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Ray Loriga, ayer durante su cita con el Aula de Cultura de SUR, en el salón de actos de Fundación Unicaja. Pedro J. Quero
Aula de Cultura

Ray Loriga: «Mi muerte no sería una gran pérdida»

El mítico autor madrileño presenta en el Aula de Cultura de SUR su última novela, una historia de amor y suicidio y la primera tras su tumor cerebral

Cristina Pinto

Jueves, 13 de abril 2023

No fue el mejor jueves, «tampoco el peor». Cuando a Ray Loriga le diagnosticaron a finales de 2019 un tumor cerebral optó por la calma. «No era mi culpa y no tenía nada que hacer al respecto; por eso esperé. No considero que mi muerte fuese una gran pérdida y lo digo tan honestamente. Soy como una bombilla que se apaga en una tienda de lámparas donde hay muchas más encendidas». Así lo confesó el autor madrileño en la tarde de este jueves en su encuentro con el Aula de Cultura de SUR en el salón de actos de Fundación Unicaja donde presentó su última novela, 'Cualquier verano es un final' (Alfaguara), que habla de amor, amistad y suicidio. Y en la que el protagonista padece un tumor, tal y como le sucedió a Loriga. «Como escritor, intentas acercarte lo máximo posible al tema que vas a tratar... Con tantos días de hospital me distraía mucho pensar en qué escribir cuando volviese», desveló en su visita a Málaga.

Sentado junto al redactor jefe de SUR Alberto Gómez –codirector del Aula de Cultura junto a Regina Sotorrío–, el madrileño comenzó la conversación admitiendo que le gusta ver «cómo la gente se pierde dentro de los laberintos que diseño». Hablaba de sus libros y, en este caso concreto, del último que ha publicado. Algo que condujo inevitablemente a hablar de la muerte, tema que trata en sus páginas. «Se ve tan lejana... Hay chavales a los que les gusta ser góticos, vestirse de negro y asumir posiciones de riesgo, pero eso es como hacer algo que intuyes que es muy lejano. Cuando la muerte está demasiado cerca sí que pierde esa capacidad seductora», admitió Ray Loriga.

Ray Loriga junto al codirector del Aula y redactor jefe de SUR, Alberto Gómez. Ñito Salas

«Este libro apela a la necesidad que tiene la sociedad de establecer convenciones; la comunidad se ve obligada a estar formada en unos parámetros exactos. El personaje narrador de esta novela sabe lo que siente y no le importa el nombre que le puedan dar los demás; las emociones no precisan de nada concreto», reflexionó el escritor. «¿Escribes sobre personajes derrotados?», le preguntó Alberto Gómez. Y aquí llegó uno de los momentos con más risas cómplices para luego acabar en reflexión en esta cita del Aula de Cultura de SUR –en la que colaboran la Fundación Unicaja y Cervezas Victoria–. «Me preguntan a menudo que por qué mis personajes son unos fracasados; yo les digo que no me lo está diciendo precisamente Rafa Nadal porque si lo comparásemos con él todos somos unos fracasados, no conozco gente que triunfe tanto. Conozco a más de los que se le quema la tortilla de patatas, gente a la que no le cuaja bien la mayonesa, que escribe libros como quiere pero no tan bien como hubiera soñado... Son proyectos a los que nos enfrentamos en la vida y que no acaban como habíamos pensado», meditó en voz alta Loriga en su respuesta.

«¿Tenemos que ser superfelices? ¿Por qué? ¿Nos ha obligado alguien? Con estar tranquilo es suficiente»

Ray Loriga

Y es que «hay una magnificación del todo», concretaba el escritor. «Tiendo a pensar que hay una influencia del cine americano en que todo tenga que ser como Disney. Por ejemplo, el otro día leí que éramos uno de los países del mundo que más ansiolíticos consume y, claro, es que todo va en el camino de la perfección, que nos está consumiendo y llevando a ansiedades absurdas. ¿Tenemos que ser superfelices? ¿Por qué? ¿Nos ha obligado alguien? Con estar tranquilo es suficiente. Yo sólo tengo prisa por estar tranquilo, intento desligarme de las metas. Eso es algo muy bonito que decía el poeta Ángel González, que al final nos daremos cuenta de que la luz alumbraba el camino, no la meta», detalló el autor madrileño.

El parche en el ojo

Habló de cine también. Eso fue cuando explicó el porqué del parche: «No perdí el ojo, pero con el tumor perdí la convergencia de la mirada. Tengo como tres visiones y es formidablemente incómodo», apuntó Loriga. «Muchos de los grandes directores como John Ford llevaban el parche, pero lo hacían porque les era más cómodo al mirar por la cámara todo el día guiñando un ojo. A mí me podrían interesar muchos proyectos de cine, pero dirigir ahora no, porque no me veo con energía física. Sí que me veo abierto al guión, aunque siempre he sido novelista y, como digo, mi primera pasión y última ha sido la literatura».

Pero el tema del cáncer aparecía en pequeñas dosis durante la conversación con Alberto Gómez, que le preguntó: «¿Tuviste la tentación de creer en Dios?». «Me hubiera gustado porque envidio la fe y no tengo ningún desprecio ni ironía hacia ella; más bien admiración y envidia», le confesó Ray Loriga. Luego, llegando al final del encuentro le tocó interactuar al público con el escritor –que tras terminar la cita firmó ejemplares–. Los asistentes, Juan, Patricia, Manolo o María, entre otros, preguntaron al madrileño. Y concluyeron reflexionando sobre el éxito objetivo y el subjetivo: «Si lo que quiero es estar tranquilo y consigo estar tumbado en una cama, eso es el éxito. Y con este pensamiento positivo nos vamos a terminar la charla», cerró el mismo Ray Loriga.

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