ONCE, oportunidades para ser iguales
La organización aporta las herramientas necesarias para garantizar que cada persona pueda vivir una vida autónoma, plena y participativa
SUR
Málaga
Viernes, 13 de junio 2025, 16:02
Juan Antonio
«Perdí la vista a los 34 años. Pensé que todo había terminado. Pero acudí a la ONCE. Me ayudaron a reconstruir mi vida, a ... formarme, a volver a trabajar… Me devolvieron mucho más que la vista: me devolvieron la esperanza.» Así habla Juan Antonio, una de las más de 3.300 personas ciegas que cada año se acercan a la ONCE al perder la visión para buscar herramientas y oportunidades gracias a una organización que lleva décadas demostrando que la inclusión no es solo una palabra bonita o de moda, sino un compromiso real que transforma vidas de manera profunda y duradera.
La ONCE es una institución única en el mundo. Desde su nacimiento en 1938, ha crecido y evolucionado para convertirse en un modelo de inclusión y solidaridad admirado tanto en España como a nivel internacional, ahora bajo la denominación Grupo Social ONCE, puesto que es más que la suma de ONCE, Fundación ONCE y las empresas Ilunion.
Pero vamos a centrarnos hoy en la ONCE, que ofrece un sistema de apoyo completo e individualizado a personas con ceguera total o discapacidad visual grave. Su objetivo es claro: dotar a cada persona de las herramientas necesarias para vivir una vida autónoma, plena y participativa. Esto incluye desde la enseñanza del uso del bastón blanco o el aprendizaje del sistema braille hasta la formación en el uso de tecnologías adaptadas, como lectores de pantalla, líneas braille, teléfonos móviles accesibles o aplicaciones específicas para la navegación y lectura. También se ofrece apoyo educativo desde edades tempranas, integración en el sistema escolar ordinario con los apoyos necesarios, becas universitarias y orientación para la inserción laboral. Pero más allá de lo técnico, hay un componente emocional y humano fundamental: recuperar la confianza en uno mismo.
Y todo ello, apoyado en la gestión de lotería social, segura y responsable, con más de 20.600 personas con discapacidad que trabajan como vendedoras y vendedores por todos los rincones. De hecho, para muchas de ellas, este empleo representa mucho más que una fuente de ingresos, es una oportunidad para sentirse útiles, visibles y valoradas por la sociedad. Porque, además, los puntos de venta se convierten en espacios de encuentro, de compañía y de solidaridad que se multiplica.
Además, la ONCE invierte constantemente en innovación y desarrollo de nuevas tecnologías adaptadas para mejorar la calidad de vida de las personas ciegas: desde impresoras braille hasta gafas inteligentes, pasando por aplicaciones móviles y sistemas de navegación sonora en espacios públicos, la entidad trabaja para que la discapacidad visual no sea un obstáculo para acceder a la información, al conocimiento o al ocio, con iniciativas muy inclusivas y abiertas a la sociedad, como la reciente puesta en marcha de la Fundación ONCE Baja Visión, dirigida a aquellas personas con discapacidad visual que, sin poder ser afiliadas a la ONCE, sí pueden recibir apoyos y conocimiento para mejorar su día a día.
Además, la Organización promueve el acceso a la cultura en todas sus formas. A través de bibliotecas digitales accesibles, audiolibros, teatro inclusivo o conciertos adaptados, muestra y demuestra que el arte y la cultura son derechos universales al alcance de todos. Y el deporte también ocupa un lugar destacado, fomentando la práctica de disciplinas como el atletismo, la natación o el fútbol para ciegos, con reconocimiento nacional e internacional.
Aina
Aina es, entre otras muchas cosas, filóloga y fisioterapeuta. Ciega de nacimiento, en ningún momento concibió su condición como una barrera. Gracias a los programas de apoyo específico de la Organización, recibió el acompañamiento y los recursos necesarios para graduarse en dos carreras. Hoy trabaja en un centro de rehabilitación, atiende a decenas de pacientes cada semana y forma parte activa de su comunidad profesional y social. Como ella, miles de personas han logrado superar barreras invisibles gracias al acompañamiento adecuado.
Historias como la de Juan Antonio o Aina reflejan la esencia del trabajo de esta entidad: no es un trabajo asistencialista ni caritativo, sino estructural y transformador: empoderar a las personas desde la equidad, cambiar el paradigma, cambiar las reglas del juego.
En un mundo donde las desigualdades sociales se hacen cada vez más evidentes y las empresas enfrentan el reto de ser parte de la solución, el caso de la ONCE es un ejemplo tangible de cómo se puede —y se debe— conjugar rentabilidad económica con impacto social. Es una respuesta necesaria y solvente a los desafíos de antes, de hoy y del futuro, centrados en las personas, especialmente quienes lo tienen un poco más díficil.
Por eso, la ONCE de siempre es ahora Grupo Social ONCE, para formar parte de un ecosistema más amplio desde el punto de vista social y económico, en el que se suman Fundación ONCE e Ilunion, líderes en cobertura a personas con discapacidad y en economía social, respectivamente. Para crear conjuntamente un modelo único en el mundo de compromiso con las personas: un modelo para construir, juntos, un lugar donde todos tengamos las mismas oportunidades, donde los valores cuenten, y los derechos de muchas personas sean reconocidos y respetados.
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