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juan francisco rueda
Sábado, 15 de octubre 2016, 01:00
Como una especie de consecuencia de las imágenes mostradas en su pasada exposición en la Galería Isabel Hurley, Juan del Junco (Jerez de la Frontera, 1972) expone ahora, en el mismo espacio, el simulado libro que nace de todas aquellas, de esos «archivos». De hecho, aquella se tituló Conceptual Andalusia. Européens en vol. Les archives. En esencia, son las mismas imágenes aunque insertadas en las páginas de ese libro, pero su modo de ser presentadas les otorga un sentido distinto y genera en nosotros una experiencia diferente, quizá menos empática y sensorial y más mediada por lo racional. Ahora se hace como un bloque o políptico de 4 filas de 15 columnas y una quinta de 3 columnas, a modo de una suerte de maqueta, estando cada obra conformada por una doble página de esa supuesta publicación en la que se disponen indistintamente fotografía en cada página, a doble, texto, lista de ilustraciones y los propios créditos y portada. No es baladí este asunto, ya que el arte contemporáneo ha atendido a los modos de exhibir, explorando distintos y nuevos dispositivos de (re)presentación (archivo, diaporama, libro, instalación etc.), de modo que éstos condicionan la recepción del espectador generando diferentes respuestas e interpretaciones. El medio o el modo, por tanto, también son el mensaje. Esta suerte de ensayo sobre el modo de articular y comunicar la imagen, que tanto preocupa a Del Junco, se halló en la obra de Ed Ruscha, uno de sus referentes para este proyecto; en relación a sus «libros de antifotografía», en una entrevista con John Coplans (1965), Ruscha espetó: «No me interesan los libros como tales, pero sí las publicaciones inusuales».
Ha de precisarse que Del Junco no busca hacer un libro. Es decir, no le interesa el objeto «libro», sino la imagen del libro en su totalidad y su tecnología como esquema, proyecto o diseño (la maqueta). Tanto el juego con el dispositivo «libro» como esa suerte de presentación en forma de políptico, son recursos y asuntos que el artista lleva desarrollando desde la década pasada. La disposición de ese material fotográfico que recaba en sus internadas en la naturaleza, a modo de ilustración en un libro, genera una distancia o una toma de perspectiva en el espectador. De hecho, si comparamos con su anterior exposición en esta misma galería, las imágenes que ahora aparecen ocupando esas supuestas páginas se hallaban montadas en línea a lo largo del perímetro de la sala, lo que nos hacía introducirnos en la deriva del artista por la geografía andaluza en pos de fotografiar aves y algunos pormenores del entorno. Del Junco parecía sentirse paisaje, ser parte de él, y eso se transmitía de un modo decidido y directo en aquel montaje, haciendo incluso que nos trasladáramos a esa deriva por la naturaleza y pudiéramos sentir los movimientos que debía hacer para conseguir algunas de esas imágenes de pájaros en vuelo. Esas sensaciones tan directas se pierden en este formato en mosaico, desplazadas, tal vez, por un intento de intervención en el conjunto según la noción de «libro».
Frente a ese bloque de 63 dobles páginas se sitúa una vitrina con los dos volúmenes de Charles-A. Vaucher, Oiseaux en vol (1962) y Wild Andalusia. Coto Doñana (1967), que sirven como inspiración para este proyecto y que incluso son parafraseados en la simulación (estructura, letra, diseño) en un juego de apropiación y camuflaje.
En paralelo a los libros de Vaucher nacen los de Ruscha (entre otros, Twentysix Gasoline Stations, de 1962, o Every Building on the Sunset Strip), en los que subyacen también, en relación a Del Junco, la deriva, cierto afán catalogador u objetivo, así como la idea de la fotografía como residuo de una acción. Tanto es así que Ruscha hablaba de sus libros como «una colección de hechos». Parece clara la intención del artista jerezano de vincular su trabajo con cierta genealogía del arte conceptual en la que Ruscha tiene una capital importancia.
Subversión de lo objetivo
Pero Del Junco, mediante la manipulación de esa colección de hechos y junto con la inclusión de fotografías de un avión, de jóvenes de espaldas con la inclusión, a modo de conteo, del número aproximado de personas que han abandonado España durante la crisis, así como una de un nido vacío, introduce, entre el cúmulo de aves migratorias fotografiadas, una metáfora de la migración humana en nuestro país. Los hechos y los datos (la prueba objetiva, la imagen de cariz científico o documental) se transforman o amparan en la metáfora. La subversión de lo objetivo, esta subida de temperatura del frío cientifismo mediante la metáfora o el rebajamiento del rigor de la metodología científica, son rasgos habituales en Del Junco. Ahora también juega a apropiarse burlonamente casi que a suplantar a Vaucher, incluyendo información autobiográfica en los créditos del libro o infiltrando sensaciones y experiencias personales en los títulos de las obras. Lo subjetivo entra en escena.
Se muestra también parte de los resultados de la residencia de Del Junco en los Encuentros de Arte de Genalguacil, una nueva y exquisita entrega del proyecto Conceptual Andalusia. Las imágenes toman ahora forma de acordeón, tal como hizo Ruscha con algunos de sus libros. Buscando oropéndolas obsesivamente, ése es el subtítulo, es un nuevo ejemplo de cómo lo aparentemente objetivo alberga una metáfora, concretamente del proceso creativo: la obsesión, el ideal a alcanzar, los hallazgos en el camino también válidos o la angustia: hechos y metáforas.
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