Inmunizar a los más pequeños: la decisión que podría ayudar a proteger a las familias y aliviar al sistema sanitario
Las estrategias de prevención no solo ayudan a proteger a los niños: pueden reducir contagios, evitar ingresos y fortalecer la salud pública desde la base

Cada invierno se repite la escena: salas de espera repletas, niños con fiebre, tos persistente y padres preocupados que reorganizan su agenda para no dejar a nadie sólo en casa. Lo que a menudo se interpreta como “un virus más” puede derivar en complicaciones graves. La gripe infantil, el virus respiratorio sincitial (VRS) o el neumococo siguen siendo amenazas reales. Pero detrás de cada infección hay un coste invisible: absentismo escolar, baja laboral, presión hospitalaria, gasto farmacéutico y una economía familiar tensionada. Sin embargo, existen herramientas de prevención sencillas que puede cambiar el panorama, por ejemplo, una higiene adecuada, el lavado de manos, la distancia interpersonal y la vacunación infantil, entre otras.
España presume de uno de los calendarios vacunales infantiles más sólidos de Europa, con coberturas que superan el 95% frente a enfermedades como el sarampión o la polio. Sin embargo, cuando llega el invierno y las enfermedades respiratorias infantiles transmisibles, como la gripe, la COVID o el VRS, empiezan a circular, el panorama cambia. A diferencia de las vacunas tradicionales, estas estrategias son recientes y aún están en fase de consolidación. “Esta es la segunda temporada en la que vacunamos de forma universal a los niños sanos frente a la gripe y al VRS”, apunta Elena Andradas, directora general de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, durante una mesa organizada por XL Semanal con el patrocinio de AstraZeneca.
Mientras la cobertura frente al VRS ya roza el 95% en algunas comunidades, la vacuna contra la gripe apenas alcanza el 60% entre los menores de cinco años. Y eso a pesar de que sus consecuencias pueden ser graves. “Lo hemos visto esta temporada: incluso niños sanos pueden desarrollar complicaciones importantes”, advierte Andradas. Sin olvidar que, además, actúan como vectores: “Son los primeros en contagiarse y los que más transmiten en casa, especialmente a personas mayores o con patologías crónicas”.
Un impacto que va más allá del ámbito clínico
Más allá de las consecuencias directas, como hospitalizaciones, tratamientos y pruebas, existen otras menos evidentes, pero no por ello menos significativas: padres que se ven obligados a faltar al trabajo, recursos sanitarios redirigidos a la atención urgente o saturación de centros escolares y sanitarios. “La gripe es una enfermedad que genera gran absentismo en nuestro país”, declara José Jesús Guillén, director general de Salud Pública y Adicciones de la Región de Murcia. “Por eso, cada euro invertido en prevención primaria, y, en particular, en vacunas, tiene un retorno altísimo en salud y en gasto público evitado”.
Desde Galicia, Carmen Durán, directora de Salud Pública, aporta otro dato revelador: “Gracias a la inmunización frente al virus respiratorio sincitial, hemos evitado casi el 90% de los ingresos por esta causa. Es difícil encontrar una medida sanitaria con un impacto tan inmediato y contundente”, sostiene.
La vacunación infantil, especialmente frente a la gripe y el virus respiratorio sincitial, está demostrando su potencial para cambiar el curso de las epidemias estacionales, aliviando no solo los sistemas sanitarios sino también el tejido social y económico. De hecho, aunque hay que esperar varias temporadas más para conocer los datos definitivos, ya se empiezan a observar resultados de cómo puede estar impactando en la carga de la enfermedad.
El reto ahora es sostener el esfuerzo, analizar los datos a medio y largo plazo y seguir innovando en estrategias para mejorar el acceso a la vacunación.
Estrategias autonómicas para mejorar las coberturas
Murcia ha sido la pionera en introducir la vacunación infantil contra la gripe directamente en los centros escolares. “Cuando vacunamos en el colegio, eliminamos barreras”, afirma Guillén. “Hay padres que quieren vacunar, pero no encuentran el momento. En el aula, ese niño no se queda sin inmunizar por una cuestión de agenda”. Pero la estrategia murciana no se queda ahí. “Este año hemos ampliado la campaña de gripe hasta los nueve años. Estamos convencidos del impacto positivo de la vacunación, y por eso seguimos trabajando para que todos los niños puedan estar protegidos”, añade el director general. El objetivo es alcanzar a la población infantil al completo y hacerlo de forma equitativa, accesible y continuada.
