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Viernes, 21 de agosto 2009, 03:23
D ÍA 11 (no importa el mes). Más de 200 personas se encuentran reunidas en una explanada cercana al monasterio de Montserrat, la montaña santa de Cataluña. Pasan algunos minutos de las doce de la noche. Las estrellas caen de la bóveda celeste. El propósito: establecer contacto con el más allá, con seres de otras galaxias. No es una misión sencilla, pero un gurú les guía de la mejor manera para conseguir que los 'otros' se dejen ver. Es el ufólogo Luis José Grifol. «Con paciencia, por favor, ellos no están para dar espectáculos, hay que acercarse con humildad, sin exigencias», advierte.
Fue Grifol quien promovió estos pintorescos encuentros en Montserrat hace ya más de 30 años. Descubrió que esta misteriosa montaña de estrambótico relieve era un lugar privilegiado para avistar ovnis. Desde entonces, los días 11 de cada mes un séquito de aficionados a la ufología se congrega para compartir experiencias sobre su gran pasión y, si hay suerte, lograr el esperado contacto con planetas lejanos. En el 80% de las reuniones «ocurre algo», según asegura Grifol, y en el 20% de estas ocasiones la experiencia resulta «extraordinaria».
Unos hablan de «cañonazos de luz intermitentes», otros de «flash o esfera refulgente». «Son como grandes focos que se encienden y se apagan», describe Joan Soler, un trabajador retirado de la industria química de Manresa asiduo a las reuniones en Montserrat desde hace más de veinte años, que ha tenido «la suerte» de establecer contacto con seres de otras galaxias en varias ocasiones. «No son aviones, porque emiten una luz mucho más intensa, estoy convencido de que se trata de las naves de nuestros amigos del espacio haciéndonos señales», remarca Soler con seriedad.
Espera de horas
Los allí congregados observan el firmamento. Van pasando los minutos, las horas. No hay rastro de señales extraterrestres. Algunos se entretienen con juegos de naipe, otros han traído el saco de dormir. Parece que esta noche los amigos del espacio se están haciendo de rogar. «Creo que hoy no los vamos a ver», musita Laura, una joven psicóloga de Barcelona, mientras sujeta su linterna. Es primeriza en esto de los encuentros ufológicos. «Tendría demasiada suerte si pudiera verlos hoy que es la primera vez que vengo». Laura está segura de que hay vida en otros planetas. «Sería muy inocente pensar que estamos solos», asevera.
Los asistentes se congregan alrededor de Luis José Grifol. El líder habla. Los demás escuchan. Algunos hacen preguntas. Se pide silencio para que todos puedan distinguir sus palabras con claridad, pues no hace uso de ningún megáfono. Son muchas las averiguaciones recientes en el campo de la ufología. Él las explica. Relata que el actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, «es el contactado más importante que tienen los de arriba».
El contacto de Obama
Si no, «¿cómo consigue explicarse su inteligencia o su capacidad para dialogar y convencer de sus ideas a grandes líderes mundiales, históricamente antagónicos, como el presidente ruso Dimitri Medvedev?». En la semana previa a la reciente visita de Obama a Rusia fueron avistados 'crop circles', dibujos en los campos de grano del Sur del país. «Los científicos rusos aseguran que por su complejidad y grado de perfección eran de factura extraterrestre», argumenta Grifol.
No todos escuchan al gurú con devoción. También van a Montserrat algunos escépticos. Toni comenta que el año pasado vio «una gran esfera, como una pelota de baloncesto de color verde que venía de detrás de la montaña». Pero cree que es «un montaje». «El colega le da al mando y hace que se produzcan esos efectos lumínicos». De todas maneras, le gusta venir aquí algunos días 11 con los amigos porque «se está muy bien al aire fresco, en plena naturaleza, te ríes un rato y no te cobran».
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