José Antonio Valdés Escuín: «Miguelín era un anárquico, para él no había normas»

Un sábado de mayo por la mañana, me presento en una de las pocas casas centenarias que siguen en pie en nuestra ciudad, es la casa de los Valdés, en la Avenida Blas Infante.

El recientemente fallecido José Antonio Valdés, autor del libro 'Algeciras Romántica, Recuerdos de la Vieja Plaza de Toros', un auténtico compendio de todo lo acontecido en la ciudad de Algeciras en lo relativo a todo lo que tenía lugar con la Fiesta de los toros, se sienta cuidadosamente en un viejo sillón, y empezamos la entrevista. Aunque casi me arrebata las preguntas, sabe de lo que vamos a hablar, y no es la primera vez que lo hace, ya dedicó un breve capítulo de su libro sobre la vieja plaza de toros a la figura de Miguel Mateo. Así que comenzamos la charla, en una de las salitas que su centenaria casa posee, rodeado de antigüedades y de viejos lienzos que guardan rostros de personajes del pasado de nuestra ciudad.

¿Desde cuando conocía a Miguel Mateo?

Miguelín, no puedo yo explicar cuando lo conocí porque venía mucho a esta casa, jugaba mucho al fútbol aquí enfrente en lo que era el paseo de la feria, hoy esta ocupado por un montón de edificios que no quiero recordar, porque era otra Algeciras, que no estaba tan agobiada como en la actualidad. Miguelín era un niño intrepidísimo, que jugaba al fútbol y para entrenarse le decía con dos reales a los niños, dos reales al que me coja y tenías a Miguelín corriendo y toda esa multitud de niños persiguiéndole. También pasa que desde muy pequeño el padre de Miguelín, que fue un gran preparador, llevaba a este niño y lo levantaba a las dos o las tres de la mañana para llevárselo al campo a entrenarse. Y la infancia de Miguelín, aunque sus padres lo querían mucho, fue una infancia muy dura, más que difícil, dura; y estos entrenamientos por parte del padre le hicieron luego llegar a ser un gran torero.

¿Tan duro era el padre de Miguel con sus hijos?

Miguel Mateo Naranjo conocido como «Chicuelo de Málaga» decidió que la mejor forma de que su hijo aprendiese a torear era ser el mismo el profesor, ya que en aquella época aun no existían escuelas taurinas como en la actualidad. Miguel padre era un estupendo banderillero y trató de inculcar en sus hijos ese amor a las banderillas, con unos palitos enseñó a a Miguelín el arte del quiebro y del cuarteo. Hoy que se admira tanto a banderilleros como Espía, Padilla o el Fandi, tenemos que Miguelín era en su tiempo el que más y mejor ponía las banderillas, era un rehitelero poderosísimo por las grandes facultades que tenía. Esto luego le llevo a una gran depresión, cuando ya más mayor estas facultades se vinieron a bajo.

Aparte del sentido de torear, era un hombre que tenía muy desarrollado un sentido artístico. Era un hombre que nació con estas cualidades por eso tenía ese peculiar estilo, no lo puedes encajar en ninguna escuela, el tenía su propio estilo, cogía de aquí y de allí y de sus sentimientos. Él creo una escuela, y enseñó a Paquirri, que también era un poderoso banderillero.

José Antonio, ¿puede decirnos como era él como persona?

Él era un anárquico, para él no había normas, no podías exigirle todo lo que los demás cumplen aborregadamente. Él hacía en cada momento lo que él quería. Era anárquico en dormir, en comer, en vestir, no era el señor regular, corriente. Que se llevaba la chaqueta larga, pues él la llevaba corta. Que se llevaba el gris pues él vestía de verde, esto reflejaba su personalidad.

Si hay algo tradicional es el toreo., cuando lo ves en la historia, si no llega a ser por los no-tradicionales, el toreo no se vería como hoy en día, pues seguiríamos viendo lo de los grabados de Goya: el tío con las cadenas para poner las banderillas.

Un día Miguel vino a mi estudio y yo estaba dibujando o pintando y él se puso en un papel a hacer sus cosas; y me dice: "José, que yo ya estoy harto de los dibujos de los trajes y no sé que ponerme para esta temporada".

El público es el más tradicional, y me acuerdo que esa temporada le hice los dos primeros trajes, y el primer día que salió todo el mundo decía "¿¿Dios mío!!", uno era el de inspiración romana y el otro, como él era murciano, estaba inspirado en el enrejado murciano de las mantas del siglo XIX. Todo esto simplificado a la temporada siguiente el 40 por ciento de los toreros llevaba el traje «del laberinto». Otro ejemplo es que hasta que Miguelín no llevo el color naranja nadie lo había llevado.

Miguelín renovó una serie de cosas: el fue el primero en llevar el pelo largo, entonces todos llevaban el pelo corto y el cogote bien afeitado. Luego todo el mundo decía: «¿¿ Hay que ver Miguelín!!», luego llegó el Cordobés que era el desmelene. Por eso Miguel fue un anticipado, este fue un gran valor suyo, porque sin tener grandes estudios tenía un desarrollo en sus sentimientos que solo puedes apreciarlo en los grandes artistas de la pintura o la poesía.

Usted dijo que una vez Miguel le confesó que nunca llegó a sentir miedo delante de un toro, ¿realmente es esto posible?

Para Miguel el toro nunca fue un enemigo, quizás esto se debiera a que casi se crió con ellos, desde muy pequeño el padre lo encerraba para que toreara unas vaquillas, creo que debía de tener unos cinco o seis años. quizás este conocimiento tan intimo del toro desde tan pequeño le diera tanta seguridad.

La relación entre Algeciras y Miguelín. Usted hizo una comparación entre el héroe y el torero. ¿Puede explicarnos esto?

Para que se produzca esto Algeciras necesitaba un héroe, pero para esto necesitaba unas condiciones y Miguelín las cumplía.

Un genio para ser un genio tiene que aparecer como de la nada, como el profeta que aparece en el desierto, como de la nada, pues Miguelín como no nació en Algeciras, sino en Murcia; Pues nadie podía decir a este niño lo conozco yo, le he cambiado los pañales o es hijo de la vecina de enfrente.

Entonces, esto hace que este niño que corría más que ninguno y no lo conocía nadie desde recién nacido, valga como héroe para su generación.