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ANTONIO EL DE BILBAO

GONZALO ROJO

Viernes, 20 de octubre 2017, 00:35

Antonio Vidal, nombre artístico de Antonio el de BIlbao, originado por su juventud vivida en la capital vasca, nació en Sevilla en 1879. Hijo del guitarrista y bailarín Niño de la Feria, con tan solo ocho años fue alumno de los maestros del zapateado Miracielos y el El Jorobao de Linares, quienes le presentaron en el Circo de París, de la capital de España, aunque no fue hasta 1906, cuando este hombre pequeño de estatura y de cortas extremidades, deslumbrara al público en una intervención improvisada en el Café de la Marina de Madrid, acompañado por Ramón Montoya. Tras su actuación fue inmediatamente contratado para actuar con los célebres bailaores Faíco, Minuto y Mojigongo.

En 1914, bajo el nombre de «El embrujo de Sevilla», se presentó en el Teatro Alhambra de Londres un espectáculo del que formaba parte Antonio el de Bilbao junto a La Argentina, La Malagueñita, Faíco y el Maestro Realito, entre otros destacados artistas. Poco después el guitarrista Amalio Cuenca lo presentó en París, en su colmao «La Feria», de donde pasó al cabaret «La Rata Muerta», de Pigalle, donde hizo célebre su interpretación de «La Corrida», de Valverde, coreografía que después, bailaría La Argentina. Tras su triunfo en París, regreso a Sevilla para trabajar en el Café Novedades y otros locales, hasta que en 1917 llegó a Nueva York junto a su esposa, con quien actuó en pareja en los más importantes locales de Broadway, y de la que se divorció poco después.

Un año más tarde formó un trío con Julia y María Verdiales, dos hermanas a las que el artista decidió apodar «Mary and July sisters». Junto a ellas viajó de costa a costa por todo Estados Unidos durante tres años. En ese período se unió sentimentalmente a Julia, con la que tuvo un hijo. Estuvo repetidas veces en La Habana donde en el Teatro Martí era habitual verle bailar sobre un mesa con los pies ligados, que volvía locos a los cubanos. En sus giras por América el baile tauro-flamenco, cuyas raíces hay que buscarlas en el baile de El Vito, le otorgó un extraordinario éxito. Con el tiempo, otros grandes maestros, como La Cuenca y José Otero, renovaron las composiciones y partituras de este baile. Al parecer, Antonio el de Bilbao no falleció en Buenos Aires, como tantas veces se ha dicho, murió en Madrid a consecuencia de un infarto de miocardio, mientras daba clases de baile, en 1925, contando cincuenta y seis años de edad.

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