En Galicia, se ha apostado por la automatización y la cercanía. “Hemos enviado SMS con cita cerrada a todas las familias, pero también habilitado centros los fines de semana, vacunación sin cita y una app para que cada cual reprogramase su día preferido”, explica Durán. También han incorporado inteligencia artificial generativa para resolver dudas frecuentes. Y, a pesar de las buenas coberturas alcanzadas, están valorando poner en marcha un piloto de vacunación en las escuelas: “En Galicia hay más de dos mil centros escolares con una dispersión geográfica impresionante y un medio rural que, a veces, sólo tiene 1 niño, pero vamos a intentar llegar a todos”.
En Madrid, la estrategia ha girado en torno a los centros de atención primaria. “El 92% de nuestros niños vacunados lo han hecho en su centro de salud”, explica Andradas. “Y sabemos que la recomendación directa del personal sanitario es uno de los factores clave en la decisión de vacunarse”. Algo en lo que también coincide el director de Murcia: “Que el profesional sanitario recomiende la vacuna de una manera activa a los padres es fundamental para captar a determinados grupos que no se vacunan”.

La percepción del riesgo: un obstáculo invisible
Pero vacunar no es solo cuestión de logística, también hay que romper una barrera más sutil: la percepción del riesgo. La gripe, al haberse convertido en parte del paisaje invernal, se percibe como un mal menor. “Eso es justo lo que explica por qué las coberturas de gripe siguen siendo más bajas que las del VRS, por ejemplo”, apunta Durán.
Según una encuesta del Ministerio de Sanidad (2022), sólo 4 de cada 10 padres consideran que la gripe puede ser peligrosa para sus hijos. Pero el informe del Sistema de Vigilancia de Gripe y otros Virus Respiratorios en España apunta a que el 80 % de los ingresos por gripe en menores de cinco años ocurre en niños sanos, sin factores de riesgo previos. Y, además, puede derivar en complicaciones como neumonía, convulsiones febriles, otitis media aguda o incluso ingreso en UCI pediátrica. Esta brecha entre la percepción social y la realidad clínica explica por qué muchas familias no priorizan la vacunación. Pero no siempre es una cuestión de rechazo: a menudo, es una cuestión de acceso.
“Nosotros estamos valorando la vacunación como una herramienta de equidad”, añade Guillén. “Hay familias que, por motivos sociales o económicos, no acceden a la vacuna, aunque estén convencidas. Nuestro deber como salud pública es llegar también a esos hogares”. Por su parte, Madrid refuerza el mensaje desde los propios centros sanitarios, usando pantallas informativas, cartelería, mensajes personalizados por SMS y la colaboración directa con sociedades científicas. “Llevamos años construyendo una cultura preventiva, pero tenemos que seguir insistiendo”, señala Andradas. “Y, sobre todo, tenemos que facilitar. Que el acceso sea tan fácil que decir ‘sí’ sea lo natural”.
El reto pendiente: las embarazadas
Si hay un colectivo que preocupa especialmente a los responsables autonómicos es el de las mujeres embarazadas. La vacunación durante la gestación no sólo protege a la madre, sino también al bebé durante sus primeros seis meses de vida, cuando aún no puede ser inmunizado directamente. “Y, sin embargo, las coberturas siguen siendo muy bajas”, lamenta Durán. “Estamos intentando entender por qué. Por eso hemos iniciado un estudio con la Facultad de Sociología de Santiago, para analizar las creencias y barreras de quienes deciden no vacunarse”. Guillén coincide: “En salud pública no basta con informar. Hay que escuchar. Y adaptar el mensaje a las realidades culturales, sociales y emocionales de la población”.
Evitar la transmisión comunitaria: otro punto a favor
Las estrategias de prevención enfocadas en niños son un gesto también de responsabilidad colectiva. Disminuye la transmisión comunitaria, resguarda a los más vulnerables y contribuye a aliviar un sistema sanitario que, cada invierno, se enfrenta a una presión creciente. “Cada niño vacunado podría ser un contagio menos para sus abuelos”, resume Andradas. “Es una clase que no se suspende. Un padre que no falta al trabajo. Una cama disponible en urgencias. Y todo eso también importa”.
Vacunar no solo es una inversión en salud: es prevenir, educar y fortalecer un sistema más eficiente, más equitativo y más humano. Esta es, en definitiva, una tarea colectiva que requiere el esfuerzo de todos. Por eso, como apunta Carmen Durán, “no sólo debemos concienciar a la población en general, sino también a los gestores”.