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EL ALFÉIZAR

Cuento de Navidad

Rafael J. Pérez

Lunes, 26 de diciembre 2016, 11:15

La memoria de Esteban, el primer mártir de la cristiandad que hoy lunes 26 de diciembre celebra el calendario litúrgico católico, disuelve la falsa imagen de la Navidad. Esa imagen endulzada de cuento no existe. Tanto la vida de Esteban como la de Jesús se alejan claramente del cuento de hadas. El Evangelio remite a la vida real de tal forma que sitúa los acontecimientos que rodearon el nacimiento de Jesús de Nazaret lejos de ridículas dulcificaciones y grotescas manipulaciones. Una mujer da a luz a su hijo primogénito. Un embarazo inesperado que puso en riesgo la vida de la madre hasta el punto de que podría haber sido lapidada si hubiese sido denunciada por adúltera. Se quedó embarazada, según la fe cristiana, por obra del Espíritu Santo. Pero hasta para su propio esposo resultó difícil encajar esta verdad de fe. Sin duda una situación que se entiende a la luz del misterio; un misterio de luz que remite al nacimiento de un pequeño al que los cristianos reconocen Dios y hombre verdadero. Un hijo que nada más nacer tiene que desaparecer porque lo buscan para asesinarlo. Sus padres tuvieron que marchar del país. Egipto sería la tierra que acogiese a la humilde familia nazarena que huía de la locura de un rey que busca matar al pequeño. Emigrantes forzados y con lo puesto, José y María, cruzan la frontera y dejan atrás su tierra. Pero no los recuerdos. La memoria de un nacimiento rodeado de sobresaltos muchos de ellos cargados de desconcierto: lo visitan gentes de todo tipo. Desde los pastores a los Magos de Oriente.

Como la vida de millares de cristianos y cristianas repartidos por el mundo María, José y Jesús llegó a ser objeto de violencia. Aunque como para tantos otros creyentes la fe fue para la familia de Nazaret su chaleco salvavidas. Desgraciadamente hoy como ayer sigue habiendo niños y niñas que sienten peligrar su vida como recordó el papa Francisco. Niños que yacen en los escuálidos pesebres donde se devora su dignidad: en el refugio subterráneo para escapar de los bombardeos, sobre las aceras, en el fondo de una barcaza repleta de emigrantes. Precisamente por eso el nacimiento de Cristo interpela y alerta: no estamos ante un dulce cuento de Natividad sino ante la vida. Es por ello por lo que la Navidad es momento para reflexionar sobre la existencia y la fe.

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