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Francisco Griñán
Domingo, 20 de marzo 2016, 14:31
Por sus cuatro décadas de vida pasaron miles de películas. Una cifra acorde con el milenario patio de butacas de su salón de invierno -1.050 localidades para ser exactos- que se clausuraban con los calores para abrir su terraza de verano en un solar anexo donde también se contaban las sesiones por millar de espectadores. El Capitol fue uno de los grandes cines de la época dorada del celuloide y uno de los pocos que no cerraba en todo el año al contar con sala de invierno y pantalla al aire libre para las noches estivales. En la esquina de calle Mármoles con Armengual de la Mota, esta sala fue fundamentalmente una sala de barrio con programas dobles hasta que se pasó a la modernidad de los setenta y mudó su nombre por el del Palacio del Cine para acoger películas de estreno.
Esta sala fue impulsada en 1943 por el empresario José Fernández Crespo que, tras los buenos resultados del cercano Plus Ultra en los Llanos de la Trinidad, decidió lanzarse definitivamente al negocio de la exhibición con el Capitol y, un par de años después, con el Duque. También tuvimos otros dos cines de verano, Tivoli, en Cruz de Humilladero, y Campos Elíseos, que estaba junto a la plaza de toros de La Malagueta, e incluso una sala en Granada, recuerda José Luis Fernández Pelegrina, nieto del propietario y que vivía junto al resto de la familia en el mismo edificio del cine de calle Mármoles: Desde mi casa había una ventana que daba al patio de butacas. ¡He sido el niño que ha visto más películas de Málaga porque yo vivía en un cine!.
Fernández Pelegrina, conocido empresario de la enseñanza -fundó los colegios Lope de Vega, Alfonso X y Europa- y senador siete años por el PP, no solo fue espectador aventajado del Capitol, sino también 'ojeador'. Mi abuelo era un gran emprendedor y, cuando me fui a estudiar a Madrid, me hacía ir al cine y hacerle críticas e informes de las películas que allí se estrenaban para ver si las contrataba para su cartelera, recuerda el nieto de José Fernández Crespo, que añade que el éxito más importante del Capitol lo protagonizó la gran Lola Flores con '¡Ay, pena, penita, pena!' (1953), que estuvo más de un mes repitiendo un lleno tras otro.
El cine nacional y, especialmente, el musical y folclórico tenía siempre espacio en la mítica sala del barrio de la Trinidad. Es el caso de 'El pescador de coplas' (1954), un éxito arrollador ya que su protagonista, Antonio Molina, era además malagueño, recuerda José Luis Fernández Pelegrina, que también recuerda la sala abarrotada con el drama italiano 'Mañana será tarde' (1949), que proponía una educación sexual para niños.
En octubre de 1964, este local paso a denominarse Nuevo Capitol cuando los severos asientos de madera dieron paso a las butacas tapizadas y una nueva pantalla gigante, que se estrenó con la cinta 'Llanto por un bandido', que venía de representar a España en el Festival de Berlín, pero en Málaga no gustó mucho, rememora Fernández Pelegrina, que abrió precisamente su primera academia en los pisos superiores del edificio del propio cine: A veces abría la puerta que comunicaba las clases con la sala y dejaba bajar a los alumnos para que vieran una película.
En los años 70, la familia Fernández dejó el negocio de la exhibición y el Capitol fue vendido, pero siguió teniendo vida cinematográfica. Mudó su nombre por el del Palacio del Cine y, tras remozar el patio de butacas, el sistema de proyección y convertir la terraza de verano en un aparcamiento reabrió el 1 de diciembre de 1973. El que tuvo, retuvo, y las colas volvieron a la renovada sala que se reestrenó con cine español de nuevo cuño, 'Lo verde empieza en los Pirineos', un filme de Vicente Escrivá que convertía en comedia los sueños eróticos de los españoles que cruzaban a Perpignan para no perder detalle de la prohibida 'El último tango en París'. En su última etapa, esta sala pasó a liderar el denominado 'Circuito Palacio del Cine', en el que también se integraban Alexandre I y II, Lope de Vega, Zayla, Regio y París, estrenando además recordados éxitos como el musical 'Grease' (1978) o el insaciable 'Tiburón' (1975), que también le dio una buen bocado a la taquilla malagueña ya que permaneció más de dos meses anunciando la silueta del escualo en la fachada del antiguo Capitol.
El 'The End' del Palacio del Cine llegó el 3 de junio de 1984 con Franco Nero haciendo de las suyas en 'El día del Cobra'. La crisis del cine se llevó por delante su milenario patio de butacas cuando la moda de las multisalas imponía otra manera de ver el cine. Como si fuera el premio de una triste lotería, el glamour del local se transformó en un prosaico bingo. Pero esa es otra película.
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