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Los ‘spotters’ se convirtieron en los héroes anónimos de la Segunda Guerra Mundial

Anotaban marcas y matrículas de aviones nazis para anticipar los movimientos enemigos

A. R. C.

Domingo, 2 de febrero 2014, 20:40

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Julio de 1940. La Batalla de Inglaterra, en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), se libra en el aire. El objetivo de Hitler es aniquilar a la potente Royal Air Force-RAF, la fuerza aérea británica, pero también aterrorizar a la población civil. La isla de Gran Bretaña, que por muchos años estuvo segura gracias a la defensa natural del Canal de la Mancha, el Mar del Norte y el Océano Atlántico, tuvo que cambiar sus estrategias de defensa debido al peligro que representaba la Luftwaffe, la aviación militar enemiga.

En 1940, los radares eran precarios, no había satélites, pero sí un pueblo dispuesto a plantar resistencia. Creado durante la Primera Guerra Mundial, se solicitó la ayuda del Real Cuerpo de Observadores (ROC), una organización voluntaria dependiente de las fuerzas aéreas. Civiles que, ubicados en puntos de observación estratégicamente situados denominados spots, estaban preparados para detectar e identificar cualquier avión que los sobrevolara.

El germen

«Anotaban todos los modelos, marcas, matrículas y movimientos de aparatos que cruzaban el cielo y eso servía para conocer los movimientos de los nazis», explica Iván Paneque, spotter malagueño. Este cuerpo encontraba su réplica en Estados Unidos, Canadá o Australia. Pero, acabado el conflicto, en 1945, los observadores entrenados durante años, se dedicaron a seguir identificando aeronaves por afición. «Así cuenta Iván- durante mucho tiempo los primeros spotters fueron los clásicos de libreta y catalejo». Y se esmeraban en completar sus libros de registro. Sus diarios de vuelo.

Más tarde se popularizarían las cámaras de fotos. Analógicas aún. Una afición costosa por los revelados, dado que un spotter puede disparar de 800 a 1000 fotos por sesión. «Hoy, con una inversión justa para el equipo puedes tirar». Y muchas horas invertidas, claro está, en un hobby que un día convirtió al spotter en otro de los héroes de la Segunda Guerra Mundial.

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