Una joven denuncia que sufrió quemaduras de segundo grado por una depilación en una clínica

Rosa María sólo deseaba que el vello de su piel fuese eliminado. Para lograrlo recurrió a un tratamiento de depilación con láser. Lo que ignoraba es que iba a sufrir quemaduras de segundo grado en su abdomen como consecuencia de esa depilación, dejándole unas cicatrices bien visibles, y que en las piernas le iban a surgir marcas y manchas. Esta joven malagueña, de 27 años, ha presentado una reclamación contra la clínica donde recibió el tratamiento, que tiene más de una decena de centros de estética en España, entre ellos uno situado en Málaga capital. Fuentes de la clínica aseguran que esas marcas en la piel de Rosa María Camarena desaparecerán sin dejarle secuelas.

Ella no piensa igual. «Estoy muy triste y afectada anímicamente. Desde pequeña tengo complejo por el vello y recurrí a este tratamiento para suprimirlo. Ahora me encuentro con que me han provocado quemaduras de segundo grado en la barriga y que las piernas las tengo llenas de manchas. Es desesperante», relató la joven ayer a este periódico. Rosa María tuvo que solicitar un crédito para financiar los 4.500 euros que cuesta el tratamiento de fotodepilación. Ya ha abonado 2.000 y deberá hacer frente al resto.

Desde el pasado mes de octubre tiene marcas y manchas en las piernas a causa de las quemaduras que le produjo el láser. La chica confiaba en que con el paso de las semanas esas huellas desapareciesen, pero no ha sido así. «Me dijeron que en dos meses las marcas se me quitarían, pero las sigo teniendo», señaló la joven.

Agravamiento

La situación se agravó cuando el 12 de abril, en la séptima sesión recibida, sintió un fuerte dolor en el abdomen y un enrojecimiento en la zona provocados por el tratamiento. En la clínica le dieron suero fisiológico, pero como las molestias no remitían, Rosa María acudió a urgencias de Carlos Haya. En el informe que le entregó el hospital aparece que sufría quemaduras de segundo grado. La médica que la atendió le dijo que había tenido suerte, porque las heridas no se habían infectado, aunque temía que las quemaduras en el abdomen le iban a dejar cicatrices de forma permanente. «Estoy hundida. Yo sólo quería quitarme el vello y ahora me encuentro con unas secuelas que me han afectado mucho. Esas marcas en la piel siguen presentes. Nunca más iré a esa clínica. Ellos me aseguraron que no me quedarían cicatrices», dijo.

Rosa María, además de haber presentado la pertinente hoja de reclamaciones contra el centro de estética, ha puesto su caso en manos de un experto, que elaborará un informe pericial. «Espero que se haga justicia. Lo que me ha sucedido a mí no debe volver a repetirse. No sólo me he sentido y me siento muy mal, sino que estoy pagando un dinero por un tratamiento que no ha funcionado. Por si fuese poco, he tenido que retrasar mi incorporación a un trabajo que me ha salido en Inglaterra».

Por su parte, fuentes de la cadena de clínicas donde se llevó a cabo este tratamiento para la eliminación de vello dijeron a este periódico que han hablado con la paciente y le han explicado que «la fotodepilación es una especie de quemadura controlada y eventual para eliminar el pelo que puede dejar alguna marca, pero que suele desaparecer». Añadieron que «a esta joven no le quedará ningún tipo de secuela». Respecto a unas fotografías en las que se aprecian con nitidez las huellas y cicatrices en el abdomen de Rosa María, esas fuentes dijeron que «son fotos que resultan muy llamativas», pero insistieron en que no le quedarán cicatrices. «La paciente firmó un documento en el que se le indicaban los posibles riesgos. Hemos actuado correctamente y no ha habido ninguna negligencia», apostillaron.