Franz Kafka, escritor checo y una de las cimas de la literatura del siglo XX. :: EFE

Un Kafka muy poco kafkiano

El alemán Reiner Stach derriba tópicos sobre el escritor en una colosal biografía a la que ha dedicado casi dos décadas

MIGUEL LORENCI

Sábado, 10 de diciembre 2016, 01:11

Puede que Reiner Stach sepa mucho más de Kafka que el propio Franz Kafka (1883-1924). El estudioso y erudito alemán ha dedicado casi veinte años a escudriñar, día a día y página a página, la vida y la obra del autor de 'La metamorfosis', 'América', 'El proceso' o 'El castillo'. El resultado es una más que monumental 'bio-radiografía' de casi 2.400 páginas que Acantilado publica en traducción de Carlos Fortea. Stach derriba tópicos e ilumina las zonas más oscuras del universal y extraordinario escritor checo de expresión alemana. Un Kafka atento, ingenuo, simpático, afable y deportista que no era tan kafkiano como sus textos. Alguien no tan maniático y obsesivo como su cliché y cuyo genio estriba, dice su biógrafo, en su capacidad de mezclar lo cómico, lo triste y lo horrible.

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Reiner Stach (Rochlitz, Sajonia,1951) estaba destinado a asumir el desafío. Antes de consagrarse al estudio y la escritura de los tres libros que integran esta definitiva biografía en dos tomos trabajó en la edición alemana de las obras completas de Kafka en las que las palabras clave son «poder, miedo y soledad».

Son tres los libros que conforman la exhaustiva biografía de Kafka: 'Los primeros años (1883-1910)', 'Los años de las decisiones (1910-1916)' y 'Los años del conocimiento (1916-1924)'. Combinando el rigor de la investigación con la honda comprensión del escritor praguense, Stach ofrece una recreación vital y literaria de su mundo y «sus cuarenta años y once meses de vida». Desvela detalles ignotos de un autor crucial del siglo XX que escribió en sus diarios «Yo soy la literatura», y que apenas publicó en vida.

Ha buscado Stach las claves del genio de Kafka -apellido que significa 'grajo'- en los detalles más nimios. Nos permite saber que fue un domingo, el 17 de noviembre de 1912, el día en el que Franz Kafka se sintió atrapado en su propia cama. Sumido en una depresión ante el silencio de su amada Felicia y carcomido por el sentimiento de fracaso al no avanzar en su novela 'El desaparecido', se siente paralizado. En su mente emerge la imagen del enorme insecto en el que se transforma Gregorio Samsa y que cristaliza algunas de sus muchas obsesiones, como su fobia por los ratones.

Traza Stach una radiografía del autor y del ser humano. «De un escritor dotadísimo, pero lastrado por su fragilidad, su extraordinaria finura espiritual, su desbordante talento». Un ser agobiado y escindido entre la voluntad de su padre de convertirlo en empresario y cabeza de familia y su deseo de consagrarse a la literatura y reencontrarse consigo mismo en las pocas páginas que salvaba de la destrucción.

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Stach no tiene empacho en derribar tópicos, lugares comunes y mitos como el de la rareza extrema de Kafka. A través de testimonios directos dibuja el perfil de un joven encantador, atento y simpático con los demás. Un atildado oficinista en una compañía de seguros, acaso algo ingenuo e infantil, pero apreciado por sus compañeros. «Era sensible, pero no un ser indefenso» apunta Stach. Analiza la compleja y ambigua relación con las mujeres de un Kafka atenazado por el sentimiento de que el matrimonio y sus ataduras serían un obstáculo insalvable para su afán de escritor. Su imagen adusta y enigmática se debe, según Stach, a Milena Jesenská, que lo define como «un desnudo entre vestidos», alguien atrapado en un mundo ajeno al suyo.

Su supuesta apatía sexual contrasta con sus reiteradas visitas a los prostíbulos y su media docena de amantes, con dos de las cuales se prometió. Describe Stach algún rasgo neurótico, como su manía de asegurarse siempre de la limpieza de los colchones, la repetición mecánica y milimétrica de sus sesiones gimnásticas o sus 70 masticaciones por bocado. Pero nos muestra a un Kafka plácido, amante de los paseos y el deporte, a quien le gustaba nadar y remar por el Moldava a pesar de su frágil salud y los embates de la tuberculosis, la buena alimentación, y que fue un gran lector de biografías y memorias.

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Para Stach la gran obra de Kafka es 'La transformación', -título que se impone a 'La metamorfosis'- y en el que Kafka innova mezclando lo horrible, lo triste y lo cómico. Una mezcla que Stach halla de nuevo en 'El proceso' donde la intriga se entrelaza con la comicidad. Aconseja el biógrafo a los profesores que a la hora de mostrar la grandeza de Kafka exploren esa vena cómica y humorística, más patente en sus cartas y diarios, apunta, y la privilegien sobre los aspectos mas lúgubres de sus textos.

También cuestiona Stach la hondura de amistad entre Kafka y su albacea, Max Brod, a quien tilda de «mentiroso», penoso guardián y descuidado editor de la obra de su amigo, sobre la que tomó decisiones «catastróficas».

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