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Encarnación Alcaraz dirige el centro El Farol
La escuela Waldorf El Farol propone educar a través del juego
Málaga

La escuela Waldorf El Farol propone educar a través del juego

El centro situado en la capital apuesta por una pedagogía que no empieza a enseñar las letras o matemáticas hasta los siete años

AMANDA SALAZAR

Viernes, 22 de febrero 2013, 13:17

Málaga cuenta desde hace cuatro cursos con una escuela Waldorf. Se llama El Farol y está ubicada en la zona de Cerrado de Calderón de la capital, en una curiosa casa que sirve de entorno para un tipo de educación que también destaca por ser diferente a la convencional. La pedagogía Waldorf, según explica la directora de El Farol, Encarnación Alcaraz, nació a principios del siglo XX en Alemania en la escuela de los hijos de los trabajadores de la fábrica de cigarrillos Waldorf-Astoria, que acabó dándole nombre. «Su base pedagógica es el conocimiento del hombre como un ser físico, emocional y espiritual, cuyo desarrollo se conforma por etapas diferentes, con necesidades particulares, que requieren un acompañamiento y unas formas pedagógicas adecuadas a cada una de ellas», dice Alcaraz.

En la escuela infantil El Farol no se aprenden las letras ni las cuentas, ni siquiera los colores en inglés. Este sistema el mismo que se utiliza en el prestigioso sistema educativo finlandés estipula que los niños no tienen un cerebro lo suficientemente maduro como para enseñarles materias abstractas como las matemáticas o el lenguaje escrito hasta los siete años. Si antes de eso reciben una estimulación adecuada para aprender a relacionarse con su entorno, a los siete años absorben toda esa información como esponjas, de forma rápida y más efectiva.

Cada cosa a su tiempo

Así, los niños de El Farol aprenden a ser autónomos y a través del juego y el contacto con la naturaleza. En la escuela Waldorf no hay obligación de permanecer sentados en un mismo sitio porque, según la directora del centro en Málaga, el menor vive a esta edad y se expresa con el movimiento. «En el jardín de infancia, que abarca toda esta etapa, el niño debe ser feliz, sin más carga ni más presión, feliz. Debe jugar libre y naturalmente estimulado», añade Alcaraz.

La escuela Waldorf también huye a estas edades de las nuevas tecnologías que «son útiles, pero en el momento adecuado». «Estar sentado delante de una pantalla no fomenta precisamente su creatividad. Los medios audiovisuales, señalan los seguidores de este método, mantienen al niño (y al adulto) absorto ante la pantalla, las más de las veces durante mucho tiempo, y eso anula su interés por explorar el mundo. «Créame si le digo, aunque parezca extraño, que hay niños de cuatro años que no saben jugar, o que dicen me aburro estando rodeados de juguetes, cuando quizás con un tronco y una caja vacía ese niño podría estar horas jugando», indica Alcaraz.

Actualmente El Farol atiende a niños de 0 a 6 años. Pero, ¿cómo se adaptan los niños cuando luego pasan a un colegio convencional? «Ya hay niños que han pasado de nuestra escuela infantil a otras escuelas de primaria, tanto públicas como privadas, que continúan viniendo a compartir algunas fiestas y no han tenido ningún problema de adaptación», señala la directora del centro.

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