Los miembros de Antílopez interactuaron con el público durante todo el recital. MIGUE FERNÁNDEZ

Antílopez y las guitarras que arrancan carcajadas

El dúo onubense se luce durante dos horas con su mezcla de humor y música en un Teatro Cervantes lleno hasta la bandera

FERNANDO MORGADO

Málaga

Miércoles, 27 de marzo 2019

Como si estuvieran poco acostumbrados a su éxito, los dos miembros de Antílopez –Miguel Ángel Márquez y José Félix López– se tomaron su tiempo para contemplar al público que abarrotaba el Teatro Cervantes pocos minutos después de las ocho de la tarde, justo antes de que se apagaran las luces y quedaran solo los focos que apuntan al escenario. Incluso una vez sentados y guitarras en ristre, pidieron que se volviese a iluminar el patio de butacas. «¡Ya lo hicimos una vez y aquí estamos de nuevo, con el puto Cervantes lleno!», exclamó Márquez para hincharse de motivación antes de comenzar su 'show'. Porque llamar 'concierto' a lo que hacen Antílopez sería quedarse corto.

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Con el dúo onubense es difícil emplear una etiqueta y ellos mismos lo saben. De hecho, se han inventado una propia, 'chiripop', para definir su estilo musical. Antes de tocar la primera nota preguntaron cuántos de los presentes ya los habían visto en directo –la mayoría del público– y para quiénes era su primera vez. Acto seguido, trataron de explicar a esos novatos qué era lo que iban a ver, aunque sin éxito.

Por resumir, Antílopez utilizan sus guitarras para arrancar carcajadas. Son cómicos con un toque extraordinario de las cuerdas y voces privilegiadas. En su receta del éxito hay un gran porcentaje de humor andaluz, aunque actualizado y vestido con pitillos y camisas estampadas, pero se le pueden aún ver las trazas flamencas y carnavaleras, especialmente en lo contestatario de sus letras. De ahí lo de 'chiripop'. Por poner un ejemplo ilustrativo: si el humorista Manu Sánchez fuese músico, sería el tercer 'antílopez'.

En la velada del miércoles, Márquez y López no tuvieron que hacer ningún esfuerzo por ganarse al público malagueño. Ya en el calentamiento las risas inundaban el Cervantes cuando el dúo solo había puesto en marcha el 'running gag' que hila el espectáculo y que hace referencia a las supuestas raíces finlandesas de su arte.

Tras el falso himno escandinavo que cantaron a medias con el público, el grupo comenzó su repertorio con el cuarto tema de su último disco –'Dibujo libre'–, una composición titulada 'Ahora vas y lo cantas'. Ya advirtieron al inicio de que el adjetivo 'inteligente' no iba con su espectáculo, y lo demostraron pronto con un par de chistes más bien fáciles sobre adicciones con Whitney Houston y Antonio Vega como protagonistas. Afortunadamente, la velada ganó en calidad humorística y musical con el paso de los minutos.

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Reflexiones camufladas

La primera canción especialmente celebrada por los malagueños fue 'Musa en paro busca poeta', uno de los grandes éxitos de su disco 'Desprendimiento de rutina'. Camufladas entre sus monólogos hilarantes, Antílopez tienen reflexiones para dar y regalar. Una de ellas es 'Ser músico', pero especialmente ácidos son los versos de 'Hijos de España'. «Somos un país que se hace de robar y que tiene la fuerza revolucionaria del secador de un hotel», comentó Márquez a modo de introducción. Ya en la canción, el estribillo canta: «Tener, tener, tener, es el principio del final del ser».

A la pareja de músicos no se le escapa ningún género, y lo demostraron con 'Country jondo' y su aire texano. Después de 'Game cover' se despidieron con 'No vale lo que quieren cobrar', que manda un recado a artistas como Pablo Alborán, Antonio Orozco o Malú, pero también a los futbolistas o a los peajes. Aún era pronto para despedirse y Antílopez volvieron para redondear las dos horas de concierto con cinco canciones más en las que contaron con la colaboración del músico malagueño Tony Romero.

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Una de ellas fue 'Canción privada', rematada con un guiño final a 'Acaríciame la cara' de Niña Pastori, y la siguiente, la conocida 'Analfanauta'. Las preferidas del público quedaron para la despedida, en la que todos cantaron 'Prefiero' y 'Vuélcalo to' ya', que dibuja una industria musical rancia que los Antílopez están dispuestos a dinamitar desde dentro.

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