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André Rieu, con su histórico violín. Janita Sassen

André Rieu, el rockstar de la música clásica con millones de seguidores: «Soy un tipo normal»

El violinista y director de orquesta, capaz de viajar del vals vienés a 'La Macarena', actuará dos noches a finales de enero en el Carpena

Regina Sotorrío

Enviada especial a Maastricht

Domingo, 19 de octubre 2025, 00:42

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En Vrijthof, la mayor plaza de Maastricht, alguien ha pegado con celo un papel a una farola donde se lee, escrito a mano, «André Rieu is unne wikser» («André Rieu es un mago» en limburgués, la lengua de la región). A pocos metros, su foto aparece en la primera página de la carta de uno de los restaurantes de la zona. Estamos en octubre, pero ya se anuncian sus conciertos de julio. Como ya es tradición, el violinista y director André Rieu (Maastricht, 1949) tocará el próximo verano junto a su orquesta en ese lugar, frente a miles de personas y durante doce noches consecutivas para las que ya hay lista de espera. Es un acontecimiento de tal magnitud en la ciudad holandesa que cuenta con su propio puzzle en las tiendas de souvenirs de Maastricht. Pero no hay que irse tan lejos para descubrir qué hace tan singular a este músico: el 26 y 27 de enero actuará en el Palacio de los Deportes Martín Carpena de Málaga. Una de las citas está a punto de hacer 'sold out'.

En Málaga

  • Fecha 26 y 27 de enero.

  • Lugar Palacio de los Deportes Martín Carpena.

  • Entradas Desde 64,90 hasta 170,50 euros.

  • Más información Página web de André Rieu.

«Todos me conocen, sí, pero está bien. Ayer fui a la tienda a comprar cebollas porque estaba haciendo sopa de tomate, así que soy un tipo normal», asegura André Rieu. Lo dice sentado en una de las salas de su castillo en Maastricht, a los pies del río Mosa, donde vive con su familia y donde está la sede de su empresa, una compañía musical con 130 personas en nómina. «Y hay aún más que son freelance», puntualiza. Con su orquesta, la Johann Strauss, ha conseguido crear un estilo único donde los vals y las arias de ópera se mezclan con bandas sonoras, canciones de musicales famosos y 'greatest hits' del pop.

«Me alegro de tener un castillo y un Stradivarius, pero soy el mismo tipo que antes. No tengo celos de Elon Musk porque tenga más dinero que yo»

Del 'Danubio azul' de Strauss y la 'Sinfonía nº2' de Shostakovich pasa a 'La Macarena' de Los del Río y 'I will survive' de Gloria Gaynor sin despeinarse, pese a los saltos que también da en escena. Todo interpretado con su violín Stradivarius de más de 300 años de antigüedad y con un aura de vals vienés en el ritmo y en la estética. Cada recinto por el que pasa se transforma en un salón palaciego con elaborados decorados, pantallas gigantes y un juego de luces. El resultado es imponente y emocionante. Los hombre de su orquesta y coro llevan levita y las mujeres lucen pomposos y coloridos vestidos largos que el propio André Rieu diseña. «Cuando vas a ver música clásica, ves orquestas fantásticas pero todas son negras. Parecen que estuvieran muertas. Me encanta contemplar cosas bonitas. La luz, los colores, las flores. ¿Por qué no?», se pregunta.

Con esta propuesta y con su innegable carisma, Andre Rieu mueve a más de 700.000 espectadores al año, tiene 20 millones de seguidores en las redes sociales (Facebook, Instagram, YouTube), más de dos millones de oyentes mensuales en Spotify y ha vendido alrededor de 40 millones de discos. El próximo, 'Thank You, Johann Strauss!', saldrá a la venta el 7 de noviembre por 35 euros.

Andre Rieu Productions / Janita Sassen
Imagen principal - André Rieu, el rockstar de la música clásica con millones de seguidores: «Soy un tipo normal»
Imagen secundaria 1 - André Rieu, el rockstar de la música clásica con millones de seguidores: «Soy un tipo normal»
Imagen secundaria 2 - André Rieu, el rockstar de la música clásica con millones de seguidores: «Soy un tipo normal»

Y es absolutamente transversal. Basta con echar un vistazo a los muchos vídeos que circulan en Internet de sus conciertos –alguno supera la barbaridad de los 200 millones de reproducciones– en los que hay jóvenes y mayores, parejas de enamorados y grupos de amigos. «Les gusta venir porque se conmueven (...) Quiero hacerte llorar, reír y bailar. No viajamos por el mundo para demostrar lo buenos que somos. No, queremos pasar una noche hermosa juntos», argumenta. Y las imágenes de sus actuaciones dan fe de lo que dice.

–Con tantos aplausos y seguidores, ¿se siente como una estrella del rock?

–No sé qué es ser una estrella de rock. Yo soy yo mismo. Quizás deberías preguntarle a la estrella de rock, ¿alguna vez te sentiste como André Rieu?

