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Una de las escenas de la obra. C. Z.
Ensayando el drama inacabable de los niños soldado
Festival de Teatro

Ensayando el drama inacabable de los niños soldado

Presenciamos un ensayo de 'El ruido de los huesos que crujen', de Suzanne Lebeau, que llega al ciclo teatral dispuesto a dar «un tirón de orejas»

Carlos Zamarriego

Martes, 21 de enero 2025, 00:13

«Now is better» se puede leer al llegar a La Térmica con motivo de la última exposición del diseñador Stefan Sagmeister. Una muestra que invita a ver el mundo con una mirada positiva, fijándonos en los avances logrados por el ser humano en las últimas décadas. Sin embargo, nuestro destino era la sala 021. Tras la puerta, la historia de progreso y esperanza queda pisoteada por las pisadas de Elikia y Joseph, dos niños soldado que huyen de un campamento rebelde africano. Para ellos, la vida dista mucho de ser 'better'. Según Naciones Unidas, más de 93.000 niños han sido reclutados y utilizados en conflictos bélicos entre 2005 y 2020. «Mi arma colgada sin vida sobre mi muslo. Por primera vez, desde hacía mucho, olvidé que formaba parte de mi brazo», dice uno de ellos.

Tomando apuntes desde una mesa, la directora Virginia Nölting parece contenta con el resultado. Están pasando la primera escena de 'El ruido de los huesos que crujen', de la autora canadiense Suzanne Lebeau. Ha dividido el suelo vacío y frío de La Térmica en nueve espacios por los que se mueven, sorteando la frondosidad de la selva africana, las actrices Adriana Cura, Mireya Ramírez y Agostina Fischietti. En algunos momentos reproduce música desde su móvil, creada para la obra por Miguel Olmedo, intentando encajarla en la coreografía actoral. El paisaje musical será importante. «Yo vengo del mundo del canto y de hecho las pongo a cantar, hay algún numerito musical que no estaba en el texto», reconoce la directora.

Las cuatro ya trabajaron el texto para una lectura dramatizada dentro del ciclo 'Miradores de escena' y ahora tienen la posibilidad de ir más allá con una producción completa que se estrenará el 24 y 25 de enero en el Festival de Teatro de Málaga. «Con la lectura lo que hicimos es defender el texto de esta autora», dice Nölting, que para la puesta en escena se ha volcado más en el trabajo corporal. «Yo también soy una actriz muy física y creo que realmente si algo no miente, es el cuerpo. Desde ahí, esos son mis mimbres para poder poner esto en pie».

La directora Virginia Nölting da instrucciones a las actrices. C. Z.

El teatro de Suzanne Lebeau es bien conocido en nuestro país. Una decena de sus obras se han traducido y estrenado con mayor o menor éxito. 'El ruido de los huesos que crujen' se presenta como un estreno, pero no en sentido absoluto. En España se ha podido ver al menos en catalán en 2013 (por la compañía Almaradas en la sala Ponent de Granollers) y en español en 2018 (por la compañía Cambaleo Teatro en El Pavón Teatro Kamikaze de Madrid). Ese mismo año giró por Málaga una puesta en escena del Grupo Municipal de Teatro Farándula de Estepona. Lebeau es considerada la mayor creadora contemporánea de teatro en temas de infancia y adolescencia.

Sobre la cruda realidad que expone la autora, la actriz malagueña Adriana Cura reconoce que «es algo que sabíamos que pasaba, algo que tristemente sigue ocurriendo, pero yo en mi caso nunca había investigado sobre el tema». Cura cuenta que preparó su personaje con testimonios de niñas soldados: «Leí artículos, vi muchos vídeos para saber cómo están una vez han sido rescatadas y ese proceso que ellas han vivido». Mireya Ramírez, también malagueña, se pasa toda la obra interpretando a un niño de ocho años. «Estoy muy acostumbrada a caracterizar la voz, es algo que me gusta un montón», asegura Ramírez, que encontró inspiración de sus primos, «que son muy pequeñitos». Para la directora, «su personaje es el personaje alivio, porque esto es mucho dolor todo el rato. De ahí me viene un poco esa cosa de trabajar desde el juego, desde esa cosa del distanciamiento que tú has visto, un poco por la necesidad de no crear una hiperrealidad».

El suelo vacío y frío de La Térmica se divide en nueve espacios por los que se mueven Adriana Cura, Mireya Ramírez y Agostina Fischietti

El contrapunto lo da Fischietti, «el comodín de lo que ellas van necesitando en el contar esa historia», en sus propias palabras. Nacida y formada como actriz en Buenos Aires, lleva cinco años viviendo en Málaga. «Me vine en pleno covid, así que al principio lo más imperativo era tener que sobrevivir, con todo lo que se implica, a muchos kilómetros de mi casa. El teatro que para mí era mi identidad, algo que me definía, quedó en otro lugar». Hasta el año pasado. «Llegó un momento que dije: ahora que ya está todo eso más o menos dado, necesito volver a mí. Porque si no me ahogo o me tengo que volver a Argentina». Volviendo a su papel dentro del elenco, Fischietti explica que «me voy transformando a lo largo de la obra en otros personajes, pero es muy guay porque eso ayuda a construir un lenguaje en el que no es que una está afuera y las otras están adentro». Algo que enfatiza Virginia Nölting: «Yo tenía claro que las quería en escena todo el rato, a las tres».

El arte como revulsivo

¿Puede esta obra ayudar a cambiar algo? Para Adriana Cura es importante «que se use el arte para exponer estos temas» y tiene claro que el objetivo con el público es dar «un tirón de orejas». Agostina Fischietti recalca que «cuando te ponen un espejo de frente es cuando 'podés' ver que esas cosas existen y que no están tan lejos como uno cree». Nölting resalta que «no queremos ser panfletarias» pero considera que el arte de la actuación consiste en «transformar tu opinión, que tú cambies algo y que te vayas con una reflexión a casa».

Adriana Cura y Mireya Ramírez, actrices recién salidas de la ESAD, se muestran encantadas de estrenar en el Festival de su ciudad. «Fue como muy guay, porque yo iba a terminar la escuela y ya iba a hacer algo profesional», cuenta Ramírez sobre cómo entró en este proyecto, «además aquí, que estoy en mi casa, estoy súper orgullosa». Para Cura, que ya estuvo hace dos años con la obra 'Aguirre', es «un orgullo, es la fecha de teatro más importante de Málaga y que podamos estar ahí es maravilloso».

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