MÁLAGA

«Las cerezas ni las miro, están caras»

Las cigalas, el solomillo o frutas de temporada como los nísperos se convierten en un lujo. El bolsillo no permite caprichos

ALMUDENA NOGUÉS

Domingo, 24 de mayo 2009, 03:55

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El reloj marca las 10.30 horas de la mañana. Es jueves, y el mercado de Atarazanas empieza a poblarse de carritos y cestas de la compra. Tras ellos, consumidores con los ojos bien abiertos repasando con miradas fugaces hasta el último cartel de precios en busca de la mejor oferta. Luisa Gómez es una de ellas. Esta ama de casa de 51 años cuenta que tiene invitados en casa y que busca un menú especial. Eso sí, «baratito», dice mientras guiña un ojo y enfila el pasillo de la carne.

Su truco, admite, es renunciar a los productos más caros y adquirir alternativas «que cundan y sean resultonas». «El pollo al ajillo me sale buenísimo y no es nada caro. Antes compraba un solomillo de vez en cuando, pero llevo meses que lo he tenido que suprimir de la lista», revela Gómez.

Las frutas de temporada como las fresas o las cerezas también han quedado excluidas de muchas neveras. «Hasta que no estén mejor de precio ni las miro», advierte Mari Carmen Martín. Mientras espera turno en un puesto de verduras explica que sólo se lleva «lo más económico» y que ahora se fija más en las tarifas. «Hay que ir recortando. Y si la pechuga está más cara que el muslo, por ejemplo, pues me llevo el muslo; así voy», apunta.

En pequeñas cantidades

La filosofía del 'low cost' que aplica Martín se repite en las conversaciones con buena parte de los consumidores que pasean por el mercado municipal, donde cada cual tiene su secreto. El de Venancio Abad, un funcionario de 52 años, pasa por comprar en pequeñas cantidades para que no se le estropee la comida. «Vivo solo, así que compro fruta lo más fresca posible para que vaya madurando poco a poco y me dure; así no tengo que tirarla» dice.

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En lo que a carne se refiere, Abad opta por comprar las piezas a mejor precio y congelarla para ir consumiéndola conforme le vaya haciendo falta. «Así me apaño mejor», apostilla.

En el pasillo del pescado, Pilar Muñoz, de 38 años, recorre los distintos puestos a la caza del boquerón más asequible. «No hay nada más malagueño. y encima está muy barato, a poco más de tres euros el kilo, y a mi marido y mis hijos les encanta», expone.

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