José Carlos Carmona, director de orquesta y escritor: «En el universo de la música clásica hay muchos talibanes»

La música es su gran pasión, pero el malagueño José Carlos Carmona cultiva también la literatura, la filosofía, la interpretación y la docencia. Ha protagonizado una película, ha trabajado en series como 'Arrayán', fue profesor en el reality 'Curso del 63' y tiene un sinfín de proyectos creativos, pero asegura que ante todo es «un músico que escribe». Y eso que en el ámbito de la narrativa su éxito es imparable: acaba de publicar 'Sabor a canela', libro que llega tras el éxito de su novela anterior, 'Sabor a chocolate', que ha conquistado el corazón de más de 100.000 lectores. Hoy visita su tierra natal para presentar su nuevo libro, en el que se reflejan como en un espejo algunas de sus peripecias vitales.

-En cuanto se echa un ojo a su libro se adivina una estructura cuando menos original, con 180 capítulos breves y referencias musicales, ¿cómo ha sido el alumbramiento de 'Sabor a canela'?

-La preocupación principal del libro es formal; efectivamente son capítulos cortos, construidos a base de frases breves, sin adjetivación ni descripciones largas. Para mí ha sido un trabajo más de contención que de extensión, ya que soy bastante torrente y me cuesta contenerme, y en este caso lo hago de forma poética. Soy director del Máster de Creación Literaria de la Universidad de Sevilla y como técnico estaba investigando nuevas formas de narrar, por eso en esta obra todo se cuenta en pasado, pero hay capítulos puntales que aparecen cada 25 o 30 páginas en presente, para que el lector mire esas escenas de una manera más concreta.

-La protagonista es una niña que sueña con ser directora de orquesta, ¿es realmente la pequeña Cecile Goldberg su 'alter ego'?

-En realidad todos los personajes soy yo, eso le sucede siempre a los escritores, que ponen su bondad y su maldad en sus creaciones. Cecile, por dar una pista, nace el mismo día que yo. Me resultó fácil contar una historia en la que conocía bien los tiempos históricos, porque los había vivido. Además, ella es una mujer en un mundo de hombres y en mi caso se puede decir que un malagueño que se quiere dedicar a la dirección de orquesta es como un peruano que anhela triunfar en el flamenco... Puede hacerlo, pero culturalmente estamos lejos y cuesta mucho trabajo. Estuve tres años en Estados Unidos, pero se notaba en el ambiente cultural que se nos clasificaba como hispanos, no europeos. Y a la hora de contratar a músicos, preferían a rusos, alemanes o polacos.

-¿Ha firmado una denuncia del machismo en el mundo de la música?

-De pequeño pensaba que al acercarme al universo de la música iba a entrar en el mundo de la alta cultura, donde las cosas son perfectas, pero cuando entras te das cuenta de que los amantes de la música antigua son como unos talibanes de la música antigua, los wagnerianos son talibanes de Wagner... y por eso en la novela reflexiono sobre el papel de la mujer. Estudié dirección de orquesta con Enrique García Asensio en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y en mi clase había veinte chicas y doce chicos. Casi todos los hombres hemos dirigido y de las mujeres no hay ninguna que trabaje como titular. No se les da cancha en Europa ni en EE UU. En Andalucía, sin embargo, sí hemos tenido un ejemplo importante en Córdoba, con una orquesta de la que fue directora titular una mujer durante dos años.

-'Sabor a canela' es una obra llena de sueños...

-Quería contar la historia de una persona normal que tiene un sueño que también es muy normal: el de una chica que cuando se da cuenta de que ama la música decide que quiere llegar a lo más alto y ser directora de orquesta. Pero se lo ponen difícil.

-Usted es un creador multidisciplinar, ¿cómo conjuga su trabajo en la música con la literatura, la interpretación y la filosofía?

-Bueno, me he casado tarde, con 41 años, y tuve mi primer hijo el año pasado. Eso me ha dado mucha libertad. Además, me muevo en moto y eso me permite estar en dos sitios casi al mismo tiempo. Yo venía de un ambiente en el que se valoraba mucho el conocimiento y pensé que lo que tenía que hacer era formarme. Para que la gente algún día diga: 'Esta persona tiene una visión de la realidad y una emotividad que lo hacen respetable'. Lo que pasa es que a veces, cuando te estás construyendo como un ser humano lo más completo y lo más complejo posible, suceden cosas como ésta, que ganas un premio (con 'Sabor a chocolate' obtuvo el XIII Premio Universidad de Sevilla) y tienes un éxito literario.

-Reside desde hace años en Sevilla, ¿cómo es su relación con la ciudad que le vio nacer?

-Me fui de Málaga en el año 91 para estudiar en Estados Unidos, y luego me instalé en Madrid y Sevilla. Pero mis padres viven en la calle Victoria y las vacaciones las paso aquí o en el Rincón de la Victoria, donde tienen un apartamento. Además, pertenecí a la Coral Cármina Nova y mantengo una vinculación emocional con ella. En Málaga, he intentado ser uno de los directores invitados de la Orquesta, pero no he sido de los afortunados... Sin embargo, sí he dado varios conciertos aquí con otras formaciones.

-¿Y qué puede adelantar de sus proyectos para el futuro?

-Mis proyectos siempre tienen que ver con música, lo próximo es dirigir la Sinfonía Resurrección de Mahler, que para mí es la más grande de la historia de la música. En el terreno literario tengo escritas las novelas 'Martín y Martina' y 'El año del martillo', que saldrá el año próximo en Planeta. También tengo terminada otra que se llama 'El hipócrita perfecto'. En cuanto a los sabores, acabo de empezar a escribir la última obra de esta trilogía, 'Sabor a fresa', que hablará de los compositores. Además, esta misma semana se ha estrenado en Madrid la película 'Hollywood', del director de 'Proyecto Manhattan', en la que hago un papel secundario.