí, además yo nunca he sido una persona muy académica, sino que más bien he aprendido a base de prueba y error. Al comienzo solo necesitas a alguien que muestre entusiasmo o interés en tu trabajo, en lugar de decir no deberías hacerlo así, deberías hacerlo por este otro camino que es la forma que se está haciendo. Y eso es contrario a lo que yo he vivido.

–¿Ha ido a contracorriente?

–No voy contra las tendencias, pero he intentado ignorarlas (ríe).

–Y eso le ha hecho diferente.

–Sí, lo sé (ríe)

–El cómic siempre ha estado vinculado al mundo friki, fuera de los circuitos oficiales, pero ahora estamos en un museo y le trae una institución pública. ¿Algo está cambiando en el sector?

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–Las cosas han estado cambiando desde hace ya un tiempo. Pero no es necesariamente malo estar al margen de todo en cierto modo. Si eres un escritor, te enfrentas inmediatamente al canon de los grandes escritores; pero si eres un artista de cómics, tú solo piensas en hacer lo que tú quieres hacer. Pero tienes que intentar también salirte del gueto de este género para todo el mundo pueda llegar a él y sea accesible.

–¿Cómo se pueden escribir 500 páginas de un domingo cualquiera en el que no sucede nada extraordinario? ¿Tiene experiencia en eso?

–¡Claro! Es como una broma. Tenía que ser largo porque no había nada. Si tuviera muchos eventos a señalar, entonces quizás debería ser más conciso. Pero me gusta el reto de que sin tener casi material, hacerlo entretenido y que te atrape. Cuando lo estaba creando, había un constante peligro de que la historia muriera y no tuviera ningún interés. Tenía que pensar todo el rato en cómo poder mantenerla.

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–Parece que hoy no sabemos aburrirnos. Necesitamos estímulos constantes para todo.

–Cuando estoy en casa trabajando, con mi propio horario, siempre tengo algo que hacer y no me aburro; pero recuerdo que cuando era más joven no tenía esta disciplina, no sabía cómo hacerlo. El personaje del cómic es un poco como yo cuando era joven, y además tiene que hacer frente a gestionar las redes sociales y todas esas distracciones.

Estilo propio

«Nunca he sido una persona muy académica, más bien he aprendido a base de prueba y error»

–¿Alguna vez escribirá un cómic sobre un tipo normal?

–(Ríe) No sé. Creo que mis personajes actuales son más normales y tienen menos trastornos psicológicos.

–Pero tiene tendencia a ellos.

–Incluso en la literatura, me encanta cuando el personaje tiene una forma muy específica de pensar y es inusual.

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–¿Cómo usted?

–Yo soy mucho más normal que el personaje. Igual parezco un poco más loco porque he dicho esto (ríe).

–¿Qué opina de la IA? ¿Es de los que temen sus efectos?

–No, espero que sea útil en ciertas cosas. Escuché hace poco un podcast de expertos sobre este tema y explicaba que en el arte tiene una aplicación muy limitada. No es tanto como parece.

–Algunos creen que matará la creatividad.

–No. Ahora hay un boom de esta tecnología, pero no.

–Y por último, ¿siente que el cómic europeo le ha ganado ya la partida al americano?

–Comercialmente, no, especialmente con esos cómics de superhéroes. Yo no sé nada sobre ellos, no los he leído, de niño no tenía acceso a ellos. En Bélgica eran cómics franco-belgas. En cuanto a calidad, si miro los cómics que me gustan, hay buenos trabajos que se hacen en América pero es más difícil que en Europa. En Bélgica hay más vías para poder crear cómics que son más artísticos y encontrar caminos para que lleguen al público, hay ayudas, mucha publicidad… por eso creo que se pueden desarrollar más fácilmente en Europa que en América.

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