Santandreu: «La soledad no existe, es una alucinación colectiva»
El psicólogo y escritor participa en el Aula de Cultura de SUR con un lleno absoluto en el auditorio del CAC
«¿Cuántos de vosotros habéis leído un libro mío? ¿Cuántos no?». Con un discurso más de orador que de escritor al uso, el psicólogo Rafael Santandreu se dirigió ayer al auditorio del CAC (lleno por completo) para demostrar que «sentirse solo» no es malo. «Hay gente por todos lados, todo el rato, ¡pero si hoy aquí hay tanta gente que ni siquiera ha podido entrar a la conferencia!». Entre muchas ideas, la que anoche brilló con más fuerza fue que la mayoría de los problemas que amargan la vida al ciudadano de a pie no son más que un constructo que nace en las cabezas pensantes, nada real que suponga un peligro real acorde al peligro que representan: «La soledad no existe, es una alucinación colectiva».
Santandreu se ha postulado como uno de los máximos exponentes de la psicología cognitiva y resume sus ideales en varios libros que gozan de una importante comunidad de lectores. Desde 'Las gafas de la felicidad' hasta 'El arte de no amargarse la vida', pasando por 'Nada es tan terrible', el barcelonés repite de forma incansable las posibilidades que tiene el ser humano para gestionar de forma más eficiente sus emociones y apartar lo negativo del día a día. El escritor participó en el Aula de Cultura de SUR, programa que cuenta con el apoyo de Obra Social 'la Caixa'. El director de este ciclo, el escritor Pablo Aranda, fue el encargado de presentar la sesión e introducir al orador, para lo que se limitó a señalar a la repleta sala, abarrotada hasta la última cifra del aforo máximo permitido (189 personas).
«Vivimos pensando que cuando uno tiene unas emociones negativas no se pueden cambiar pero, aunque parezca increíble, sí que se puede», dijo, para introducir el concepto de la psicología cognitiva –rama en la que despunta el autor y que emplea en sus terapias–. «La soledad es el ejemplo perfecto de que nos acojonamos de algo que hemos creado nosotros mismos», dijo para ilustrar esa plasticidad del cerebro humano que puede jugar tantas malas pasadas. «Cuando la gente dice que sufre de soledad, lo que está haciendo verdaderamente es lamentarse de no tener compañía garantizada durante las 24 horas del día, lo cual, por cierto, es un coñazo».
A lo largo de su encuentro con los lectores –que participaron de forma especialmente activa durante la charla–, Santandreu puso distintos ejemplos de algunos de sus pacientes y sus batallas contra las emociones negativas. Recordó como un hombre que se estaba reponiendo de forma «muy positiva» tras una ruptura recayó cuando un familiar bromeó con su soltería en un funeral. «Él estaba viendo esa soledad como algo malo, pero es una oportunidad increíble para hacer cosas maravillosas como conocer gente, tener un nuevo hobby, hacer algo bueno por los demás, hacer el amor...», relató.
Tras ello introdujo el concepto de la renuncia, «una de las bases» de la psicología cognitiva. Se trata de un proceso mental en el que el individuo se desprende de necesidades creadas a medida para generar una infelicidad constante. «La renuncia ha de ser alegre», matizó, y para ello puso de ejemplo la forma de vida de Albert Casals, un joven en silla de ruedas que no tiene casa ni cobra dinero por sus intervenciones, simplemente vive la vida. Según los postulados de Santandreu, Casals es feliz porque necesita «muy pocas cosas para serlo».
La charla tornó en debate gracias a las intervenciones de los asistentes, algunas de ellas escépticas. Un oyente planteó qué ocurriría si todo el mundo siguiera el ejemplo de Casals. «No habría empresas, ¿no?». Santandreu dijo que eso «no tiene que ser malo». «El progreso no siempre es positivo», apostilló. «Vivimos en la época de mayor prosperidad material pero de menor felicidad si miramos los ratios de suicidios y depresión», comentó. Tras atender a los dudosos, firmó ejemplares en la librería del CAC y cerró una sesión marcada por la reflexión y el destierro a las emociones negativas.
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