Pero más allá de la broma, él es muy consciente del fenómeno que supone su marca. Si Robbie Williams dio un concierto en la ciudad lituana de Kaunas en su última gira por Europa, él dará dos. En Madrid actuará en el Movistar Arena, en Valencia inaugurará el Roig Arena, en Barcelona pasará por el Palau Sant Jordi y hará dos noches en el Carpena de Málaga, recintos normalmente reservados para los grandes nombres del rock y el pop. Y para André Rieu. «Sucede. Mira. Estoy aquí».

20 millones

son los seguidores tiene en las redes sociales: Facebook, Instagram y Youtube. Sus oyentes mensuales en Spotify alcanzan los dos millones.

¿Cómo se lo explica? «Creo que a la gente le gusta ser feliz y olvidarse de todo. Sí. Hay mucha mierda en el mundo». Sus conciertos, dice, son una desconexión de la realidad. Lamenta que hoy parezca que solo existe la «derecha o la izquierda». «Eso no está bien. Mi música une a la gente. No pregunto si eres católico, de derechas, de izquierdas o lo que sea. Siéntense juntos y disfruten». Le preocupa la situación mundial, pero mantiene una actitud positiva. «Nunca deberíamos abandonar la palabra esperanza. Te da energía para seguir adelante».

El violinista defiende una música libre de prejuicios («yo no los tengo, pero los clásicos sí») que conecte con el público general y no entiende a quienes critican que una sinfónica aborde cualquier tipo de repertorio. «Yo toco la música que me llega al corazón. No importa la que sea mientras sienta 'ah, eso está bien'», explica. 'Can't help falling in you', 'Lonely Shepherd', 'Edelweiss', 'Voilà', el intermezzo de 'Cavalleria rusticana'... Todo tiene cabida en su violín. Quién sabe si algún día se atreverá también con un reguetón. Cuando se le pregunta al respecto, confiesa que desconoce el género y busca al momento en su móvil una canción. «¿Es este tipo de música? Me encanta. Pero mi concierto, al final, es como el sexo, ¿sabes? Armo un programa, lo armo, lo armo y luego ¡bum! Ahí está la explosión. Así que no empezaré con esto», argumenta entre risas. Pero nunca desvela su repertorio. «La gente no sabe lo que voy a tocar, pero vienen porque saben que van a pasar una noche inolvidable».

Ha dado con la tecla del éxito en un género considerado minoritario. Pero la fórmula es inimitable. «Creo que es mi carácter. Nací en domingo. Tengo un carácter alegre. Me gusta el humor, me gusta reír y me gusta el contacto con la gente. Me gusta mirarte a los ojos y eso es lo que hago en el escenario», afirma.

Disciplina y sueños

Detrás de su proyecto hay «mucha energía, mucha disciplina y muchos sueños». Algunos casi le cuestan la ruina, como cuando en 2008 se propuso hacer una réplica del Palacio de Schönbrunn de Viena para sus conciertos. «Fue una estupidez. Era demasiado grande, no era necesario».

Pero pensar a lo grande es lo que cambió su vida. Cuenta que fundó su orquesta porque «no era feliz» en una «sinfónica normal». «Mis compañeros solo hablaban de sindicatos y más dinero, de si hace demasiado frío o hace demasiado calor. Nadie hacía música realmente», afirma. Fue su esposa Marjorie la que le dio el impulso para atreverse a cambiar. «Me dijo 'sé que tienes un sueño, así que síguelo y yo ganaré el dinero'. Eso fue lo que hizo y tuve tiempo para formar mi propia orquesta. Al principio éramos doce, ahora somos 80», detalla con orgullo.

«Todos somos diferentes, pero es como si ahora solo tuviéramos derecha o izquierda. Eso no está bien. Mi música une a la gente»

Cuando empezó, no tenía «mucho dinero» que ofrecerles, pero les prometió «viajar por el mundo». Y todavía hoy cumple su promesa. En los próximos meses irá a Emiratos Árabes, Alemania, Rumanía, Austria, Eslovaquia, Croacia, Eslovenia, Hungría... Pero siempre regresa al mismo lugar, su ciudad natal de Maastricht.

Apasionado de las aventuras de Tintín, cuenta que siempre quiso tener un castillo francés como el que aparece en los dibujos de Hergé. «Era mucho más grande que este. Pero aquí en Maastricht no hay ningún castillo francés. Solo hay un castillo». Y es este en el que nos recibe, Huis De Torentjes, la 'casa de las torrecitas' en neerlandés, una construcción del siglo XVI con una historia de leyenda: se dice que el verdadero D'Artagnan, el mosquetero que inspiró a Dumas, tomó allí su último desayuno antes de morir en el sitio de Maastricht. Una escultura le recuerda en el jardín. «Claro que me alegro de tener un castillo y un Stradivarius. Pero soy el mismo tipo que antes. No tengo celos de Elon Musk porque tenga más dinero que yo. Para nada. Estoy contento con lo que he hecho», concluye.

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