Canto a la prudencia en la fiesta de Renault

SE presentó Renault y no se habló de ganar el Mundial de Fórmula 1. Apareció Fernando Alonso por el tablao discotequero y lanzó un canto a la prudencia. «Estamos lejos de Ferrari y McLaren». Compareció en el estrado parisino Flavio Briatore y de su neurona ocurrente no salió ninguna promesa de pelear por el título. Pero habló el presidente mundial de Renault, el brasileño Carlos Goshn, y puso las pilas a sus empleados. «¿Cómo? ¿No dice Flavio que 2007 fue un desastre? Si fuimos terceros. A poco que mejoremos, ganamos este año».

Encantados de haberse conocido, felices por reunirse otra vez. En el mundo de las dentelladas, de la ferocidad y la ambición, Renault fundió su mensaje en anagramas sutiles que salpicaron el vídeo de presentación de la escudería. «Juntos, fuerza», «capaces, juntos», «juntos, desarrollo», «éxitos, juntos». Con cualquier premisa por delante, pero juntos. Briatore y Alonso, en el mismo redil, tirando de la misma cuerda. Por ahí trascendió el mensaje en el Square Com, el departamento de comunicación de Renault en el sureste de París, a un par de kilómetros del Sena y a quinientos metros de la sede central de la marca de automóviles. Juntos otra vez, cual balada brasileña.

Puesta de largo

Y en la fusión de los símbolos, la escudería de Fórmula 1 realizó su puesta de largo en la misma explanada donde los fundadores de Renault levantaron el primer taller de lo que luego sería un gigante de la automoción. Un barrio sin mucho 'glamour', lejos de la luminosidad parisina, pero anclado en los orígenes. Donde ahora se ubica el Square Com (la calle del Viejo Puente del Sevres) se alzó la primera fábrica de Renault.

El acto de ayer estuvo dirigido en esa línea. Alonso regresa a su casa. Un icono ligado a un equipo. El asturiano emprenderá su séptima temporada en la Fórmula 1 y en seis ha establecido un vínculo con Briatore. Se debut, en 2001, se produjo a los mandos de un Minardi, pero cedido por la escudería francesa. Su excursión al exterior, el año pasado en McLaren, acabó como el rosario de la aurora. Y de la mano propagaron la misma idea. «Podemos luchar por los podios, ganar carreras, pero el Mundial va a estar muy difícil», dijo, desconcertante, Flavio Briatore, un encantador de serpientes capaz de atraer patrocinadores y magnetizar a los medios con su pose latina. «Seamos realistas, el coche va bien, pero ni mucho menos estamos a la altura de los equipos punteros», corroboró Alonso desde otra sala.

Mensaje

El R28. La madre del cordero, al decir de los sabios de la F1. Un monoplaza concebido desde la decepción, de un 2007 muy mediocre para una escudería que venía de conquistar dos Mundiales. «Va a ser duro, pero se puede llegar -comentó el piloto-. Es un mensaje realista. Si otras veces he dicho que se puede ganar, no es por chulería o prepotencia. Es que veía un coche ganador. Si ahora digo que no tendríamos ninguna posibilidad si el Mundial empezara hoy, no es pesimismo. Es la realidad».

El año pasado, treinta pasajeros acompañaron a la expedición de Renault en su 'première' en Ámsterdam -homenaje al patrocinador ING-. Ayer se había triplicado la cifra con Alonso. Esa es la otra realidad. El efecto del asturiano sobre la marca. «Fernando atrae al público joven, favorece a la cantera de nuestros potenciales compradores -aseguran fuentes de la entidad francesa-. Empiezan por comprar un Twingo y luego se quedan en la marca. Nos ofrece una notoriedad alucinante. En China no se venden los Renault, pero nos conoce todo el mundo».

Alonso tiene un favorito para el título -«Ferrari por delante de McLaren»-, una enseñanza del pasado en McLaren -«las complicaciones te hacen más fuerte mentalmente»-, una idea sobre su escudería -«he visto a la gente falta de confianza cuando salgo con el coche a la pista, porque se ve que pasó un año duro»-, un contrato difuso -«tengo un contrato por... el tiempo que sea»-, y una pretensión ajena a la polémica -«no quiero comentar nada sobre Hamilton, porque es inútil y será el único titular que salga»-.